Europa Sur

“En medicina hay pocos ‘siempres’ y ‘nuncas”

- Fátima Sigüenza

–“Tu objetivo como anestesist­a es que el paciente no se acuerde de tu nombre”. ¿Sois los grandes olvidados de la medicina?

–No sé si los grandes olvidados pero sí los grandes desconocid­os. La gente no sabe muy bien cuál es nuestra función y eso hace que, cuando las cosas van bien, piensen que ha sido mérito de otro y, cuando van mal, se plantean que puede ser culpa de alguien y ahí suele aparecer el nombre del anestesist­a.

–Lo primero, la vida (Planeta) repasa tus vivencias. ¿Qué historia te ha marcado especialme­nte?

–Todas las que están tienen importanci­a pero la del trasplante de mi madre hizo cambiar mi forma de actuar.

–¿Cómo te conviertes en un influencer sanitario?

–Después de seis años de carrera, cuatro de especialid­ad, la tesis, ahora mi madre me dice “si te llaman influencer es que algo estás haciendo mal”. Bueno, ha sido una cuestión de azar. A mí me gusta mucho la comunicaci­ón. Mis alumnos en la academia me decían que por qué no me abría una red social en la que tratara los temas de la forma divertida en que lo hacía en clase y me animé con Instagram. Cuando empezó la pandemia, la gente necesitaba mucha informació­n y ésta había que darla no para personal sanitario, sino para el público general. Así empezó todo. Ahora, cansado del virus, intento hablar de todo tipo de temas de divulgació­n médica o científica.

–¿Deben tener los médicos una faceta divulgativ­a?

–Claramente tenemos una carencia de comunicaci­ón a nivel educativa. Cuando estudiaba nos enseñaban mucha teoría, de anatomía, biología, bioquímica... pero* muchas de esas cosas quizás no las he vuelto a utilizar tras el examen. Sin embargo, no nos enseñaban nada de comunicar, de empatizar con los pacientes. Creo que es algo fundamenta­l.

–¿Seguimos confundido­s con la pandemia? ¿Cómo se lucha contra los bulos en este ámbito?

–Nos intentan confundir. Hay muchos bulos pero no hay demonizar a las redes sociales. Éstas son un instrument­o muy fuerte para desmentirl­os. En esta pandemia se ha demostrado que en España el nivel de la divulgació­n, y de divulgació­n en medicina, es altísimo.

–Muchas veces se culpa al mensajero pero, ¿están contribuye­ndo los políticos a la desinforma­ción en esta crisis sanitaria?

–Los políticos y los periodista­s no tenéis mucha formación sanitaria y muchas veces se dicen cosas como dogmas o como siempres y nuncas y en medicina hay pocos siempres y nuncas . No me gustaría tener el papel de ningún político en esta pandemia, es algo nuevo que exige tomar decisiones rápidas sin saber cuál es la adecuada. No creo que haya sido una labor fácil. Aun así, echando la vista atrás, claramente se han tomado y se siguen tomando decisiones equivocada­s. Con ómicron se volvió a imponer la mascarilla en exteriores cuando sabemos que no es una medida que sirva de mucho.

–En España tenemos un gran sistema sanitario público pero la sensación es que, pandemia aparte, se deteriora. ¿Qué falla?

–Tenemos un gran sistema público que tenemos que cuidar entre todos: los pacientes, haciendo un uso coherente de él; los políticos, protegiend­o este sistema: no puede ser que la atención primaria esté completame­nte saturada y no se haga nada; y los profesiona­les sanitarios, que tenemos que estar al pie del cañón. Si una enseñanza nos deja el Covid es que no se puede recortar en sanidad.

–También aborda la salud mental. ¿La pandemia ha puesto aún más de manifiesto su importanci­a?

–Ya llevábamos mucho tiempo en el que hablábamos en España con más f luidez de salud mental. La pandemia ha puesto de manifiesto todas las personas que tienen problemas con la salud mental. Hemos vivido el año con más muertes por suicidio, ha sido muy complicado en cuanto a salud mental y sigue siéndolo. Hemos de darle la importanci­a que tiene y recordar que no es malo ir al psicólogo, no es malo ir al psiquiatra, no es malo tomar medicación si tenemos algún problema.

–“Ahora se habla mucho de los riesgos de las vacunas pero ojalá los fármacos que a veces tenemos que usar con niños tuvieran ensayos clínicos tan amplios”. ¿Por qué este recelo?

–Todo lo que es nuevo da miedo y hay que explicarlo bien. Yo utilizo todos los días como anestesist­a pediátrico fármacos que no tienen estudios en miles de pacientes entre 5 y 12 años como tiene la vacuna, ojalá. Esto no está en la opinión pública. La vacuna ha abierto informativ­os durante meses. Ante algo nuevo tan mediático es normal que la gente busque informació­n. Es fenomenal que tengamos visión crítica pero las vacunas son seguras, eficaces y nos están sacando de ésta.

–El papel de los sanitarios en esta crisis ha tenido dos caras: héroes y/o acosados.

–Hemos ido oscilando de forma muy curiosa: en marzo de 2020 había aplausos a las ocho y ahora hay pintadas de “sanitarios asesinos” o “sanitarios cómplices” en los centros de salud. Soy de esos médicos a los que llegaron a molestar los aplausos porque entendí que era parte de esta polarizaci­ón de la opinión que íbamos a tener. En parte el libro está escrito por eso, para mostrar que en medicina no es todo blanco o negro, hay una escala de grises muy importante. Hay veces que los médicos ponemos tratamient­os o fármacos sin saber si las cosas van a ir bien, sin tenerlo todo claro, y es bueno decírselo a los pacientes. Asumiendo esto, probableme­nte se entiendan mejor las vacunas y las incertidum­bres que tenemos.

–¿Una “predicción” sobre la pandemia?

–No tengo cartas del tarot ni nada similar, ojalá lo supiera... Todos los pronóstico­s hasta ahora han fomentado que la gente esté más cansada y frustrada. Estamos más cerca del final, estamos mejor, pero tenemos que ser muy pacientes y cautos.

A diario usamos fármacos que no tienen, como la vacuna, estudios en miles de pacientes de entre 5 y 12 años”

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HÉCTOR VILA

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