Rivalidades
Hace un tiempo ya que le doy vueltas a la pregunta de por qué esta situación en la que estamos, de por qué tantas restricciones, de por qué pretenden obligarnos a meternos algo en el cuerpo, con independencia de si es bueno o malo, de si es una vacuna o una droga, de por qué una inminente guerra en el Este de Europa. Muchas preguntas y muchas posibles respuestas, pero una concreta se me vino a la cabeza. Y es que han conseguido en la mayoría de nosotros lo que ellos pretendían: enfrentarnos. Enfrentarnos para ser una sociedad dividida, que se distrae en con quién está saliendo Urdangarín en lugar de protestar por los sablazos que el Gobierno les está metiendo a las familias españolas, subiendo cada día un impuesto diferente. Que si la luz, que si los autónomos, que si los agricultores, etcétera. Una sociedad preocupada en señalar al vecino que no se ha vacunado o al que sí lo ha hecho, en señalar al que usa mascarilla o no la usa. Pero la historia no falla nunca, y ésta nos dice que esto ya pasó en otras épocas, y que no tardaremos mucho en darnos cuenta de los errores que estamos cometiendo dejando que éstos que nos gobiernan vayan hasta al cuarto de baño en avión, o prohíban los rezos de las personas en la calle, da igual si es en un banco o en una clínica abortista. Eso sí, que nadie sepa que muchas de las agresiones que están sufriendo los españoles en la calle es a manos de menores no acompañados venidos del otro lado del charco. Lo dicho, señores, de hechos se vive y no de palabras. Que Dios les bendiga.