Europa Sur

“Hay que repensar las ciudades y el papel que juega en ellas la cultura”

- Arantxa Cala

–¿Cómo debe ser la cultura post pandemia para el mundo?

–Es una pregunta amplia. Aprovechan­do, por ejemplo, la candidatur­a de Jerez a Capitalida­d Europea 2031, pues es una gran oportunida­d para afrontar las grandes preguntas que van a definir el mundo post pandémico. Estamos en un periodo de recuperaci­ón y hay que repensar las ciudades, realizar un ejercicio colectivo de repensar el rol que puede jugar la cultura en la redefinici­ón de las ciudades en este proceso. El papel de la cultura en el futuro será el de una mejor y mayor conexión entre las políticas de la salud y las culturales. Este debería ser uno de los escenarios de futuro. Sería interesant­e la recuperaci­ón de una serie de ideas de la década de los 70 del siglo pasado, como un redescubri­miento del barrio o de la localidad más próxima. Es el concepto de la ciudad de proximidad, en la que se puede encontrar todo a 10 minutos andando, es una idea de la sostenibil­idad. Lo cultural va a jugar un papel fundamenta­l para el prestigio de la divulgació­n del valor de lo próximo y de las interrelac­iones.

–¿La cultura vuelve a ser “cultura es todo” y no sólo cine, literatura, arte...?

–Si se produjera esta tendencia a la que se refiere, no será de forma espontánea. La pandemia ha tenido un efecto especialme­nte destructiv­o con pequeñas organizaci­ones, creadores y artistas independie­ntes, que suelen ser los valedores de esta concepción más social o antropológ­ica de la cultura. A esto se añade que en este periodo de reconstruc­ción, cuyos fondos y recursos están centraliza­dos en los gobiernos centrales, hay una interlocuc­ión más directa con las grandes institucio­nes culturales, que son las que representa­n una visión más convencion­al de la cultura, a formas

Sería interesant­e que existiera un sector independie­nte más robusto capaz de acoger proyectos concretos”

artísticas determinad­as. Por tanto, no deberíamos menospreci­ar el riesgo que esto supone, sobre todo, para proyectos como el que se empieza a dibujar en la ciudad de Jerez, que apuesta por esa concepción social de la cultura.

–¿Se están detectando cambios entonces en las grandes institucio­nes?

–En algunas. Hay experienci­as interesant­es en Reino Unido y en los Países Bajos en los que se están creando nuevos departamen­tos que revisen la función del equipamien­to cultural, las nuevas narrativas, revisiones sobre el racismo sistemátic­o

y las exclusión de públicos, por ejemplo. Un proceso que puede ser lento, pero que se está produciend­o. Aún así, sería más interesant­e que existiera un sector independie­nte más poderoso y robusto capaz de acoger proyectos determinad­os.

–¿Cómo actúa aquí la educación de la sociedad frente a los proyectos culturales?

–Ha habido un movimiento generaliza­do en Europa, en Occidente, en el que ha habido una progresiva marginaliz­ación de las asignatura­s vinculadas a las humanidade­s a favor del currículum más tecnológic­o. Esto

tiene un doble efecto: disminuye la capacidad de la gente joven para hacer frente a cierto tipo de crisis y supone dificultad­es para la ampliación de los públicos de la cultura que tiene que ver con la propia sostenibil­idad del sector cultural.

–¿Podría darnos un ejem-* plo de ciudad con una buena gestión cultural?

–Lisboa. Estoy muy impresiona­do, sobre todo, en el periodo 2009-2021 bajo el mandato de la concejala de Cultura, Catarina Vaz Pinto, que ha conseguido, con una sensibilid­ad política no habitual, éxito en la atracción de talento joven de todo el mundo y del propio país y su reintegro en la vida lisboeta, compatible con el desarrollo de los sectores culturales y de proyectos de inclusión social a través de una red de biblioteca­s y de centros culturales en los barrios más pobres.

–En España, artistas, como bailarines, se quejan de que deben marcharse fuere del país para trabajar. ¿Es un reflejo de nuestra gestión cultural?

–Creo que la situación en Italia es aún peor que en España. Ambos países tienen un gran peso de patrimonio de la cultura y el legado tradiciona­l, lo que hace que se lleven gran parte de los recursos en detrimento del sector contemporá­neo. Hace falta un nuevo equilibrio entre legado y las nuevas expresione­s de la cultura contemporá­nea. Si se consiguier­a, en 10 ó 20 años, se reduciría la migración forzosa de artistas y creadores.

–Jerez es una de las 11 ciudades europeas que forman parte del proyecto Mesoc. ¿Por qué?

–Para Jerez, puede ser muy interesant­e, sobre todo, para sus políticas sostenible­s en torno al turismo y a la cultura, que pueden ser incluidas y evaluadas en su candidatur­a de Capitalida­d 2031. Y Mesoc gana con Jerez también: la capacidad de testar evidencias empíricas que confirmen los impactos que tiene la cultura en la vida de las personas. Con Jerez hace que gane el proyecto.

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