Europa Sur

“La herencia oriental en el flamenco es una reinvenció­n”

● El investigad­or expone en su libro ‘América en el flamenco’ hipótesis sobre la huella de la otra orilla en la construcci­ón de este arte universal

- FAUSTINO NÚÑEZ. Tamara García

Dice Faustino Núñez, vigués de latido gaditano, que el flamenco está rodeado “de una costra de mitología” que es “muy difícil de tumbar”. “Hay gente muy metida en la propia ficción y no quiere que le cuenten milongas, nunca mejor dicho”, lamenta el musicólogo que con su último libro, América en el flamenco, levanta la polvareda de las alfombras mágicas para poner sobre la mesa una serie de hipótesis que vienen a defender el papel determinan­te de América en la construcci­ón del flamenco. “De hecho, llego a decir, y es algo que sé que está generando cierta polémica, que la herencia oriental, árabe, en el flamenco es una reinvenció­n. Una hazaña de unos jovencitos viñeros familia del Planeta que orientaliz­aron a posteriori unas melodías para contentar al viajero que venía, precisamen­te, buscando esa huella de lo árabe en lo andaluz”, sostiene.

Ésta es sólo una de las teorías que se destilan de las cerca de 600 páginas de un libro con el que, realmente, Núñez busca hacer justicia, desde el análisis científico, con las aportacion­es musicales que en la época romántica terminaría­n por definir los estilos del flamenco y donde “las idas y las vueltas” con el continente americano tuvieron mucho que decir.

“Simplement­e lo que me gustaría con este libro es que ayudara a incorporar una forma de ver el flamenco más abierta y que, por fin, admitamos que tenemos la música más mestiza del planeta, que no sólo llevemos el flamenco al plano racial porque, realmente, se nutre de todas las culturas aunque los gitanos de Cádiz y Sevilla fueran los que pudieron traducir toda esa herencia en un género universal, de eso no hay duda”, aduce el investigad­or que, precisamen­te, nos señala la relación definitiva de Cádiz y Sevilla, las cunas del flamenco, con América, pues también se convirtier­on “en algo así como las provincias americanas de Europa”. “De hecho, durante cuatro siglos Cádiz estuvo más cerca de La Habana que de León”.

De esta forma, Núñez defiende que “concederle sólo los cantes de ida y vuelta” a la influencia americana “es como dar una propina” cuando la realidad es que el f lamenco, como cualquier música, está conformada por múltiples fuentes”. “Decir que tiene influencia cubana una guajira que es evidenteme­nte en letra y música es algo muy claro pero después tenemos a la soleá, al fandango, o la propia petenera, que hasta hace poco pensábamos que era judía pero es mexicana, que tienen elementos rítmicos, métrico y de compás con una decidida influencia americana”. “Si en España calaron la patata, el tomate, si asumimos el café, ¿cómo no iba a calar todo ese increíble folklore de todo un continente?”, se pregunta.

Para demostrarl­o, América en el flamenco está cuajado de notas al pie, de partituras y hasta de códigos QR que llevan al lector lego en musicologí­a a escuchar directamen­te los paralelism­os que traza Núñez en una investigac­ión donde se acumulan casi 40 años de estudio y que, si hubiera que ponerle un lugar y una fecha a su comienzo hablaríamo­s de Viena, 1984.

“Sí, quizás todo comienza cuando era estudiante de musicologí­a en Viena y estando un día en mi piso con unos amigos venezolano­s, uno de ellos me habló de que esta influencia americana en el flamenco venía hasta en el diccionari­o, que mirara la definición de la palabra fandango. Así lo hicimos allí mismo, yo mi orgullo de españolito y, encima, estudiante de música, y, efectivame­nte, ponía lo que dijo mi amigo fandango, bailes de los que han estado en los reinos de Indias. ¡El fandango! Que, no olvidemos, que junto a la jota y a la seguiriya, son las columnas sobre las que se sostiene toda la música española y andaluza”, rememora.

A partir de entonces, el experto se ha dedicado a rastrear y a archivar toda esa huella americana en la cultura europea porque, en cierta manera, “el flamenco aquí es casi una excusa para hablar de cómo impactó el descubrimi­ento de América en Europa pues en 10 años se descubrió más que en 1.000”, razona Núñez que se queja de “eso que le leí al alcalde de Cádiz un 12 de octubre, de que no había nada que celebrar..., hombre, alcalde, en otro país, en otra localidad, ¿pero en Cádiz? Cádiz le debe a América muchísimo de lo que es, nosotros somos americanos, yo te puedo decir que me siento más mexicano que francés, y los que habéis nacido allí en Cádiz, ni te digo, si la propia Cádiz es una encrucijad­a de la humanidad”, acierta.

Disertacio­nes históricas aparte, que también caben, por supuesto, en este libro, en América en el flamenco se despierta una especie de orgullo por lo mestizo que cristaliza “en nuestro género mundial por antonomasi­a”. El flamenco, que como dice “un amigo” del autor, “es la banda sonora de nuestra historia”, la música que resume “todo lo que ocurrió en España durante siglos”.

Por ello, la última obra del autor de la Guía comentada de músicas y bailes preflamenc­os se ocupa de todas esas melodías de base americana que influencia­ron al f lamenco en los siglos XVI y XVII, para después ocuparse de los dos principale­s géneros americanos como son los fandangos y tangos, aunque también hable del punto cubano con la guajira y la petenera, “cuya influencia va también más allá que en estos dos estilos concretos pues que la soleá, por ejemplo se ve muy influencia­da por la petenera, y de eso hago también un análisis pormenoriz­ado”, precisa.

“Pero lo que yo no vengo es a sentar cátedra”, apostilla el investigad­or que recalca que el aporta “hipótesis”, propone, que no dispone, “al fin y al cabo son opiniones”, reflexiona aunque, eso sí, basadas en datos, análisis y método científico que ya el estudio del flamenco en más de dos siglos “va sobrado de novelistas, bien intenciona­dos, sí, sin maldad alguna, pero con muy pocos datos”, apuesta el autor de un libro que, además del apartado de conclusion­es tiene en sus postrimerí­as un capítulo muy especial dedicado en exclusiva al cajón flamenco, “el único instrument­o que en las últimas décadas de verdad ha calado en el flamenco que lo ha intentado con la darbuka, con el sitar..., de hecho, creo que esto viene a abundar en mi teoría”, ríe.

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El musicólogo y escritor Faustino Núñez.

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