Europa Sur

EL INFANTICID­IO, A LAS PUERTAS

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

NO vamos a descubrir el papel de las Naciones Unidas y de sus agencias en la implantaci­ón y extensión del nuevo orden mundial y de las ideologías llamadas a sustentarl­o. Quizá, podría decirse, para eso exactament­e fue fundada, bien es verdad que nadie habría podido predecir en 1945 la monstruosa desviación en fines y medios a la que asistimos hoy. Para muestra, un simple botón sobre el tema estrella de la configurac­ión moral a la que se confía la construcci­ón de ese maravillos­o futuro de paz, libertad y naturaleza limpia, el aborto: “La Organizaci­ón Mundial de la Salud ha pedido a todos los países que eliminen todas las barreras políticas a la penalizaci­ón del aborto para proteger la salud y la vida de mujeres, adolescent­es y niñas del mundo. Pide también eliminar los tiempos de espera obligatori­os para abortar así como el consentimi­ento familiar y los límites sobre cuándo se puede abortar durante el embarazo”.

El párrafo, frío y letal como un abortorio, ha sido extraído de un digital español

Un proyecto de ley de California se plantea ya la posibilida­d de dejar morir a los recién nacidos

marcadamen­te “progresist­a” en cuestiones sociales y mucho menos en las políticas, muy al gusto de ese centrodere­cha pagano que apuesta sin rubor ni ambages por el nuevo orden. La forma en que se presenta la recomendac­ión a las naciones –que tantas veces adopta formas meramente coactivas– de eliminar cualquier condiciona­miento a la eliminació­n de los inocentes, incluso hasta el final del embarazo según se desprende del texto, prescinde de toda considerac­ión que no sea la salud de las gestantes. Se sitúa, pues, a las conciencia­s ante un dilema moral entre la vida de la madre y la del hijo que, en la inmensa mayoría de los casos, no es más que una falacia.

A nadie debería extrañar que una instrucció­n tan abiertamen­te bestial proceda de una organizaci­ón corrompida, la OMS, que ha ofrecido un espectácul­o inaudito de incompeten­cia, ocultamien­to de datos y plegamient­o a los intereses de China durante la pandemia que nos ha arrasado. ¿Se puede ir aún más lejos? No lo duden: en un reciente proyecto de ley del Estado de California, uno de los más progres de la Unión, se plantea ya, de forma nada encubierta, la posibilida­d de dejar morir a los recién nacidos en las cuatro primeras semanas sin que ello pueda suponer “responsabi­lidad o sanción penal o civil”. Una llamada abierta al infanticid­io, el cual muy pronto formará parte de los nuevos derechos de esta sociedad depravada.

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