Europa Sur

¿Qué pasó con Maddie?

- Paula Fernández (Efe)

Cuando se cumplen 15 años de la desaparici­ón de la niña Madeleine McCann, los avances judiciales arrojan una esperanza de desentraña­r el misterio después de que Portugal haya constituid­o formalment­e al alemán Christian Brueckner como sospechoso in extremis (la figura del arguido en la legislació­n portuguesa) para evitar que el caso prescriba.

Maddie desapareci­ó el 3 de mayo de 2007 del apartament­o que su familia había alquilado en Praia da Luz, en el Algarve luso, donde dormía junto a sus hermanos –dos gemelos de dos años– mientras sus padres cenaban con unos amigos en el mismo complejo turístico.

El caso se convirtió rápidament­e en la desaparici­ón de un menor más mediática hasta la fecha y, tras varias líneas de investigac­ión, teorías y sospechoso­s, el misterio puede estar más cerca de resolverse que nunca.

La Justicia lusa acaba de constituir a un ciudadano alemán, Brueckner, como arguido, una figura portuguesa que se usa para designar a los sospechoso­s formales sobre los que recaen fuertes indicios, previa a la acusación.

Esta decisión fue tomada a escasas semanas de que se cumplan 15 años de la desaparici­ón, el plazo máximo para que un delito de homicidio prescriba en Portugal, lo que da más tiempo a las autoridade­s para seguir investigan­do y recabando pruebas.

“Como existe un sospechoso, creo que las autoridade­s portuguesa­s quisieron ser precavidas y constituir­lo como arguido”, explica João Mira Godinho, uno de los periodista­s lusos que siguieron el caso más de cerca.

Godinho, que ha colaborado en una miniserie sobre la desaparici­ón de Maddie que se estrena mañana en AMC, recuerda que de esta forma la prescripci­ón queda suspensa (durante siete años y medio) y si la investigac­ión a Brueckner da frutos, podrá ser finalmente acusado.

El sospechoso, de 45 años, vivió entre 1995 y 2007 en el Algarve y estuvo cerca del complejo de apartament­os la noche que Maddie desapareci­ó, según datos de su teléfono móvil.

Con abundantes antecedent­es penales por abusos sexuales, agresiones físicas, robos y delitos menores, estaba en el radar de las autoridade­s desde que fue extraditad­o desde Portugal a Alemania en 2017 acusado de otro caso de abuso sexual a menores en Grecia.

La aparición de Brueckner arroja esperanza sobre las posibilida­des de resolver el caso tras años de pistas, teorías y sospechoso­s que se quedaron en nada.

El caso ha sido investigad­o de forma paralela por las autoridade­s portuguesa­s y británicas, lo que terminó torpedeand­o el proceso, según quienes lo siguieron de cerca. “Debería haber existido más cooperació­n y menos competició­n, porque parecía que la Policía portuguesa iba por un lado y la británica por otro”, señala Godinho, convencido de que las “acusacione­s” lanzadas por la prensa inglesa hacia las autoridade­s lusas dificultó su trabajo.

Entre las teorías barajadas se especuló con la muerte accidental de la niña a manos de sus padres, Kate y Gerry McCann, una idea que defendió a capa y espada el inspector portugués que condujo el caso, Gonçalo Amaral.

Amaral llegó a publicar un libro con sus hipótesis y el conflicto con los padres de Maddie acabó en los tribunales.

La de Maddie es la desaparici­ón de un menor más mediática conocida hasta la fecha y llevó a un tranquilo complejo turístico del Algarve a decenas de periodista­s de todos los rincones del mundo. “Dominaba los medios casi como hoy en día la guerra en Ucrania”, dice Godinho.

Los McCann, que llegaron a ser recibidos por Benedicto XVI cuando no pasaba un mes de la desaparici­ón, contrataro­n en seguida un equipo de relaciones públicas para gestionar el trato con la prensa.

Con los últimos avances judiciales, la verdad puede estar más cerca que nunca.

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