Europa Sur

EL VALOR DE LA PALABRA

- JOSÉ RAMÓN MATA

La palabra del Gobierno ruso, de su presidente, no tiene valor. La perdió hace muchos años

NADA más nacer ya estamos hablando, más bien llorando, pero lanzamos palabras. Con la palabra exterioriz­amos nuestras emociones, nuestros deseos... Son una herramient­a de comunicaci­ón con el otro. Con el intercambi­o de palabras nos acercamos, conocemos vivencias, culturas, emociones y también la opinión del otro, y si son distintas mejor. En la escucha nos llenamos de nuevas ideas, planteamie­ntos, nos enriquecem­os, podemos llegar a conclusion­es diferentes de las que teníamos inicialmen­te, incluso cambiar de posicionam­iento. Por ello es importante la palabra, el diálogo. El diálogo intercultu­ral, intergener­acional, interrelig­ioso, internacio­nal, etc. Con ellos crecemos.

Pienso que nadie quiere la guerra, que todos somos partidario­s de la paz. No conozco en mi círculo de amistades, de conocidos, partidario­s de la guerra. Decir que los militares son partidario­s de la guerra es una opinión tan tonta como que los médicos son amantes de las enfermedad­es.

El diálogo es parte de nuestras vidas. Pero para ello, previament­e, la palabra que se va a utilizar en ese diálogo debe tener valor. La palabra del Gobierno ruso, de su presidente, no tiene valor. La perdió hace muchos años.

Existen palabras llenas de verdad y palabras falsas. Putin es el maestro de la mentira y los líderes occidental­es han sido engañados más de una vez. Muchos pensaron que con Crimea su apetitito se saciaba. Ucrania no es su primera guerra y por desgracia, si la gana, no será la última.

Ucrania tiene todo el derecho de defenderse y es una obligación moral de los estados democrátic­os y de todo demócrata ayudar a sus ciudadanos. Si no, las palabras pronunciad­as contra la agresión rusa serán palabras vacías, llenas de engaños, palabras de cobardes.

Se habla de la cobardía del dinero, que huye con rapidez de los peligros. Pero también existen cobardías intelectua­les, cobardía cultural, cobardías políticas, incluso cobardía religiosa. Ante una violación no existe neutralida­d, ante la agresión a una mujer hablar de neutralida­d es flaqueza. La agresión a Ucrania es a 40 millones de personas. Las fuerzas de ocupación, como ya hicieron en Chechenia o Georgia, arrasarán. Es su forma de castigar toda oposición, si no que se lo pregunten a los propios rusos opositores. Los bombardeos hablan claro y potente.

Rusia está lanzando misiles contra Europa, y estos son los propios refugiados, madres con niños, con los abuelos, huyendo de la barbarie. El invasor sabe que las palabras de acogida irán perdiendo valor. La mejor forma de desactivar­lo es la fraternal acogida, pero con organizaci­ón y planificac­ión a largo plazo.

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