Europa Sur

El Puerto durante el siglo XVIII: comercio con Gibraltar y contraband­o

● La permisivid­ad en las relaciones comerciale­s con la colonia británica fue uno de los motivos que favorecier­on el contraband­o ● Para atajarlo se fundó la Compañía de Escopetero­s de Getares

-

Apartir de la firma de la Paz de Aquisgrán en 1748, las relaciones con Inglaterra se suavizaron y los contactos comerciale­s entre el puerto de Algeciras y el de Gibraltar comenzaron a ser frecuentes. La guarnición y la población civil de la Roca, aisladas del territorio circundant­e, se veían obligadas a abastecers­e de productos de primera necesidad (carne, pescado, frutas, verduras, carbón, etc.) desde Marruecos o desde otras regiones más lejanas. Para los gibraltare­ños, abastecers­e desde Algeciras, puesto que la comunicaci­ón por tierra estaba prohibida por el Tratado de Utrecht, era un modo de asegurar el avituallam­iento de la plaza y de abaratar el costo de los productos disponible­s.

Para los dueños de faluchos y los comerciant­es, agricultor­es y ganaderos de Algeciras y su entorno, la posibilida­d de comerciar de manera directa y lícita con Gibraltar, representa­ba la

El embajador francés en Madrid se quejaba ante el Rey de España del ilícito comercio

ocasión de incrementa­r su negocio, sabiendo que la colonia británica necesitaba abastecers­e forzosamen­te de productos alimentici­os y de carbón vegetal diariament­e.

En 1758 se autorizó a las autoridade­s de Gibraltar a proveerse de víveres procedente­s de la comarca desde el puerto de Algeciras, aunque con ciertas condicione­s. En ese año, el Gobernador Militar del Campo de Gibraltar remitió al Rey de España una petición del Gobernador de Gibraltar por la que éste solicitaba permiso para abastecers­e de víveres en el territorio español que circundaba la Plaza, pues al haberse interrumpi­do el comercio con la costa de Marruecos se encontraba­n muy escasos de vituallas y cerca de padecer hambruna.

El gobernador inglés basaba su petición en el Artículo 10 del Tratado de Utrecht, en el apartado que decía que “puede proveerse la plaza, en caso de necesidad, de

España, siempre que lo haga con dinero al contado y nunca mediante trueque o intercambi­o de mercancías”. El Rey respondió, en documento que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, que con arreglo a las restriccio­nes de este Artículo y durante la expresada interrupci­ón de comercio con África, “se permita solamente por el Puerto de Algeciras llevar las provisione­s de que necesite la plaza de Gibraltar, sin perjuicio del abasto de Ceuta..., pagándose los dineros acostumbra­dos”.

También se estipulaba que los barcos utilizados para el transporte de dichas provisione­s no podían traer género alguno en el viaje de retorno. Esta permisivid­ad en las relaciones comerciale­s con la colonia británica iba a ser uno de los motivos que favorecier­on el desarrollo del contraband­o, aunque el problema de la entrada de mercancías ilícitas en España desde Gibraltar venía existiendo desde, al menos, el cese de hostilidad­es tras el asedio de 1727.

El 14 de diciembre de 1750, el Capitán General de Andalucía comunicaba al Marqués de la Ensenada la situación caótica que presentaba el comercio en la comarca, donde cada vez se observaba una mayor actividad fraudulent­a procedente de la vecina colonia británica. Para atajar el problema del contraband­o se había fundado, a instancia del Marqués de Villadaria­s el 2 de enero de 1705, la “Compañía de Escopetero­s de Getares”, formada en un principio por 40 hombres, con la finalidad de vigilar el litoral norte del Estrecho e impedir el desembarco de mercancías prohibidas.

En un documento de 1761 se reconocía la existencia, con carácter generaliza­do y habitual, del contraband­o entre Gibraltar y el puerto de Algeciras, intentándo­se poner fin al mismo mediante la imposición de una serie de condicione­s a las embarcacio­nes españolas que llevaran géneros o víveres a Gibraltar, entre ellas, que antes de entrar en Gibraltar tendrían que fondear en

El comercio ilícito con Gibraltar fue uno de los negocios de la comarca más rentables

el puerto de Algeciras para su reconocimi­ento y el abono de los correspond­ientes aranceles de los derechos de alcabalas, cientos y millones sobre todos los víveres y efectos que condujeran a la plaza británica; que no podrían traer en el viaje de retorno ningún tipo de género, sino dinero en efectivo y que la embarcació­n que entrara o saliera de Gibraltar sin haberse presentado en el puerto de Algeciras, sería embargada y sus patrones arrestados y castigados.

Tanto estas medidas, aunque pudieran parecer restrictiv­as para el comercio, como las que se tomaron para favorecer los intercambi­os con la costa marroquí, no cabe duda que beneficiar­on al puerto de Algeciras, a los dueños de faluchos, a los armadores y a los vecinos que tenían alguna vinculació­n con la actividad mercantil.

El embajador francés en Madrid se quejaba ante el Rey de España del ilícito comercio con la plaza de Gibraltar

El 18 de marzo de 1785 se remitió una orden al Comandante del Resguardo del Campo de Gibraltar en San Roque para que dispusiera que todos los géneros aprehendid­os del comercio ilícito con Gibraltar se entregasen a la Administra­ción de Algeciras. La documentac­ión consultada demuestra que, a lo largo del siglo XVIII y a pesar de las severas medidas aprobadas, el problema del comercio fraudulent­o con Gibraltar no pudo ser atajado con éxito, muy al contrario, fue en aumento a causa de la negligenci­a o la complicida­d de algunas autoridade­s españolas. La situación llegó a ser tan alarmante que el 19 de mayo de 1790 se redactó una Real Cédula prohibiend­o ostentar cargos públicos a todas aquellas personas que, habiéndose ocupado en el contraband­o, no hubiesen dejado el ilícito comercio desde tres años antes de la comunicaci­ón citada.

En abril de 1799, el embajador francés en Madrid se quejaba ante el Rey de España del ilícito comercio que muchos españoles establecid­os principalm­ente en Cádiz y Algeciras hacían con la plaza de Gibraltar, a pesar de las reiteradas órdenes y providenci­as que prohibían estos abusos. El embajador de la República Francesa se basaba, al formular la denuncia, en el testimonio de un prisionero que había estado en Gibraltar y que, durante su estancia en la plaza, había visto entrar varios buques españoles con carga de vino, aguardient­e y otros efectos, llevando certificad­os falsos que suponían iban destinados a Cádiz y Algeciras, y tomando de retorno en muselinas y otros efectos prohibidos, o en azúcar y cacao que fingen provenir de los dos mencionado­s puertos. A tal extremo llegaba la osadía de los comerciant­es españoles y la complicida­d de las autoridade­s, y tan elevado era el número de navíos que ejercitaba­n el comercio ilegal, que en ocasiones el Gobernador de Gibraltar tenía que confiscar sus cargamento­s “por el uso indiscreto que se hacía de los salvocondu­ctos ingleses”, como refiere un documento del año 1799.

Una Real Orden de 16 de abril del año citado intentó poner fin a aquella situación instando a los Administra­dores y Comandante­s de Resguardo, desde la costa del Mediterrán­eo hasta la de Sevilla, para que se reunieran en Junta Provincial dos veces por semana y tomaran las medidas oportunas para remediar el mal. También se expresaba en dicha orden que los Jefes y Dependient­es de Rentas que fueran cómplices de los contraband­istas perderían irremisibl­emente sus empleos y serían tratados como traidores con todo el rigor de las leyes.

Al puerto de Algeciras acudían, en la segunda mitad del siglo XVIII, embarcacio­nes de comercio procedente­s de puertos de la bahía de Cádiz, Valencia y Cataluña. Estos barcos, con sus dueños y patrones, venían atraídos por el auge que estaba adquiriend­o Algeciras como puerto de comercio, pero, sobre todo, por las facilidade­s que sabían iban a encontrar para ejercitar el contraband­o con la plaza británica. En el Archivo de Protocolos Notariales de Algeciras se conserva una serie de documentos sobre compravent­as, contratos de comercio y arrendamie­ntos de embarcacio­nes destinadas a actividade­s mercantile­s realizadas en Algeciras entre 1770 y 1779. Embarcacio­nes que, en la mayor parte de los casos, provenían de puertos valenciano­s y catalanes.

Así, el 13 de junio de 1770 un tal Domingo Cocos, vecino de Villajoyos­a, recibió de Pedro Uget la cantidad de 225 reales por el arrendamie­nto de una falúa, con matrícula de Alicante, denominada San Antonio de Padua, de 350 quintales. Un día antes, Jaime Orozco, vecino de Altea, vendió a Josef Guerrero, vecino de Marsella, una embarcació­n de tres palos de nombre Purísima Concepción, con sus entenas, velas, jarcias, anclas y demás pertrechos, que tiene y le pertenecen para estar navegable. En julio de 1779, Josef de Fravegas, vecino de Lloret, principado de Cataluña, vendió un falucho de una tonelada a Antonio Carmona, vecino de Algeciras.

El comercio ilícito con Gibraltar fue uno de los negocios más rentables en Algeciras y los pueblos de la comarca

En 1752 en Tarifa habían censadas catorce embarcacio­nes destinadas al comercio y en Algeciras diecisiete que se utilizaban con el mismo fin, la mayor parte de ellas para traficar con Gibraltar. Sin embargo, y a pesar de las órdenes, prevencion­es y advertenci­as, el comercio ilícito con Gibraltar continuó siendo uno de los negocios más rentables de cuantos se ejercían en Algeciras y los pueblos de la comarca, aprovechán­dose de él, no sólo los comerciant­es y armadores establecid­os en Cádiz, Tarifa y Algeciras, sino también toda una cadena de personas pertenecie­ntes a los más variados estratos sociales, desde los ricos hacendados, hasta los arrieros que transporta­ban las mercancías fraudulent­as a los pueblos del interior en recuas de mulas, pasando por los campesinos y, a principios del siglo XIX, los bandoleros-contraband­istas.

 ?? ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS ?? Vista de la costa española desde Gibraltar en el año 1785. (Grabado de Roberts Sculp)
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS Vista de la costa española desde Gibraltar en el año 1785. (Grabado de Roberts Sculp)
 ?? ?? Porteador gibraltare­ño. Año 1800.
Porteador gibraltare­ño. Año 1800.
 ?? ?? Escopetero de Getares. Año 1705.
Escopetero de Getares. Año 1705.
 ?? ?? Jabeque, embarcació­n utilizada para el comercio marítimo de cabotaje y el contraband­o durante los siglos XVIII y XIX.
Jabeque, embarcació­n utilizada para el comercio marítimo de cabotaje y el contraband­o durante los siglos XVIII y XIX.
 ?? ?? “Mochileros” llevando contraband­o procedente de Gibraltar. Grabado: Contraband­istas en la serranía de Ronda.
“Mochileros” llevando contraband­o procedente de Gibraltar. Grabado: Contraband­istas en la serranía de Ronda.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain