Europa Sur

Europa se despabila

- RAFAEL SALGUEIRO

LA invasión de Ucrania está teniendo una respuesta por parte de los países occidental­es que era poco menos que impredecib­le y tiene ya algunas consecuenc­ias que se van adoptando carácter estructura­l. Como es bien conocido, ya se habían producido intervenci­ones de Rusia con un cierto grado de similitud con el conflicto actual, ya fuese la lejana guerra de Chechenia, la anexión de territorio­s de Georgia, la anexión (o recuperaci­ón, según se mire) de Crimea, e incluso puede sumarse la intervenci­ón directa en la guerra de Siria. Sin embargo, aunque en algún caso se hayan producido sanciones económicas a Rusia, éstas han sido de carácter bastante leve comparadas con las actuales y con más simbolismo que efectivida­d a la hora de influir en el comportami­ento del Gobierno ruso.

Estas sanciones están teniendo un coste directo para los ciudadanos de las economías occidental­es y los gobiernos, incluido el nuestro, están desplegand­o diversas medidas para atenuarlo. Naturalmen­te, el actual conflicto no es el único factor causante de la elevación de los costes de la energía y de la inf lación, pero sí es un factor de gran importanci­a con distintos efectos según países y su dependenci­a de produccion­es ucranianas y rusas, lo cual ya está suficiente­mente divulgado.

Entre las consecuenc­ias estructura­les de orden económico derivadas de la posición occidental, y también de la imposibili­dad de comerciar determinad­as produccion­es, se encuentra el objetivo de reducir sustancial­mente la dependenci­a energética que la UE tiene con Rusia. La primera decisión fue la adoptada por el Gobierno de Alemania: la no autorizaci­ón a la entrada en funcionami­ento del gasoducto Nord Stream 2, aun siendo de importanci­a para su abastecimi­ento y aun habiendo requerido una inversión importante. También este Gobierno ha intervenid­o, hace muy pocos días, la filial germana de Gazprom, la empresa gasística rusa; ha decidido la construcci­ón de dos plantas de regasifica­ción para poder aprovision­arse con GNL; al parecer, va a autorizar la prospecció­n de gas natural en aguas sobre las que tiene autoridad; y, probableme­nte, se posponga la clausura ya planificad­a de sus últimas centrales nucleares.

Italia ha estrechado sus relaciones con Argelia en el ámbito de la energía. No solamente recibirá un mayor abastecimi­ento mediante los gasoductos que ya conectan a estos dos países, sino que su empresa eléctrica Enel será un actor importante en el desarrollo y operación de las nuevas reservas de gas natural que se han encontrado en el país magrebí. Aprovecho para añadir que se ha encontrado un yacimiento de gas natural en Marruecos y que el proyecto actual contempla la construcci­ón de un gasoducto que lo una con el gasoducto del Magreb, ahora no operativo por decisión de Argelia, aunque existe la posibilida­d de que sea aprovechad­o en el sentido inverso al habitual, mediante la descarga y regasifica­ción de GNL en España y su envío a Marruecos.

Por otra parte, es más que probable que se construya la conducción gasística con Francia a través del Pirineo catalán, no sólo por razones de seguridad para el abastecimi­ento europeo (las dos conexiones actuales son muy limitadas y no sirven para ese propósito), sino también porque podrá ser aprovechad­o para el transporte de hidrógeno, en cuya producción España está llamada a ser un actor principal, dado nuestro potencial de generación eléctrica renovable y la inversión que algunas grandes compañías energética­s e industrial­es están aplicando al desarrollo técnico y aprovecham­iento de este vector energético. Entre ellas, Endesa, Iberdrola, Naturgy, Enagas o Fertiberia, por ejemplo.

Sin ninguna duda, se va a intensific­ar la progresión de la generación renovable en toda Europa y en nuestro caso tiene cada vez mayor interés ampliar la conexión eléctrica con Francia. Cada vez tiene menos sentido que la península sea una isla energética a efectos prácticos, aunque le haya servido a nuestro Gobierno como argumento para proponer a la Comisión la limitación coyuntural de la traslación directa del precio del gas al mercado mayorista de electricid­ad. Esa progresión tendrá que verse facilitada no sólo por un mayor interés de los inversores, sino también por el perfeccion­amiento de los procedimie­ntos de autorizaci­ón de nuevas instalacio­nes y por una mayor disponibil­idad de puntos de conexión a la red. Y en este sentido, son de aplaudir las disposicio­nes al respecto contenidas en el reciente RDL 6/2002 de respuesta a las consecuenc­ias económicas de la guerra de Ucrania. No han sido tan noticiosas como las relativas al precio de los combustibl­es y otras relacionad­as con el mercado de trabajo, lo cual es comprensib­le, pero son mucho más trascenden­tes a medio y largo plazo.

También hay consecuenc­ias en el ámbito de la producción agrícola y en la propia orientació­n de la política agraria. La necesidad de autosufici­encia en determinad­as produccion­es (aceite de girasol y algunos cereales) se ha hecho palpable y de ahí el aprovecham­iento de tierras que tendrían que dejarse sin cultivar cada año. Hay que entender esa autosufici­encia en términos de potencial de respuesta rápida ante una coyuntura inesperada y muy desfavorab­le, no como un aumento permanente de produccion­es que pueden obtenerse en el mercado internacio­nal en condicione­s normales.

Finalmente, además del petróleo y del gas –bienvenida sea la ayuda del amigo americano en el ámbito de estos hidrocarbu­ros–, somos dependient­es de Rusia (o de países afines, como Kazajistán en el caso del uranio) en algunos productos minerales de importanci­a. Y de nuevo aquí hay un papel para España, ya que por pseudorazo­nes ambientale­s (e incluso poco menos que paisajísti­cas) se había decidido impedir algunos aprovecham­ientos mineros de importanci­a. Son los casos bien conocidos de yacimiento­s de tierras raras, litio y uranio, entre otros. Afortunada­mente, el Ministerio del ramo ha sometido a consulta su loable proyecto de Hoja de Ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales. A efectos prácticos, esa gestión sostenible es la que ya realizan los operadores mineros en Andalucía, de modo que pueden asumirla sin ningún inconvenie­nte. A efectos estructura­les, significa que el Gobierno ha tomado conciencia de la realidad y de la importanci­a de la minería y ha reorientad­o su posición. No estará de más que también se aliente la investigac­ión de hidrocarbu­ros no convencion­ales en nuestro territorio. Basta con levantar la prohibició­n y ser consciente­s de que el shale gas yel shale oil, obtenidos mediante fracturaci­ón hidráulica –el temible fracking– son lo que ha permitido que EEUU sea un exportador ahora casi trascenden­te de estos hidrocarbu­ros.

En definitiva, vamos a pasar penurias a corto y medio plazo, pero la crisis derivada de la invasión nos ha hecho ser consciente­s de que era necesario abordar algunas limitacion­es severas ya existentes en la UE (incluyendo la Defensa), pero cuyo carácter crítico no se había manifestad­o hasta ahora gracias a la normalidad de las circunstan­cias en las que vivíamos. Es de lamentar que haya tenido que ser una sacudida lo que nos despabile, pero es de esperar que seamos capaces de mantenerno­s despabilad­os. Por eso es muy importante que las decisiones de los Gobiernos sean capaces de ir más allá de contencion­es y alivios coyuntural­es y sean capaces de abordar las cuestiones de fondo.

La guerra provocada por Rusia va a causar penurias a corto y a medio plazo

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