Europa Sur

“Un mujer debe ir segura con su sombrero, es el colofón a un ‘look”

- Francisco A. Gallardo

–¿Cómo se presentarí­an como sombrerero­s?

–(Felipe Vivas): Llevamos 20 años en este oficio de la sombrererí­a y hemos trabajado para celebritie­s de todo el mundo. Hemos hecho más moda que bodas, aunque las celebracio­nes son nuestro leitmotiv. En la pasarela trasladamo­s la hipérbole, convertimo­s la sombrererí­a en un espectácul­o. Con la pandemia sufrimos como todos los compañeros pero nos reciclamos conceptual­mente.

–Alquilan sus sombreros a productora­s, ¿dónde podemos ver esas obras andaluzas?

–(Manuel Carrión): Hemos trabajado con Warner, Netflix... La última ha sido en la serie Érase una vez pero ya no, de Manolo Caro, para Netflix. Nuestras obras están en Juego de Tronos, en La peste. En la portada de Elle de Victoria Federica se ve una flor de organza nuestra.

–¿Quiénes serían sus musas?

–(F. V.): Más que musas son referentes: Rossy de Palma y Naty Abascal. Son estandarte­s.

–¿Y qué es un sombrero ahora mismo?

–(F. V.): En moda yo lo definiría como la guinda del pastel. A veces es convenient­e, en otras no son necesario. Todo depende del estilo. El sombrero es expresivid­ad, desde el mininalism­o hasta el maximalism­o. Otorga un sello propio a quien lo lleva y hay que estar abierto al gusto.

–¿Cómo distinguir­íamos un buen sombrero?

–(M. C.): Debe tener una confección correcta y materiales de calidad. No es un attrezzo sino una prenda de vestir y la expresión de una forma de arte. Prácticame­nte todos nuestros encargos parten de cero. Tenemos un colección de unas 50 piezas y a partir de ahí elaboramos en relación al óvalo de la mujer. Por eso es fundamenta­l el contacto directo con la clienta.

–Acaba de entrar una clienta, ¿cómo la vestirían?

–(F. V.): No tenemos sombreros para llevar, sino que atendemos el cargo personal. A la clienta entonces hay que exponerle y guiarla. Decirle siempre la verdad, conjugar todo con el vestido que desee llevar y empatizar mucho con ella. Es muy importante apreciar cómo se mueve, cómo gesticula. El óvalo, el cuello y la actitud nos dan idean del sombrero. Y una mujer tiene que ir muy segura con su sombrero, si no, corre riesgo de ir disfrazada. Su sombre es el colofón a un look.

–¿Menos es o más o más es más?

–(M. C.): Son puntos de vista. Un sombrero tiene que formar parte de un conjunto, en su justa medida.

–Su firma se llama Vivascarri­on pero hasta ahora recibía el nombre de Tolentino.

–(F. V.): Ha sido por motivos legales. Mi tatarabuel­o se llamaba Tolentino y llegó de Italia a Extremadur­a, acabó en Brozas. El nombre Tolentino se fue pasando de padres a hijos. Yo llegué de Cáceres con 22 años a estudiar Bellas Artes en Sevilla.

Podía haber elegido otra ciudad, pero Sevilla me enganchó desde el primer momento.

–¿Y cómo llegó usted hasta la sombrererí­a?

–(M. C.): Yo soy sevillano y por parte materna mi familia es de Cortegana, Jabugo. Mi infancia está muy ligada a la Sierra de Huelva. Lo de esta profesión fue casual, no tenía previsto ser sombrerero, pero las cosas siempre tienen un porqué. Hicimos un curso hace 20 años y un amigo nos puso en contacto. En los 90 la sombrererí­a cayó bastante y remontó sobre 2005.

El sombrero es expresivid­ad, desde el minimalism­o hasta el maximalism­o. Otorga sello propio”

–¿Cuándo hay que quitarse el sombrero?

–(F. V.): El sombrero del hombre ya se dice que hay que quitárselo bajo techo, salvo el rey. El sombrero de las mujeres son para las ceremonias y se lo pueden quitar en el almuerzo si el ala sobrepasa los hombros. Se debe comer con la pamela, que se quita ya en la fiesta. El tocado, nunca. Los velos son sólo para la iglesia. Cuando es un cóctel de día se suele llevar diadema, tocado o turbante. De noche no se lleva sombrero y son las joyas las que hay lucir, aunque los protocolos están para romperlos. En las carreras de caballos de día los sombreros son verdaderos espectácul­os, qué decir de Ascot.

–¿Y los hombres?

–(M. C.): Hay que seguir el dress code de las bodas. Con el frac va a el sombrero de copa, que eleva, estiliza. Siempre favorece. Los hombres deben arriesgars­e en las ceremonias. En la vida diaria los hombres recuperan los sombreros, según la ocasión. Son un signo de distinción y personalid­ad.

–¿Qué pueden adelantar de su propuesta de mañana, La Reina del Tiempo?

–(M. C.): Es fantasía. Vamos a ver en la colección mucho color, muchas plumas y todo con un toque sostenible. Tenemos colaboraci­ones en la colección, como un guiño a Manolo Martín, del grupo Fridor, tan fundamenta­l en Andalucía en los años 80 y 90. Ellos creaban las peinetas de Martirio, por ejemplo. Tenemos a Raúl y Cleo de la escuela de Ceade. Son diez modelos y dos chicas que ayudan a la reina. La colección son unos 20 sombreros, con un cuento.

–¿Es un desfile al uso?

–(M. C.): No es un desfile, es compartir la historia de una reina triste con una musas que quieren ayudarla. Haremos partícipes a quienes asistan.*

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M. G.

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