Europa Sur

COMPROMETI­DAS E INTRÉPIDAS MUJERES

- ALIX COICOU

NACIERON en dos países que comparten la misma isla, bautizada La Española por Cristóbal Colón en 1492. Fue dividida en dos tras el acuerdo de 1697, por el cual España cedió a Francia la parte occidental, que fue llamada Haití después de la sangrienta revolución de los esclavos que consiguier­on su independen­cia, oficialmen­te declarada el 1 de enero de 1804. Así se creó el primer Estado negro del mundo. La relación entre las dos naciones libres que ocupan la isla, Haití y la República Dominicana, ha estado plagada de divergenci­as y tensiones, aún más cuando en 1937 el dictador racista Rafael Leónidas Trujilllo ordenó el asesinato de aproximada­mente veinte mil haitianos, matanza que hoy en día podría ser calificada de genocidio.

Al norte de la República Dominicana, en Salcedo, nacieron las cuatro hermanas Mirabal Reyes, en una familia de la pequeña burguesía. Su educación fue formal y dos de ellas, Minerva y María Teresa, manifestar­on gran interés por los estudios y pronto tuvieron inquietude­s políticas, principalm­ente tras la llegada al poder de Trujillo. María Argentina Minerva, la tercera, nacida el 12 de marzo de 1926, fue una de las primeras dominicana­s en licenciars­e en derecho durante la dictadura. Contribuyó, junto con su marido, también abogado, a la creación del Movimiento Revolucion­ario 14 de Junio, que luchó contra el régimen. Acudió, obligada, en el año 1949, a dos fiestas organizada­s por el caudillo, atraído por su belleza, pero este se sintió rechazado por Minerva, hecho que dio mucho que hablar y que marcó el inicio de las tribulacio­nes de la familia.

Las actividade­s de las hermanas, Patria, Minerva y María Teresa, respectiva­mente de 36, 34 y 25 años, inquietaba­n al dictador, y el 25 de noviembre de 1960 fueron encontrado­s en un acantilado, en la costa oeste, sus cuerpos sin vida, tras regresar de visitar en la cárcel a los maridos de Minerva y María Teresa, crimen odioso al cual hace referencia en su novela La fiesta del chivo, el nobel Vargas Llosa. Fatídica fecha que sirvió de origen al Día Internacio­nal de la No Violencia contra la Mujer. Las Mirabal, acusadas de atentar contra la seguridad del Estado, fueron el adalid de la lucha de las mujeres dominicana­s para conseguir sus derechos y la igualdad y sin duda las precursora­s del feminismo en su país. La hermana segunda, Bélgica Dedé, tuvo mejor suerte. Trujillo falleció en una emboscada el 30 de mayo de 1961.

Menos conocida es la biografía de Yanick Rigaud, pero no deja de ser apasionant­e. Natural de Haití, cursó sus estudios en la Escuela del Sagrado Corazón de Puerto Príncipe y, desde adolescent­e, demostró su sensibilid­ad y solidarida­d participan­do en un programa de alfabetiza­ción en un barrio humilde de la capital. Tras terminar la secundaria, ingresó en la Facultad de Medicina del país, a la vez que militaba en el clandestin­o partido comunista, siendo una mujer muy dinámica, según el intelectua­l haitiano Frantz Latour. Osó luchar contra la feroz dictadura de François Duvalier, un médico que llegó al poder en septiembre de1957. Su mandato inicialmen­te de 6 años, fue renovado en 1961, pero años más tarde, mediante un referéndum, se autoprocla­mó presidente vitalicio. Pronto instauró en Haití un régimen de terror sustentado sobre una siniestra milicia, los Tonton Macoutes, que hostigaba sin piedad a los opositores o a cualquiera considerad­o como tal. Los años 1968-69 fueron los de plomo de la dictadura cuando algunos jóvenes, afiliados al PUCH (Partido Unificado de los Comunistas Haitianos) e inf luenciados por la revolución castrista, perdieron la vida en las mazmorras o bajo las balas asesinas de la autocracia. El miedo era tangible, y evidente la desconfian­za entre amigos e incluso parientes, porque la dictadura no escatimaba esfuerzos para cometer los más alocados desmanes y los peores crímenes, con tal de enrocarse en el poder. Muchas familias se quedaron desmembrad­as o huérfanas por disentir del régimen. Esta asfixia provocó un éxodo de haitianos hacia horizontes más prometedor­es y seguros. Yanick murió el 2 de mayo de 1969, en la periferia de Puerto Príncipe, a los 22 años, defendiénd­ose con un arma en la mano, cuando las fuerzas militaro-macoutes quisieron arrestarla.

Procedente­s de sociedades patriarcal­es, esta es parte de la historia de algunas mujeres, hermanas geográfica­s, que lucharon heroicamen­te para liberar a sus pueblos de la opresión de dos de las dictaduras más crueles del continente americano. Sintámonos orgullosos de ellas.

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