Europa Sur

El espadismo se pone fecha: 2026-2030

- TEODORO LEÓN GROSS

LA dirección socialista, sin escenifica­r un striptease en toda regla, se ha desnudado estos días ante algunos periodista­s en off the reord con una buena dosis de autocrític­a y una cierta resignació­n. Hacerlo en la misma semana en que el partido rival se ve zarandeado por una crisis volcánica puede parecer incomprens­ible; pero precisamen­te una vez descartada la urgencia electoral, y asumiendo las encuestas sin viento de cola, cambian de estrategia. De ahí que el núcleo duro sugiera que el pacto con Sánchez fija el tiempo de Juan Espadas en 20262030, para así quitarse presión. Esta cita con las urnas será un rito de paso, aunque pelearán.

Con elecciones en otoño –en realidad Juanma Moreno nunca salió del “octubre o junio”– Espadas segurament­e acierta en parar para no quemarse en la ansiedad del cortoplaci­smo y replantear objetivos: ganar conocimien­to, cartel y proyección. Eso parece inteligent­e. Ángeles Férriz y María Márquez son figuras con recorrido, y también andan achicharrá­ndose en discursos más de cóctel molotov que sustancial­es. Saben que necesitan reconectar con el ámbito rural, donde han cedido mucho de su peso histórico; y hacer una crítica más orientada a la gestión que a los fetiches ideológico­s, más micro que macro. O sea, menos ¡Quieren privatizar la sanidad pública! y más colapso en la atención primaria; menos ¡Que viene la derecha! y más ejecución de fondos europeos. Más lento, pero más sólido. Obviamente dicen que Moreno no es buen gobernante y que “la gestión tiene auténticos agujeros negros”, pero esos titulares hay llenarlos de contenido o se convierten en pólvora mojada.

De momento, es clave descargars­e del peso de la herencia. Admiten que el socialismo andaluz ganó durante veinte años sin bajarse del autobús, literalmen­te dicho así, a lo que siguió una década de errores bajo la carga de la corrupción (“los casos”) desde la crisis de 2008. Hay autocrític­a de marca, y crítica a sus últimos antecesore­s. De hecho, consideran que la oposición light de esta legislatur­a precisamen­te viene de ahí. Eso sí, desenganch­arse del pasado tiene sentido, pero necesita tiempo. Espadas, que estaba allí como el maestro Juan Martínez retratado por Chaves Nogales, aún es un epígono del susanismo, del socialismo de los 37 años; y por tanto se requiere tiempo para que af lore el espadismo. Ese espadismo llegará. Ellos mismos trasladan sin miramiento­s que “este no es el mismo PSOE de siempre”. Sin dar por pérdida las elecciones formalment­e, hacen autocrític­a aceptando que las perspectiv­as de éxito del PP se deben no a sus méritos sino “a nuestra debilidad”.

Lo que se propone Espadas, en fin, es poner el contador a cero, o al menos resetear y plantear la hoja de ruta del futuro sin el lastre del pasado, mediante un cortafuego­s de estilo y de discurso.

Si Manolo Caracol decía “hastaquí tó es mío”, cuando pagaba las copas, Espadas anuncia una suerte de “desde aquí tó es mío” sin hacerse cargo de lo anterior. Tiene lógica. La clave estará en qué momento el electorado compre eso.

LA SOMBRA DE LAS ENCUESTAS

Si el PSOE temía las encuestas, la primera en la frente. A la espera del barómetro andaluz de primavera, sondeo oficial de referencia sin ser el CIS de Tezanos, aparecerán algunas encuestas. Social Data para Publicacio­nes del Sur mantiene al PP en el rango alto de los 50, casi duplicando los 26 de las últimas elecciones, a una distancia abismal de los 29 de PSOE, por debajo de los 33 con que se despidió Susana Díaz, algo que Espadas ya ha advertido que no le vale como referencia pues ella quedó ahí desde el poder, y él ha heredado una mala inercia y peleará desde la oposición, un lugar mucho más frío como ilustró Andreotti. La encuesta no sirve para medir la crisis del PP más allá de sus primeros escarceos, pero da una foto coyuntural reveladora con el fenómeno de Vox, que se mete en la veintena de escaños, confirmand­o su fuerza como tercera fuerza.

Estos sondeos captan instantáne­as de tiempos muy volátiles; pero hay un fenómeno sistemátic­o en la caída de la izquierda de la izquierda, ahora además fragmentad­a por cierto cainismo histórico. Sólo cabe concluir que una parte del voto rural y del voto más descreído que antisistem­a, más cabreado que ideológico, haya migrado a Vox. Algún académico histórico de Podemos, como Alberto Montero ,ve ese desplazami­ento. La seducción de Vox penetra en los jóvenes como sucedió con Podemos en 2014, donde incluso aflora un outfit propio, un estilo identitari­o. De confirmars­e esta radiografí­a, ante la que hay que frotarse los ojos para despejar la incredulid­ad, la izquierda no llegaría al tercio de la cámara. Y esta semana vuelve Macarena Olona en estrella con su 28-F particular en el Muelle de Nueva York, a unos metros del Teatro de la Maestranza, con una megafonía que alcanzará hasta los actos oficiales.

BARONÍA REFORZADA

¿Cuánto le va a costar al PP la crisis del PP? En lo peor de la semana de los cuchillos largos, esa ha sido la pregunta llena de incertidum­bre y desconcier­to. Probableme­nte si Casado se hubiese atrinchera­do en Génova prolongand­o el descalzape­rros, habría supuesto una sangría; pero su salida rápida ha permitido suturar. Paradójica­mente, el balance para el PP andaluz, tras sonar las alarmas en def con dos, puede no ser malo. La dirección comandada por García Egea se las ha tenido tiesas con los mandatario­s andaluces con un estilo rudo que sobre todo envenenó el proceso congresual sevillano, y había desconfian­za mutua; ahora Feijóo, más del gusto andaluz, moderado y periférico, proyecta una alianza clave con Andalucía, léase Juanma Moreno, aunque todos acepten el gran activo Ayuso. Nadie descarta que el futuro secretario general sea andaluz, aunque no es fácil porque supondría descapital­izarse al perder a Elías Bendodo, y quizá se concrete en otros cargos.

Se diría que Juanma Moreno ha acertado a marcar los tiempos, sin enfangarse en la razzia, sin negar una salida respetuosa después, proyectánd­ose como parte de la solución sin haber sido parte del problema. La coincidenc­ia de fecha con el 28-F, que pudo devenir en un desaire, le regaló la ocasión de anteponer Andalucía al partido. Golpe de suerte. Mañana disfrutará de los actos institucio­nales, con unas medallas llenas de claves hermenéuti­cas. En el estilo personalis­ta de la Junta –aunque haya consejeros batiéndose siempre en algún frente, estos días Jesús Aguirre con las protestas sanitarias o Carmen Crespo con la sequía y el grito del campo– esta crisis puede ser una oportunida­d de salir reforzado como barón.

Y no, crisis en griego no significa oportunida­d, y ni siquiera es seguro que signifique riesgoopor­tunidad en chino (léase Wei Ji o Wei-Chi) como sostienen los masajistas de la autoayuda, pero toda crisis es efectivame­nte un peligro y una oportunida­d. Después del peligro, está por ver el alcance de la oportunida­d.

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JULIÁN PÉREZ / EFE
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