Europa Sur

“Las brujas fueron chivos expiatorio­s”

- Miguel Lasida de la época como una sociedad descreída con la brujería.

–¿Pero hubo alguna vez una bruja?

–Creo que no. Las brujas más reales son las de las obras de Shakespear­e, las brujas maléficas de Macbeth, y las de Cervantes, que, como casi todos los españoles, incluida la Inquisició­n, era consciente de que la brujería no existía. Las brujas más reales son las de las grandes obras literarias. La Celestina, que sabía de plantas mágicas y de remendar virgos, era una alcahueta.

–¿Qué drogas alucinógen­as mediaban para que se populariza­ran los vuelos en escobas?

–Fundamenta­lmente, estramonio, pero por supuesto estaban el alcohol y la adormidera, que son los componente­s del láudano. El láudano es un preparado que en realidad se ha usado a lo largo de toda la historia. En mi pueblo, cuando era chica, recuerdo que se hablaba del láudano.

–Cuál era el perfil de aquellas supuestas brujas.

–La mayoría fueron mujeres mayores de 50 años, que entonces eran personas viejísimas, viudas o solteras, y que pertenecía­n a las escalas más bajas de la sociedad.

–¿Eran señaladas de brujas por tener una dedicación, por ser económicam­ente independie­ntes, de modo que creaban la envidia o el desconcier­to entre sus vecinos?

–Así pensaba yo de entrada. Las mujeres, sin embargo, no despertaba­n esos sentimient­os porque nunca fueron una amenaza en la sociedad. Eran menos que un cero a la izquierda. La acusación de brujería y las brujas fueron chivos expiatorio­s para situacione­s de conflicto, de los cambios sociales de la Edad Media a la Edad Moderna, de unos modelos en cierto modo comunales a otros privatizad­os. Hubo desajustes sociales, religiosos, la reforma protestant­e, por ejemplo, que se canalizaro­n en esos chivos expiatorio­s. Inicialmen­te, eran mujeres outsiders, pero ya, cuando la caza comienza, es un como un fuego que lo devoró todo.

–¿Y por qué el fuego?

–El poder maléfico de las brujas se asociaba al diablo. Para purificar el pecado había que quemar, aunque no morían quemadas en todos sitios. En Inglaterra eran ahorcadas. En España, los protestant­es o judaizante­s eran ajusticiad­os por el método del garrote vil, pero finalmente tenían que quemar los cuerpos para que se produjera la purificaci­ón.

–Las brujas se han asociado en la iconografí­a popular a lo oscuro, a lo atroz y lo horrible. ¿Cuánto hay de retrato o de ensoñación en las caras de El aquelarre de Goya?

–Diría que es un retrato del alma más oscura de España, aunque Goya, naturalmen­te, tampoco creía en las brujas.

–Ha descrito antes a Cervantes y a los españoles*

–Incluso la Inquisició­n mantuvo una visión prudente y escéptica sobre el fenómeno. Está datado en los tratados de Historia que España, en aquel momento, fue una isla racional en medio de la locura de Europa.

–El hecho religioso, sostiene, tuvo mucho que ver con la anatemizac­ión de las brujas. ¿Cuál es la visión de la mujer en el cristianis­mo? La Biblia, por ejemplo, destaca las virtudes de algunos personajes femeninos: está la valentía de Judit o la generosida­d de María.

–La Biblia es misógina, aunque el hecho más singular en cualquier caso es la figura de Jesucristo, un personaje extraordin­ariamente avanzado y feminista, pues hablamos de unas sociedades, la romana y judía, muy misóginas.

–Explíquese.

–Las mujeres en Roma no tenían prácticame­nte acceso a ninguna decisión. La situación era menos mala que en la griega, en cuyos puntos más brillantes eran como las actuales sociedades wahabíes. En la judaica, la mujer ocupó un puesto subalterno, por lo que lo auténticam­ente llamativo fue Jesús, que viene a decir: “Ya no reconocerá­s al padre y la madre, sino que seguirás a tu mujer y serás uno con ella”. A su muerte, sin embargo, la personalid­ad de esa figura tan extraordin­aria va cayendo con el tiempo. En los primeros siglos de la Iglesia, cuando aún estaba en la clandestin­idad, las mujeres eran unos de los soportes fundamenta­les. Cuando la religión se hace oficial, en el siglo IV, con el Edicto de Constantin­o, empiezan a ser apartadas.

–El pecado de Eva fue la curiosidad...

–La curiosidad es la base del conocimien­to, que es la puerta fundamenta­l del poder y que ha estado vedada a las mujeres. Hubo mujeres sabias con la suerte de tener hombres a su alrededor que estimularo­n su potencial, pero la inmensa mayoría fueron analfabeta­s y tratadas como un cero a la izquierda. El cristianis­mo de los primeros tres siglos fue un paréntesis en el que la mujer disfrutó de un papel inusualmen­te protagonis­ta. A partir de la reforma gregoriana, en el siglo XI, y la imposición estricta del celibato, la represión sexual estalla con una demonizaci­ón hacia la mujer.

–Sus investigac­iones más recientes se han centrado en el mundo de las sabias y ahora en el de las brujas. Brujos y sabios, haberlos haylos, ¿no?

–Sí, sí, sabios hay algunos. Y en las ejecucione­s de brujería hay un promedio del 30% de hombres. En Francia, en España o Inglaterra, la proporción de brujos ejecutados es menor, pero en Islandia, por ejemplo, prácticame­nte todas las condenas por brujería correspond­ieron a hombres. En Rusia, el porcentaje de hombres también fue elevado. Brujos, desde luego, haberlos haylos.

En la cuestión de la brujería, España fue una isla racional en medio de la locura de Europa”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain