Europa Sur

Una dura huida a pie de la guerra

● Miles de ucranianos, en su mayoría mujeres, cruzan la frontera con Hungría con escasas pertenenci­as buscando un lugar donde ponerse a salvo

- L. L. · M. N. (Efe)

Miles de ucranianos, en su mayoría mujeres, llegaron ayer a Hungría a pie, arrastrand­o maletas y empujando carritos infantiles tras cruzar un paso fronterizo al que acudió el primer ministro magiar, Viktor Orban, para advertir de que la situación humanitari­a empeorará si la guerra continúa.

Mientras el Ejército ruso bombardea ciudades ucranianas, miles de personas han decidido buscar un lugar seguro en los países vecinos.

La mayoría de los que llegan a Hungría por Beregsuran­y lo hace a pie, con escasas pertenenci­as, porque entrar en coche puede llevar horas o incluso días. Algunos de los que huyen han dejado incluso sus vehículos abandonado­s al otro lado de la frontera.

Klimentin, de 25 años, acaba de llegar de la ciudad de Vinnytsia después de dos días de viaje. Hungría era para él la mejor forma de salir de Ucrania pero pretende llegar a Polonia, donde trabajan unos amigos.

El joven, que es de Jarkov, en el este de Ucrania, y tiene familia en Rusia, ha podido salir debido a una discapacid­ad que le impide ir al frente. Ucrania ha ordenado la movilizaci­ón de todos los hombres adultos para luchar contra la invasión rusa. “No entiendo qué está pasando. Es una locura y espero que pase pronto. Mi familia en Rusia tampoco lo entiende. Nadie puede creer que Ucrania es una amenaza para Rusia. Yo no soy una amenaza para mis tíos rusos”, explica con tristeza.

Yulia, de 20 años, cuenta que sus padres la enviaron a ella y a su hermana fuera del país para que estuviera a salvo. Pese a que hay alojamient­os gratuitos para los refugiados dice que se quedarán unos días en un hotel y espera volver a reunirse con sus padres en Ucrania en una semana.

Grupos de voluntario­s húngaros ofrecen a los recién llegados bebidas calientes, comida, mantas y afecto. Muchos de los llegados son también parte de la minoría magiar que vive en Ucrania y tienen familia en Hungría.

“Al otro lado de la frontera hay muchos niños esperando poder cruzar a Hungría”, explicó Szilvia Gál, notaria de la localidad de Beregsuran­y, que coordina allí la actividad humanitari­a para los refugiados y calcula que sólo ayer llegaron miles de personas.

Según Gál, las autoridade­s aduaneras ucranianas no permiten salir del país a los menores si no tienen toda la documentac­ión en regla y muchos padres no han podido solicitar los permisos por el abrupto inicio de la guerra. Eso ha llevado a que al otro lado de la frontera haya muchos niños varados sin poder salir del país.

En otras ocasiones las familias son separadas en la frontera, ya que Ucrania no permite salir a los hombres de entre 18 y 60 años.

Viktoria, de 19 años, acaba de separarse de su padre y, angustiada, aguarda a que su madre llegue desde Budapest para recogerla.

El portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) de Hungría, Ernö Simon, explicó que los ucranianos pueden permanecer sin visado en el país durante 90 días, por lo que “es imposible” determinar cuántas personas han llegado. Numerosos municipios, universida­des y asociacion­es ofrecen alojamient­o gratuito a los refugiados ucranianos.

La agresión rusa ha despertado una ola de solidarida­d en Hungría –que ya sufrió una invasión soviética en 1956 para aplastar un levantamie­nto popular– y algunos bares han dejado de servir vodka como señal de protesta.

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MARTIN DIVISEK / EFE Una mujer procedente de Ucrania espera sentada tras llegar a Vysne Nemecke tras cruzar la frontera con Eslovaquia.
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DAREK DELMANOWIC­Z / EFE Un militar traslada en brazos a un bebé en la frontera entre Ucrania y Polonia.

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