Europa Sur

SENTIMIENT­O RELIGIOSO

- EDUARDO JORDÁ

VEO en un vídeo a un pope ruso bendiciend­o a unos soldados que van a luchar a Ucrania. Después leo que ha disminuido mucho el sentimient­o religioso entre los españoles, sobre todo entre los más jóvenes. Según una encuesta, el 63,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años no tiene ningún tipo de creencia religiosa. No sé qué fiabilidad tendrá esta encuesta –hay sondeos que parecen fabricados por la bruja Lola–, pero todo lo que conocemos parece indicar que tiene una gran parte de

verdad. El otro día, por ejemplo, me extrañó mucho ver a una jugadora de fútbol –del Barcelona, creo– santiguánd­ose cuando saltaba al campo. Y eso que ahora mismo, en pleno comienzo de la Semana Santa, las iglesias están llenas y hay miles de jóvenes visitando capillas y hermandade­s. Pero quizá ese fervor sea un espejismo. Pasada la Semana Santa, las iglesias volverán a quedarse vacías.

¿Es bueno que haya disminuido el sentimient­o religioso? ¿Es mejor una sociedad atea o indiferent­e que una sociedad fuertement­e religiosa como la rusa? En principio, sí, claro. En la cultura rusa está muy arraigado un sentimient­o casi místico, y muy difícil de explicar para alguien que no sea ruso, que une la devoción a la Iglesia ortodoxa con el culto místico a la

sagrada tierra rusa. Es una especie de simbiosis: la tierra rusa y la fe ortodoxa son la misma cosa. Ese sentimient­o está presente en Dostoievsk­i, en Shestov, en Soloviev y en docenas de pensadores más. Y la invasión de Ucrania, por ejemplo, es una consecuenc­ia de este sentimient­o irreprimib­le. Ucrania es territorio sagrado porque es ruso. Y ahora mismo está siendo ocupada por intrusos a los que hay que expulsar como sea. Lo crean o no, este sentimient­o funciona así.

En este sentido, bienvenida sea la indiferenc­ia religiosa que reina entre nosotros. Pero no conviene olvidar que el sentimient­o religioso –ese anhelo de absoluto que anida en todo ser humano– tiende a reaparecer adoptando otras fórmulas cuando es expulsado de nuestra conciencia. Ciertos movimiento­s ideológico­s contemporá­neos –el feminismo más dogmático, la teoría queer, el nacionalis­mo identitari­o, etc– no son más que mutaciones colaterale­s de la vieja religión cristiana que ha sido sustituida por nuevas sectas ideológica­s, en muchos casos cien veces más fanáticas que la antigua fe. Freud sabía mucho de eso.

¿Es mejor una sociedad atea o indiferent­e que una sociedad fuertement­e religiosa como la rusa?

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