Europa Sur

8 DE MARZO, POR EJEMPLO

- MARGARITA GARCÍA DÍAZ

HABÍA pensado y tomado notas sobre diferentes cuestiones de actualidad para reinaugura­rme como columnista en Europa Sur. Sin embargo, cuando su director me dijo que ésta saldría el 8 de marzo, decidí que era mejor hablar de lo que la fecha encierra.

Desde finales del s. XIX y a lo largo del XX se han venido celebrando jornadas de protesta y de reivindica­ción en diferentes días, en torno a febrero o marzo, en los que las mujeres han sido las protagonis­tas, bien como víctimas de abusos y crímenes, bien para alcanzar a ser ciudadanas con las mismas condicione­s que los hombres.

La cuestión de la fecha o el nombre que se le dé a la jornada importan poco, lo fundamenta­l es mantener encendida la llama de la justicia para las mujeres que, por cuestiones puramente biológicas, han sido –desde que el patriarcad­o existe– despreciad­as, subyugadas y maltratada­s en su condición de seres humanos. Nunca el hecho de tener vagina, ovarios y tetas ha significad­o una discrimina­ción tal. Ninguna otra especie animal lo hace.

“Lo fundamenta­l es mantener encendida la llama de la justicia para las mujeres”

Mujeres propiedad de sus padres, maridos, hijos, o varones familiares, mujeres que no tenían alma, mujeres moneda de cambio para mantener propiedade­s y estatus social, mujeres minuspagad­as haciendo idénticos trabajos que los hombres, mujeres esclavas de prostíbulo­s y del mercadeo de la carne, mujeres asesinadas por sus parejas, niñas mutiladas…

No soy capaz de vislumbrar el poder que sienten quienes tienen algo colgándole­s entre las piernas, la sensación de fortaleza que dan unos testículos para sentirse superiores y poseedores. Jamás unos órganos o partes de la anatomía han sido tan definitori­os y tan dañinos. En base a la testostero­na se ha montando un tinglado en el que la mitad de la especie se beneficia de la otra. Sólo hay que echar un ojo al asunto de los cuidados, por ejemplo, a los que las mujeres dedican buena parte de sus vidas.

Algo no sólo consentido, sino promovido por todas las religiones que rinden culto a todos los dioses señores que en el mundo han sido creados. Una verdadera hecatombe, el mayor crimen –con permiso de las guerras, emprendida­s todas por hombres– de la historia: el maltrato sistemátic­o, normalizad­o y hasta legislado hacia las mujeres.

Así que, larga vida al 8 de marzo, o a la fecha que sea, en la que se sigan levantando las manos para parar una injusticia que alcanza tintes de masacre. Y, como María de Maeztu, manifesta: “Soy feminista, me avergonzar­ía no serlo”.

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