Pocrid, un andaluz en la alfombra roja de la moda
● El diseñador cordobés pisa fuerte con sus creaciones ● Macarena Olona se decanta por Raquel Terán
S Unombre de pila es Andrés Pozuelo, pero en el mundo de la moda se hace llamar Andrew Pocrid. Una metamorfosis nominal que le he llevado al estrellato en un sector muy competitivo y donde no resulta nada fácil hacerse un hueco. Lo cierto es que este cordobés se ha convertido en uno de los referentes de la elegancia, especialmente desde la última gala de los Goyas, que nos deparó conjuntos de justificado olvido, pero también otros que nos reconciliaron con esa alfombra roja, en la que últimamente prima más lo histriónico que la belleza.
Un andaluz que lo tuvo claro desde temprana edad. La moda era lo que le gustaba, de ahí que pronto entrara en un curso de corte y confección para formarse. En esta carrera de fondo ha contado siempre con una aliada en casa: su madre. “Siempre la vi cosiendo, aunque no de manera profesional. Tiene buena mano para la costura y mi primer contacto con las agujas fue con ella”, recuerda el diseñador en declaraciones a este periódico.
Su infancia (nació en 1992) estuvo marcada por un nombre: Gianni Versace. Eran los 90 y las top models se prodigaban en las más prestigiosas pasarelas. “Todo ese conjunto llamó mucho mi atención”, refiere Andrew, quien reconoce que lo que más le impresionaba del diseñador italiano era la manera que tenía de “empoderar” a las mujeres, término fagocitado 30 años después por la corrección política.
Italia fue, precisamente, el destino elegido para su formación definitiva. Con 16 años controlaba perfectamente el patronaje, conocimiento básico para quien aspira a introducirse en la moda. Después marchó al Instituto Marangoni, en Milán. “Mi familia prefería mandarme a estudiar fuera, creo que con la intención no sólo de aprender moda, sino de darme la oportunidad de aprender idiomas, vivir la experiencia de conocer mundo”.
Con 16 años creó su firma, Andrew Pocrid. En cinco años ha ido creciendo en volumen e importancia, hasta colarse entre los principales nombres de la moda española. ¿El secreto? “Trabajar incesablemente, creer en tu manera de hacer las cosas, tener estilo propio y una pizca de paciencia para que algún día llegue el reconocimiento al trabajo realizado”.
En la última gala de los Goya uno de los vestidos más comentados (para bien) fue el que lució Paula Echevarría, realizado en crepé color negro y en el que destacaba un juego de volantes plisados con efecto abanico, que enmarcaba el escote tipo strapless. Como único adorno, un galón de cristal de Swarovski. Este material se ha convertido en su distintivo, con el que otorga a las prendas un efecto joya que le caracteriza. Y el aire ochentero. “Siempre me he sentido interesado por esta década. Fueron unos años de exceso en los que predominaban las hombreras y accesorios XL”, detalla el modisto, que ha incluido estos elementos en su última colección, Oh darling.
Lejos de entrar en confrontación, Pozuelo aplaude que haya diferentes formas de hacer y ver la moda, “siendo todas válidas y respetables”. Aunque el cordobés lo tiene claro: “Apostar por la elegancia y sofisticación, pero siempre aportando un toque diferenciador, para no caer en lo obvio y aburrido”.
A sus 30 años ha cumplido uno de sus sueños, vestir a Nieves Álvarez. Le gustaría hacerlo algún día con Penélope Cruz. A ninguna celebrity le concede el rango de musa. Un reconocimiento que, como le hace saber a éste que les escribe, lo tiene reservado a una persona muy especial: “El título de musa sólo puedo otorgárselo a una mujer y ésa es mi madre”.
Pocrid también ha dedicado tiempo a la moda flamenca con unos originales diseños. Un sector del que se hizo eco el mundo de la política la semana pasada, después de que la portavoz de Vox en el Congreso, Macarena Olona, decidiera vestirse con un traje de flamenca (absténgase lo de faralaes) y la diputada andaluza Teresa Rodríguez reaccionara con unas palabras que se situaban, justamente, en lo contrario al elogio.
Disputas políticas al margen, les comento que Olona estuvo en la tienda de Raquel Terán en pleno centro de Sevilla, donde encargó dos trajes. Allí se fotografió con uno, en el que lucía todos los complementos propios de esta indumentaria que, dos años después, volverá a llenar las ferias y romerías. Excelente elección por esta alicantina, decantándose por una de las firmas más importante de un sector tan andaluz.