TERROR Y DIPLOMACIA
LA estrategia de Putin es la del terror conviviendo con la diplomacia. La guerra relámpago de Putin ha fracasado. Asistimos a un nuevo escenario y estrategia que implicará más tiempo, más muertes y más destrucción. Se habla de avances en la negociación. El presidente Zelensky admite que Ucrania no entrará en la OTAN. Pero se resiste al reconocimiento de la anexión de Crimea y la Independencia de las repúblicas de la región de Donbass. Para muchos la mesa de negociación es una cortina de humo y de distracción hasta que Putin alcance sus objetivos bélicos, para ganar fuerza en la mesa de negociación final.
China, como aliado de Rusia, es la única potencia que puede evitar la destrucción total y acelerar la consecución de la paz. De momento su posición es ambigua. Pero para China Rusia es un aliado incómodo. A China no le interesa una escalada bélica prolongada que conduzca a una recesión mundial. Sus intereses económicos globales se verían muy dañados. Por otra parte, su economía no está en el mejor momento. China tiene problemas de crecimiento, de inflación, de inestabilidad financiera y una crisis inmobiliaria todavía abierta. Pero China puede convertir la amenaza en oportunidad si es capaz de presentarse al mundo como la gran pacificadora. Su liderazgo económico y tecnológico se vería reforzado por el moral. Sería el gran espaldarazo y el reconocimiento definitivo cómo primera potencia mundial, fuerte y confiable, capaz de disputar el liderazgo mundial al declinante Estados Unidos.
Las sanciones económicas están aislando y asfixiando a Rusia. El desplome del rublo está encareciendo las importaciones y provocando una espectacular subida de la inflación, que en el mes de marzo alcanzaba el 12,5%. La subida de tipos de interés al 20% y la fuga de capitales y multinacionales está desestabilizando el sistema bancario, reduciendo la inversión y la producción y aumentando el paro. Una gran recesión se cierne sobre Rusia. ¿Conseguirán las sanciones económicas que Putin se dé por vencido? Me temo que no, por lo menos a medio plazo. Países como Irán y Venezuela, sometidos a grandes sanciones económicas, han sido capaces de sobrevivir durante largos periodos de tiempo. Solo la prohibición de exportar petróleo y gas a Europa podría poner a Rusia al filo de la supervivencia. Pero provocaría una gran recesión en Europa por la fuerte dependencia de Alemania y el centro de Europa del gas y el petróleo rusos.
Por otra parte, los ciudadanos rusos están históricamente acostumbrados a sufrir y soportar condiciones adversas. No ocurre lo mismo con los ciudadanos europeos del estado de bienestar. Lo estamos comprobando estos días en España, al contemplar cómo la subida del precio de los combustibles , de la electricidad, de los piensos, de los alimentos, etcétera, está provocando un malestar social creciente y violentas manifestaciones de transportistas, agricultores y pescadores, que amenazan con expandirse a otros sectores. La pregunta es: ¿Quién aguantará más, Rusia o Europa? Si la guerra se prolonga durante más de un año, Europa y España estarán abocadas a la temida estanflación. De ser así las presiones para que el proceso de negociación culmine en la paz estará más impulsado por Europa que por Rusia y Ucrania.