Sanlúcar se entrega al Rey Felipe
El Rey visita la localidad para celebrar el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo y la Capitalidad Gastronómica Barbadillo obsequia al monarca con un vino de 130 años
No hubo truenos pero sí aplausos atronadores en la llegada de Don Felipe VI a la plaza del Cabildo de Sanlúcar donde en una soleada mañana de viernes comenzaba el periplo del monarca por una ciudad bendecida doblemente en este 2022, en el que no sólo sigue celebrando el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, sino que suma la Capitalidad Española de la Gastronomía.
Estas generosas mimbres sostenían una nueva visita de Su Majestad a una localidad que también pisaba hace dos años. Entonces, Teresa Gómez, “una sanluqueña por los cuatro costados”, no dudó en ir a Bajo de Guía para ver de cerca “al Rey más guapo y con más percha del mundo”. También repite Pepi Raposo, con su hermana Consuelo, tomando posiciones a la vera de la valla que separaría al Rey de su pueblo pero que Don Felipe se atrevió a retar cuando en su entrada en la plaza del antiguo Ayuntamiento dio la mano a algunos de los cientos de sanluqueños que como Pepi, como Consuelo o como Teresa lo recibieron con fervor (y un tanto de confianza) al grito de “¡Felipe, Felipe!”.
El renombrado no llegó solo. El ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno y el alcalde de Sanlúcar, Víctor Mora, que se rendiría al Rey dotándole del bastón de mando de la ciudad, lo acompañaron en un recorrido jalonado con vítores (ya más institucionales) de “¡Viva el Rey!” hasta las puertas del antiguo Consistorio sanluqueño, actual biblioteca municipal, donde la Corporación al completo, además de la presidenta del Parlamento Andaluz, Marta Bosquet, y la presidenta de Diputación de Cádiz, Irene García, esperaban a la deseada comitiva.
La explosión de amor ciudadana (las poquitas banderas españolas se agitan con fuerza) y un breve saludo a las personalidades políticas desembocaron en la entrada del Rey al coqueto edificio histórico en cuyo balcón se asomaría minutos más tarde para saludar a los sanluqueños. Entre uno y otro momento, en el interior del antiguo Ayuntamiento, Don Felipe daría audiencia a algunos representantes de la sociedad civil sanluqueña como la Fundación Casa Medina Sidonia –con la presencia de Liliane Dahlmann y también del duque de Medina Sidonia, Leoncio Alonso de Gregorio Álvarez de Toledo–, la Real Sociedad de Carreras de Caballos, la Fundación Puerta de América, el Círculo de Artesanos de Sanlúcar, el Ateneo de la ciudad, el Real Club Náutico de la localidad o la asociación 500 Años de Circunnavegación a Vela, entre otras entidades.
Con el alma de la sociedad civil departió Don Felipe en el antiguo salón de Plenos, principalmente, sobre las actividades ya celebradas por la conmemoración de la Circunnavegación por los proyectos de estas entidades en la ciudad e, incluso, fue invitado a la próxima edición de las populares Carreras de Caballos de Sanlúcar que tienen lugar este verano.
También tuvo tiempo el monarca para hablar con los miembros de la Corporación municipal cuyo alcalde celebraba el “importantísimo respaldo” que supone para Sanlúcar la visita de Don Felipe al que entregó las Llaves de la ciudad durante este breve encuentro. “Y más en este momento donde tanto el turismo como la industria gastronómica sanluqueña está siendo celebrada con mucha pujanza”, recordó.
Pero la visita de Felipe VI a Sanlúcar no sólo contemplaba su presencia en el edificio que fue sede del poder municipal sino que las Bodegas Barbadillo, que el pasado año cumplían los 200 años erigiéndose como una de las diez empresas familiares más antiguas de España, fue el siguiente destino del Rey durante la intensa jornada de ayer. Una cita en la que no sólo pudo contemplar la belleza del complejo bodeguero sino donde disfrutó de la bondades gastronómicas de la tierra, no en vano, había que celebrar la Capitalidad.
Menos público que en la plaza del Cabildo se agolpó en las inmediaciones del Castillo de Santiago
para ver al monarca que, de nuevo, no dudó en acercarse, e incluso intercambiar algunas breves palabras, con los pocos sanluqueños que, de nuevo, lo reclamaban por su nombre de pila. Avanzando sólo unos metros, Don Felipe también quiso tener un detalle con el concesionario del Castillo, Álvaro Taboada de Zúñiga, con el que se tomó una fotografía frente al monumento, justo antes de entrar en la primera Bodega de Barbadillo, donde está situado el Museo de la Manzanilla.
La familia bodeguera, con Manuel Barbadillo, presidente de la compañía, al frente, recibió a Don Felipe al que también esperaba su tía, doña Beatriz de Orleáns, el presidente del Consejo Regulador del Jerez y la Manzanilla, César Saldaña, el presidente de la Fundación de la Manzanilla, Víctor Vélez, y otros empresarios de la industria del vino y de la gastronomía de la ciudad como el conocido Fernando
El alcalde agradeció el “respaldo” del monarca al municipio y le brindó las Llaves de la ciudad
Hermoso, de Casa Bigote.
También hubo lugar para los cerca de 90 trabajadores de Bodegas Barbadillo que pudieron fotografiarse con el Rey en el patio de la segunda bodega donde se inauguró una placa que celebra esta visita, y que también fue motivo de fotografía con la familia y autoridades políticas.
Pero, sin duda, uno de los momentos más esperados por todos los presentes fue el instante en el que Don Felipe pasó al patio de andanas para firmar en una bota de vino oloroso, que alcanzó alzándose en una pequeña escalera.
No probaría Don Felipe ese caldo sino el contenido de una botella de nombre más poético. Y es que, tal y como confesaba Esther Gutiérrez, directora de Marketing y Comunicación de Bodegas Barbadillo, la casa tenía previsto obsequiar al monarca con su reputado Versos 1891, un vino de 130 años. Un detalle con el que coronarían el almuerzo servido por el Catering El Faro donde no faltaron los productos de la tierra, incluso, los codiciados langostinos de Sanlúcar que con con la crisis del gasoil no llegan, desde luego, a cualquier mesa.