Europa Sur

MI NOVIO ES WILL SMITH

- CARMEN CAMACHO

QUE tire la primera piedra la que no haya tenido alguna vez un novio con repentes de Will Smith. Cuando mozuela, digo, no ahora (o, bueno, también). O quien no tenga una conocida con un novio de estas trazas. Que levante la mano la guapa que, en su muchachez, no se montó en la moto de uno que la llevaba a frenazos y embestidas, o no haya visto venir al cobarde valentón que lo mismo te calienta la oreja que cita en público a otros machos para una berrea. Que avise la que, habiéndose visto en el trance de estar con uno de estos, no se haya preguntado: “¿Pero, por qué aguanto los números que monta en mi nombre este animalico?”. La respuesta quizá le haya salvado la vida. De los creadores de “Tú qué miras, es mi chica”, “Perdona, ¿te está molestando ese tipo?”, “Sujétame, tía, ¡que le arranco la cabeza!” y “No te parto la cara porque eres una mujer” (telita), llega ahora a nuestras pantallas Will Smith haciéndose la picha un lío. Literalmen­te. “Mi cari, mi chiqui, mi chati, mi chocho, mi chacha, mi esclava, mi

Ante las imágenes del tipo metiéndole al otro, más de una habrá mascullado: “Mi novio es Will Smith”

alma”, canta Pablo Peña, de Fiera, en el temazo que hace con Bronquio.

Sorprende y no, ambas cosas a la par, que todavía haya gente, muchos hombres y mujeres, que sientan mariposas en el estómago ante la imagen, repetida hasta la extenuació­n, de Smith endiñando una torta con la mano abierta al otro por haber hecho un chiste tontucio de su mujer. No sólo no ven nada raro en ello, sino que sostienen que así se actúa. A algunos de quienes piensan de este modo les otorgo, más que mala fe, una profunda torpeza intelectua­l y moral para dejar de confundir cuidar con proteger, tutelar y mear el territorio.

Muchos se resisten al cambio de paradigma, a que muchas mujeres –a pesar de la nefasta educación sentimenta­l recibida– tengamos claro que no necesitamo­s a un mamarracho que nos pille del brazo mientras enseña los dientes a sus congéneres, sino a hombres plenamente consciente­s de la mujer que tienen al lado y a una sociedad criada en igualdad real. Un curandero de su honra de estos, que reacciona con violencia en nombre de su mujer, pone en evidencia un serio problema no sólo de ese hombre concreto, también de quienes, a estas alturas, no ven nada malo ni raro en ello. Estoy segura de que, ante las imágenes del tipo enchufándo­le un sosquín al otro, más de una habrá mascullado: “Mi novio es Will Smith”. Habría que preguntarl­es si, en el fondo de su corazón, liberadas de estereotip­os, se sienten orgullosas o humilladas por ello.

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