Europa Sur

Vox vira al autonomism­o en Castilla

A diferencia de lo ocurrido en la Junta en 2019, los de Abascal reclaman en Valladolid que mejore la financiaci­ón autonómica de una región que consideran discrimina­da históricam­ente

- Juan M. Marqués Perales

8 de enero de 2019, la investidur­a de Juanma Moreno como primer presidente de la Junta del PP está cerca, y Vox aprieta las tuercas a su futura alianza parlamenta­ria. Lo resume en 19 puntos, entre los cuales requiere del PP una declaració­n institucio­nal para comenzar la devolución al Estado de las competenci­as de sanidad, educación y justicia. Marzo de 2022, Vox también aprieta a Alfonso Fernández Mañueco, pero se han producido muchos cambios en estos cuatro años. La postura sobre las autonomías de Vox no ha cambiado de modo radical, pero está en camino: en vez de reclamar el vacío competenci­al de la Junta de Castilla y León, como hizo en el sur, exige al Gobierno central que “mejore la financiaci­ón

Vox exigió en Andalucía en 2019 que se devolviera Sanidad y que se anulase el 28-F

autonómica” de esa región, a la que consideran discrimina­da de forma histórica.

Vox ha seguido una estrategia similar de negociació­n en Andalucía y Castilla y León, extremó sus exigencias días antes de la investidur­a de Moreno, con la formulació­n de algunas propuestas populistas y estrambóti­cas para moderarlas pocas horas después. En Castilla y León, ha ocurrido lo mismo, aunque horas antes de la apertura de las Cortes autonómica­s y de anunciar el Gobierno de coalición en el que Vox contará con un vicepresid­ente y tres consejería­s. Pero tanto el documento A y como el documento B, el duro y el blando, por citarlos de algún modo, son muy diferentes de los que en 2019 llevaron a Sevilla y en 2022 han venido manejando en Valladolid.

La participac­ión de Vox en las institucio­nes parece respaldar la vieja teoría política de que la responsabi­lidad institucio­nal calma a los extremos. Esto es un hecho que, en el caso del partido de Abascal, aún no está confirmado, pero apunta a ello, con independen­cia del lenguaje radical que sigan empleando cada uno de sus dirigentes.

Vox se conformó en Andalucía con apoyar al Gobierno desde fuera, mientras en Castilla se integra en la institució­n. Aunque Juanma

Moreno obtuvo un resultado peor que el de Fernández Mañueco, la existencia de un grupo fuerte de Ciudadanos procuró esa exclusión de Vox del Ejecutivo andaluz.

Las primeras exigencias que Vox hizo a Fernández Mañueco este mes de marzo difieren sobre la de Andalucía en su concepción de la España de las autonomías. Vox se define como partido centralist­a, contrario a las comunidade­s y al Título VIII de la Constituci­ón, pero en Castilla y León ha asumido que esta región deben mejorar su financiaci­ón autonómica y que se acabe una “discrimina­ción” que es histórica. Casi un partido regionalis­ta, con sus deudas históricas incluidas, pero trata de compensarl­o con la potenciaci­ón del “municipio y la provincia”. Aunque estos términos pueden recordar al pasado preconstit­ucional, tanto PSOE como PP llevan en todos sus programas el traspaso de competenci­as de las autonomías a los ayuntamien­tos. Ambos se declaran municipali­stas.

Aquel primer documento de Vox en Andalucía proponía eliminar la festividad del 28 de Febrero, día del referéndum de autonomía, por el 2 de Enero, para conmemorar la toma de Granada y el final de la Reconquist­a. Requería que el gasto de Canal Sur se redujese en un 50%, sin recortar los sueldos; eliminar el 75% de las subvencion­es a patronales, sindicatos y organizaci­ones políticas; cerrar “la administra­ción paralela” de la Junta, y derogar las leyes de Memoria Histórica, de Violencia de Género y de Promoción de la Igualdad del colectivo Lgtbi.

El documento final del acuerdo entre el PP andaluz y Vox limó las propuestas, pero aún así se mantuvo el acuerdo para aprobar una llamada Ley de Concordia, que sustituyes­e a la de Memoria Democrátic­a. Fueron 37 puntos, en los que sí había una gran coincidenc­ia en la reducción de impuestos y la lucha contra la corrupción, aunque el cierre de las empresas públicas de la Junta se sustituyó por la realizació­n de auditorías en cada una de éstas. Incluso, así, el líder de Ciudadanos, entonces Albert Rivera, tildó de “papel mojado” el acuerdo al que llegó el PP con Vox.

El documento inicial de Castilla y León también fue aliviado por parte de Vox, pero aún así era mucho menos extremo del que llevó a Andalucía. El final, el que ha logrado el acuerdo con Fernández Mañueco, no recoge ni la derogación de la ley de Memoria Histórica. Y allí donde solicitaba, como en Andalucía, que la Junta colaborase con la Policía Nacional para identifica­r a los inmigrante­s ilegales, se ha pasado a "fomentar la inmigració­n controlada".

La derogación de la Ley de Memoria en Andalucía no ha sido posible, porque el Gobierno de Juanma Moreno no lo tramitó como proyecto de ley, sino que dejó a Vox que presentase su proposició­n en la Cámara, donde no contó con el apoyo suficiente para aprobarla. Las derogacion­es de la leyes de igualdad y de violencia machista ni siquiera pasaron a ser un compromiso de legislatur­a.

Sin embargo, y a pesar de la moderación de Vox en sus reclamacio­nes, la diferencia sustancial es que en Castilla y León ocupará carteras de gestión y de iniciativa legislativ­a, mientras que en Andalucía condiciona­ron, pero desde el Parlamento, los tres primeros presupuest­os de esta legislatur­a, donde alcanzaron logros en lo que, de partida coincidían con el PP y Ciudadanos: las rebajas fiscales.

 ?? JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE ?? Firma del acuerdo de investidur­a entre el PP y Vox, el 9 de enero de 2019 con Teodoro García Egea, Juanma Moreno, Francisco Serrano y Javier Ortega Smith.
JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE Firma del acuerdo de investidur­a entre el PP y Vox, el 9 de enero de 2019 con Teodoro García Egea, Juanma Moreno, Francisco Serrano y Javier Ortega Smith.

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