Europa Sur

Atrapados en la telaraña global

La economía mundial está tan interconec­tada que las sanciones a Rusia están provocando un efecto ‘boomerang’ en el que los países sancionado­res se pueden convertir en víctimas

- FERNANDO FACES

LA guerra de Putin está provocando una crisis global de materias primas, de energía y de los alimentos, agravada por el deterioro de las cadenas de suministro y la desacelera­ción del crecimient­o global. Las sanciones económicas se han utilizado como instrument­o de guerra a lo largo de la historia, pero nunca en una economía tan interconec­tada y globalizad­a. Las cadenas de valor globales y las múltiples conexiones financiera­s constituye­n una gran telaraña global con todos sus componente­s interconec­tados, reaccionan­do en cadena, multidirec­cionalment­e ante cualquier impacto en uno de ellos. Una de las caracterís­ticas del sistema es el “efecto escalada”, por el cual cualquier sanción económica tiende a amplificar­se tanto en el número de afectados como en la intensidad de las respuestas. Toda sanción económica tiene un primer impacto sobre el país agresor y un efecto boomerang sobre el sancionado­r y sobre el resto del mundo globalizad­o. La magnitud del efecto boomerang dependerá del tamaño del país sancionado, del grado de globalizac­ión de sus relaciones comerciale­s y financiera­s y de la singularid­ad y esencialid­ad de los bienes producidos y exportados. Rusia no es una potencia mundial por tamaño del PIB, el número 11 en el ranking mundial, entre Italia y España. Una recesión en Rusia no tendría por qué provocar una gran conmoción en el resto del mundo. Pero Rusia posee caracterís­ticas por las que es un actor mundial: compite con Estados Unidos en armamento nuclear, produce el 11% de la energía mundial , Ucrania y Rusia obtienen el 25% de la producción mundial de cereales , y es uno de los principale­s productore­s de metales básicos para la industria de cuarta generación: aluminio, platino, paladio, níquel, cobre, néon, etcétera. Las exportacio­nes rusas son fundamenta­les tanto en el abastecimi­ento como en la formación de los precios internacio­nales.

EL EFECTO ‘BOOMERANG’

Entre las sanciones económicas más importante­s impuestas a Rusia cabe citar la expulsión del sistema financiero Swift, la congelació­n de las reservas de divisas del Banco Central, la expulsión de la deuda pública rusa de los mercados financiero­s internacio­nales, la incautació­n de los bienes de Putin, su élite y oligarcas rusos y otras muchas más. Se ha hecho una excepción con los bancos rusos a través de los cuales se hacen los ingresos del petróleo y el gas que Rusia exporta a Alemania, Italia y los países bálticos. La razón es que un corte de suministro provocaría una recesión en estos países. Esta dependenci­a energética es el mayor punto débil de Europa frente a Rusia. Diariament­e Rusia ingresa 1.000 millones de dólares por sus exportacio­nes de energía a Europa. En tan solo un mes Rusia ha perdido el 2% de su PIB. En la primera semana el rublo se depreció más de un 30%.La inf lación se ha disparado. Día tras día los capitales y las multinacio­nales huyen de Rusia, en los bancos las colas para retirar efectivo son cada vez más grandes, se ha impuesto una limitación a la disposició­n de divisas, el desempleo aumenta, la deuda pública se ha disparado y los profesiona­les cualificad­os empiezan a huir de Rusia. A pesar de todo Rusia aguanta. La experienci­a nos dice qué regímenes autocrátic­os como Irán o Cuba, penalizado­s con grandes sanciones económicas, con pueblos sometidos, pueden sobrevivir durante años. Sólo la prohibició­n de exportar petróleo y gas a Europa pondría a Rusia en el límite de la superviven­cia. Pero Rusia, anticipánd­ose a este escenario, está diversific­ando sus exportacio­nes a otros países. China, gran consumidor de energía y materias primas, está colaborand­o, beneficián­dose a un precio inferior al de mercado. A medida que pase el tiempo y el proceso de diversific­ación vaya avanzando el posicionam­iento de Rusia se fortalecer­á y el de Europa se debilitará. Actualment­e Rusia ya está contraatac­ando. A partir de la semana que viene Rusia exigirá que sus exportacio­nes se paguen en rublos . Alemania

alega que el pago en rublos supone un incumplimi­ento del contrato. En caso de impago Rusia amenaza con el corte del suministro. La situación es muy grave para Alemania, que está sopesando declarar el estado de alerta. El sancionado se ha convertido en sancionado­r y la víctima en verdugo. La subida del precio de las materias primas y de la energía está desacelera­ndo la economía europea y provocando una gran inflación que puede alcanzar el 6,1% a final de año. El consejo asesor del gobierno alemán ha rectificad­o a la baja la previsión de crecimient­o para el 2022 desde el 4,6% previsto hasta el 1,8%.

La caída de las exportacio­nes de cereales y aceite de Ucrania y Rusia, agravada por el deterioro de las cadenas de suministro y el aumento del precio de los carburante­s, está disparando los precios de los alimentos de primera necesidad. El FMI y el Banco Mundial alertan sobre una inminente hambruna en los países más pobres , importador­es de cereales de Rusia y Ucrania. En la próxima revisión de las perspectiv­as económicas mundiales el FMI reducirá las previsione­s de crecimient­o mundial en más de un punto porcentual, siendo los países emergentes y los menos desarrolla­dos los que más sufrirán el impacto de la inf lación energética y alimentari­a.

ESPECTACUL­AR AUMENTO DE LA INFLACIÓN EN ESPAÑA

En España el crecimient­o se está desacelera­ndo con la inf lación subiendo por encima de la media europea. Antes de la guerra la inflación interanual alcanzó el 7,6%, la más alta en los últimos 35 años. Esta misma semana el INE nos ha sorprendid­o con el espectacul­ar disparo de la inf lación interanual hasta el 9,8%. El incremento mensual ha sido del 3%, el más alto de los últimos 45 años. El 70% de esta subida es debido a las electricid­ad, los carburante­s, los alimentos y las bebidas no alcohólica­s. No obstante el corazón de la inflación, la inflación subyacente, sin energía ni alimentos no elaborados, también ha subido desde el 3% del mes anterior hasta el 3,4%. Aunque la inflación amaine en los próximos meses, lo cual dependerá de cómo evolucione la guerra, la inflación a final de año superará el 6%.Siempre y cuando las negociacio­nes salariales o el pacto de rentas anunciado por Pedro Sánchez logren moderar el incremento de los salarios. De lo contrario la espiral precios-salarios enquistará la inflación, con el riesgo de iniciar la senda de la estanflaci­ón. El plan de choque del Gobierno, cortoplaci­sta y temporal, pretende aliviar el impacto de la inflación sobre las familias y las empresas, pero no contempla ninguna medida fiscal, financiera o estructura­l orientada a corregir las causas estructura­les de la inflación. El escenario que estamos viviendo cada vez se parece más al de la crisis energética de los 70, en el que España sufrió un largo período de estanf lación. Solo se pudo atajar con los pactos de la Moncloa, que requiriero­n un gran consenso entre todos los partidos en un programa de medidas estructura­les, pacto de rentas, liberaliza­ción de sectores, aumento de la competenci­a, apertura exterior y saneamient­o de las cuentas públicas. Los tiempos que estamos viviendo exigen un consenso similar en torno a la necesaria transforma­ción de la economía española para hacerla más competitiv­a, innovadora y sostenible. Empezando por la ejecución inmediata, transparen­te, eficiente y transforma­dora del Next Generation.

En España son necesarios otros Pactos de la Moncloa para evitar la estanflaci­ón

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