CULTOS QUINCEAÑEROS
ACOSTUMBRO a pronunciar a mi alrededor, en plan sermón, que la importancia a las cosas se las tiene que dar uno mismo el primero. Es la única fórmula para que se valore externamente y que la calidad se extienda. Desgraciadamente [con muy pocas excepciones]; los Cultos en las hermandades de Algeciras no son un ejemplo de ello. Sin llegar a caer en la retórica o un cierto fariseísmo cofrade y rancio, en el que priorizar de una manera superlativa los Cultos de las Imágenes Titulares como principio fundamental; la realidad es que triduos, quinarios y novenas carecen en su mayoría de la prestancia mínima a la altura de la ciudad.
La Semana Santa de Algeciras se convertirá en madura cuando lo que no tapa el ruido de las cornetas y los tambores madure al mismo tiempo. Lo dicho, con contadas excepciones, la apuesta de las hermandades por los Cultos Internos es generalmente corta e insuficiente. Se aprecia improvisación, falta de compromiso o pocas ganas, por dejarlo claro, en preparar y adecentar esa semana “grande”. Hemos llegado a ver imágenes dantescas en cofradías muy sonadas y de renombre. La planificación brilla por su ausencia.
Cuidar con detalle cada uno de los días de la celebración, dar un sentido, preparar con ilusión el altar de cultos, mimar el mensaje, instar de una manera real la participación y asistencia de los hermanos, tríos de capilla, ofrendas florales y por supuesto, inversión y dinero. Cada céntimo que entra en las arcas de la hermandad [al margen de acciones solidarias] no puede ir dirigido exclusivamente al día de la salida procesional. Los Cultos deben formar parte de la vida de la hermandad de una manera mayúscula y prepararse durante semanas, igual que una salida procesional, con la participación de todos los grupos (acólitos, hermanos de luz, insignias, costaleros, capataces, grupos de bordado, etc.). Se han llegado a ver Cultos sin la presencia de miembros de la Junta de Gobierno.
Y antes de acabar, aprovecho para meter una de canto: las representaciones son algo caduco, de otra época. Ya no vale eso de rellenar bancos gracias a la presencia del resto de hermandades, esto sólo debería reducirse a invitaciones para cofradías hermanadas o que comparten día de salida, punto. El día que demos ese paso, que los altares dejen de parecer la tarta de cumpleaños de un quinceañero [por el número de velas], hablaremos de madurez y cultura cofrade.