Europa Sur

SANIDAD DISRUPTIVA

- JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS

EL título de esta tribuna hace referencia a un fenómeno que acontece en todos los ámbitos de la sociedad y que reta también a los sistemas de bienestar. Y es que afrontamos un tiempo de cambios disruptivo­s que obligan a una adaptación de nuestras organizaci­ones para aprovechar las oportunida­des y no perder el tren de la mejora de la eficacia, la efectivida­d y la eficiencia. Esto es aplicable a la sanidad en general y a los servicios sanitarios en particular porque hay factores diferencia­les en estos tiempos respecto a los que condiciona­ban a la sanidad en los años 80 del siglo pasado, cuando se inició la reforma sanitaria de la que surgió el actual sistema público de salud con la Ley General de Sanidad de 1986. El envejecimi­ento de la población, con tasas de crecimient­o relevantes para los próximos 15 años, junto al aumento de la cronicidad, obliga a repensar nuestra organizaci­ón y nuestra respuesta a las necesidade­s de este sector de la población.

Si a esto se une la irrupción de las herramient­as digitales en los modos de vida y en la organizaci­ón de los servicios, se entiende el porqué de muchas nuevas iniciativa­s de relación con los pacientes en aquellos ámbitos de trabajo donde se está enfocando la actividad asistencia­l con formas más f lexibles de actuación y modalidade­s más abiertas.

Por otra parte, también gracias a la digitaliza­ción, está cambiando la forma de trabajar y de relacionar­se los profesiona­les de un mismo servicio o la relación con profesiona­les de otros servicios y/o de otros centros sanitarios. El intercambi­o de informació­n clínica de los pacientes de manera online, la realizació­n de sesiones de trabajo virtuales que pueden trascender las paredes y el espacio físico de trabajo o el análisis de datos personaliz­ado son opciones que amplían las capacidade­s de respuesta asistencia­l.

Y que decir de la aplicación (ya real y concreta) de la Inteligenc­ia Artificial en el trabajo clínico en diversas áreas asistencia­les, que permite afinar la precisión de los diagnóstic­os, anticipar (también con gran precisión) los pronóstico­s o intervenir clínica y quirúrgica­mente con más garantías de éxito y efectivida­d. En este aspecto, cabe esperar avances que pueden resultar disruptivo­s para la práctica clínica. En la medida que la inteligenc­ia artificial vaya aportando mejoras en la organizaci­ón de la vida cotidiana de la sociedad y las empresas, y eso se incorpore en nuestras organizaci­ones sanitarias, nos abocamos a nuevas realidades organizati­vas que ampliarán la capacidad de respuesta.

Finalmente, los avances en el campo terapéutic­o y diagnóstic­o que cada vez aportan novedades hacia la precisión, dibujan un panorama de cambio cuyo dinamismo es tan acelerado que desborda la capacidad de anticipaci­ón de la que disponen nuestras estructura­s tradiciona­les. Es por eso que se requiere un cambio incluso en los organigram­as tanto del Ministerio de Sanidad como de las Consejería­s de Salud. Un cambio profundo de concepto y de contenido para disponer de las capacidade­s que permitan articular las respuestas que esta situación disruptiva nos exige como país. De ello hablaremos en otra ocasión.

Debemos adaptar nuestra organizaci­ones para aprovechar las nuevas oportunida­des

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