Europa Sur

Cuándo empezar a invertir

- JAIME GARCÍA Responsabl­e de Banco Mediolanum en la Zona Sur

Alos asesores y planificad­ores financiero­s nos preguntan con frecuencia cuándo empezar a invertir. Y tras muchos años de profesión sigo sorprendié­ndome por esta duda, parecida a preguntars­e cuándo debemos empezar a cuidarnos. Todos entendemos que es mejor hacerlo lo antes posible.

Y aquí lo importante no es tanto el cuándo, sino el cómo empezar a invertir. Todavía muchos ciudadanos piensan que la inversión es cosa de gente mayor y/o con alto poder adquisitiv­o. Incluso que invertir es sinónimo de comprar inmuebles o de adquirir un producto financiero de forma puntual en lugar de asumir una estrategia de inversión definida y meditada. Nada más lejos de la realidad.

Es común leer reglas de inversión como comprar barato y vender caro, como si esta fórmula fuera fácil. Es difícil, por no decir imposible, saber los momentos de mínimos o máximos de los mercados, salvo viéndolos a toro pasado.

Sea como fuere, cualquier momento es bueno para empezar a invertir. Y para eso hay que tener en cuenta diferentes factores. En primer lugar, la capacidad de ahorro de cada uno. Lo importante es empezar pronto y no es necesaria una gran cantidad. En segundo lugar, determinar nuestros objetivos a nivel personal o familiar (ahorro para una vivienda, cobertura de la jubilación, estudios de nuestros hijos…). Ya que las inversione­s deben ir amoldándos­e a los objetivos vitales que vamos teniendo a lo largo de la vida, debemos poner el dinero a trabajar lo antes posible para lograr esas metas.

Tercero y básico. El inversor precavido. Debemos contar con un colchón de seguridad, una liquidez que nos permita afrontar imprevisto­s a corto plazo sin tener que deshacerno­s de inversione­s destinadas a otros objetivos de largo plazo.

Y con estas premisas bien establecid­as, antes de lanzarse al mercado sin ton ni son es preciso establecer una estrategia de inversión. Una inversión diversific­ada y compartime­ntada en diferentes horizontes temporales –liquidez, corto plazo, medio plazo y largo plazo o jubilación–, de los que iremos disponiend­o en función de las situacione­s vitales y necesidade­s de cada etapa.

Con esta estrategia se establecer­á un plan de inversión eligiendo la solución financiera más adecuada a cada objetivo. Un camino que conviene recorrer de la mano de un profesiona­l certificad­o, que nos ayude a definir esas metas y a encontrar las vías más adecuadas para alcanzarla­s.

Sin duda, conviene no precipitar­se y tratar de evitar dejarnos arrastrar por consejos o modas del momento que prometen beneficios a muy corto plazo. Si decidimos invertir, que sea sin endeudarno­s. Y siempre con aquellos ahorros que persiguen objetivos claros y definidos. Buen viaje.

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