COMPROMISOS INCUMPLIDOS
TRAS la lectura de la entrevista al presidente de Puertos del Estado, Alvaro Rodríguez Lapena, que publicó este diario ayer domingo, queda la impresión de lo harto complicado que va a ser la reapertura de las líneas de pasajeros con Marruecos, con el enorme revés económico que ello supone para el Campo de Gibraltar. Se dice que se está trabajando a nivel diplomático con el vecino, a tal fin, pero lo cierto es que no se entiende que se autoricen conexiones marítimas desde Francia, Italia y Portugal, y no las procedentes de Algeciras, Almería, Málaga o Motril. Nuestra diplomacia se enfrenta al difícilísimo reto de modificar la enquistada posición alauita, que parece tener muy claro que no va a ceder ante España.
La táctica de acoso de Marruecos para con nuestro país es evidente. No descubro nada. El cierre de las fronteras con Ceuta y Melilla, en claro ataque a sus particulares economías, es también muestra de tal estrategia.
Todos son buenas palabras por nuestra parte, destacando la exquisita corrección del ministro de Exteriores al rogar el restablecimiento de una relación estratégica f luida y amigable. Las decisiones de nuestro Gobierno también son proactivas. Los 1.600 millones recién acordados por la UE como subvención a favor de Marruecos o la venta de gas a través del gasoducto del Estrecho son ejemplos, como lo es el no alzar demasiado la voz por las prospecciones petrolíferas emprendidas en la franja marítima existente entre Canarias y la costa de Agadir, que podrían constituir una intromisión directa en nuestra soberanía territorial.
No se actúa igualmente allende el Estrecho. Lo cierto es que el Rey de Marruecos manifestó hace unos meses que se alcanzaría una nueva e inédita relación con España, más transparente, del siglo XXI, y en respeto de los recíprocos compromisos. Pero nada ha cambiado desde entonces, y quizá incluso hayan empeorado las cosas. Ello da a pensar en qué consistió el “compromiso” español que el Rey marroquí subrayó en su mensaje, sin concretarlo.
Parece que no hace falta haber pasado por la Escuela Diplomática para comprender que el quid de todo este conflicto es el Sahara, y la exigencia de reconocimiento por nuestra parte de la marroquinidad del mismo, pretendida desde Rabat, en consonancia con lo ya manifestado por EEUU y otros países.
Entonces la pregunta es: ¿es que España se comprometió a emitir tal declaración, el Rey de Marruecos resaltó tal compromiso y luego nuestro Gobierno no ha cumplido con el consiguiente enfado marroquí? Conociendo las veleidades de nuestro presidente, no sería de extrañar esta hipótesis.
Eso sí, la perjudicada, como siempre, es esta comarca. Quizá alguien lo debería preguntar en la Comisión de Exteriores.