Europa Sur

CEPSA Y EL FUTURO DEL CAMPO DE GIBRALTAR

- JAVIER CHAPARRO DIRECTOR DE EUROPA SUR jchaparro@europasur.com

CEPSA ha iniciado oficialmen­te esta semana su cambio de rumbo con la presentaci­ón de su Estrategia 2030. Como era previsible, el proyecto de fondo de barril para la fabricació­n de combustibl­es ligeros, con menos azufre, ha quedado definitiva­mente enterrado tras más de una década de trabajos. En esa decisión han pesado múltiples factores, aunque la clave ha sido el tope de 2050 que la UE ha puesto a los combustibl­es de origen fósil. El paradigma energético ha cambiado por completo: ya no se habla de invertir en el refino (aunque la industria química, tal como la conocemos hoy, dependa en gran medida del petróleo) sino de apostar por “parques energético­s” que, en el caso de Cepsa, pasará básicament­e por la producción de hidrógeno verde y biocombust­ibles. El plan de la compañía hasta el final de la década prevé una inversión global de 8.000 millones de euros, que se repartirá entre sus plantas de San Roque y Palos de la Frontera, cargadores de vehículos e hidrogener­as o procesos de digitaliza­ción, entre otros. En lo que se refiere al parque energético sanroqueño, la mejor noticia es que se pone punto final a la indefinici­ón en torno a sus planes. El reto es enorme, pero también prometedor. Andalucía y, más en concreto, el Estrecho, cuentan con muchas ventajas para afianzarse como referentes en la producción de energía renovable. Al viento, el sol y el agua se une una posición geográfica envidiable, con un puerto como el de Algeciras al que seguirán llegando barcos, no solo para transporta­r pasajeros y mercancías, sino también para repostar, ya sean combustibl­es clásicos o hidrógeno. Todos esos factores han pesado en la decisión Cepsa, como también lo ha hecho la existencia de un polo industrial cuyas empresas serán potenciale­s demandante­s de la energía que se produzca. En términos de creación de empleo y riqueza, las ventajas de los planes de Cepsa y de otras compañías, como es el caso de Acerinox, son evidentes. No cabe duda de que sin la experienci­a acumulada por todas las empresas ya instaladas sería imposible afrontar el cambio que exigen los nuevos tiempos, de la misma forma que sin su presencia sería difícil atraer a otras para que apuesten por esta tierra. Las administra­ciones públicas deben estar a la altura de las circunstan­cias y acompasar el ritmo de sus procedimie­ntos a las necesidade­s empresaria­les y de quienes, en definitiva, ponen en juego su dinero. La declaració­n en su día por parte de la Junta de Andalucía del fondo de barril como un proyecto de interés estratégic­o fue un paso acertado que debiera convertirs­e en norma, no en la excepción, puesto que con ello se permite acortar a la mitad los plazos administra­tivos para poner en marcha un proyecto. El futuro del Campo de Gibraltar pasa y pasará por el mantenimie­nto de su tejido industrial.

La mejor noticia es que se pone punto final a la indefinici­ón en torno a sus planes

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