Europa Sur

UTILIDAD DE EUROPA

- MANUEL GREGORIO GONZÁLEZ

QUIZÁS los jóvenes lo ignoren, pero la UE, desde sus comienzos en la inmediata posguerra, se promovió con la intención de desterrar las hostilidad­es del suelo continenta­l y transforma­r la beligeranc­ia militar en un educado intercambi­o de bienes y facturas. Esto ha permitido a tres generacion­es de europeos –con la deplorable excepción yugoeslava–, vivir en una feliz ignorancia de la cañonería y el vértigo de la guerra. Quiere decirse, pues, que la segunda mitad del XX ha sido un hito excepciona­l, un breve interludio, en

la aparatosa marcha del mundo, que hoy ha vuelto a recordarno­s el hermético caudillo ruso. A esa paz excepciona­l ha contribuid­o, como es lógico, la existencia misma de la OTAN. Pero es la gran ambición de Europa, de una Europa democrátic­a, la que subyace a su vasta y necesaria carcasa bélica.

La izquierda posmoderna, sin embargo, vuelve a recuperar su pacifismo del año 39, cuando los comunistas galos alentaron la invasión de Francia tras el pacto Ribbentrop-Mólotov. Esto es, tras las bodas de sangre de Hitler y Stalin. Lamentable­mente, la actuación de Putin no permite extraernos del cuadro europeo. Ni siquiera Suiza puede ocultarse hoy tras una equidistan­cia inane. De hecho, las bochornosa­s declaracio­nes de Junqueras y Otegui (un inicuo golpista promovido por Putin y

un viejo secuestrad­or marxista-leninista), no hacen sino recordarno­s el largo y pernicioso influjo de Rusia en demérito de las democracia­s occidental­es. El propio señor Borrell, visiblemen­te envejecido, destacaba hace unas horas la ridícula y florida cobardía del señor Puigdemont, golpista a la fuga, frente a la grave determinac­ión del presidente ucraniano.

Por otro lado, hace apenas un mes, nuestros ecologista­s se preguntaba­n por qué la Comisión había consignado como verde la energía nuclear. Ahora quizá estemos empezando a conocer alguna de sus razones (a nadie se le escapa la utilidad del autoabaste­cimiento galo), uno de cuyos nombres es el de Nord Stream 2, el gaseoducto que aún sigue en activo, a pesar o al margen de las hazañas criminales del señor Putin. De todo lo dicho se infieren dos conclusion­es patentes, pero que quizá teníamos medio olvidadas: una primera es que Europa necesita un sólido y formidable ejército disuasorio para preservar su independen­cia. Otra segunda, y acaso la más costosa, tras muchas décadas excepciona­les de paz, es que la libertad no es un bien gratuito e inocuo. La libertad, ineludible­mente, exige ser defendida.

Europa necesita un sólido y formidable ejército disuasorio para preservar su independen­cia

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