La caída de vocaciones y la descristianización de la sociedad
Me ha conmovido la noticia de la marcha de los franciscanos de la ciudad de Cádiz. El convento de San Francisco de la capital gaditana ha sido testigo, a lo largo de los siglos, de la presencia entre sus muros de numerosos miembros de dicha comunidad, entre ellos San Junípero Serra, para luego evangelizar el continente americano. El cierre de la iglesia de San Francisco muestra, una vez más, el proceso de descristianización que afecta a la sociedad española y a la sociedad mundial en general. Se está tratando de inculcar que la religión es una creencia trasnochada producto de la superstición y de la debilidad de nuestros antepasados que se ha mantenido hasta nuestros días, correspondiendo a las generaciones actuales eliminarla. Más aún, se exhorta a que nos libremos de esa ‘creación humana’ que denominamos Dios para convertirnos en nuestros propios dioses e intentar establecer definitivamente el paraíso en la Tierra. Una concepción de la vida que ha provocado el descenso vertiginoso de las vocaciones religiosas. Pero el ser humano es limitado, pues se mueve por intereses egoístas y, en ocasiones, inconfesables que se traducen en atentados contra la naturaleza, en conflictos bélicos, en pandemias de origen desconocido… Dios sigue actuando incluso en los momentos más difíciles para la humanidad de una manera insospechada. No nos deja abandonados, nos invita a relacionarnos con Él a través de la oración, pues “sin mí nada podéis”.
También deseo manifestar, para finalizar, que la Iglesia Católica no debería adaptarse, pero sí comprender, a las modas terrenales, pues su mensaje salvífico es atemporal; siguiendo en esta línea de pensamiento, Chesterton, uno de los grandes conversos al catolicismo, afirmó: “La Iglesia Católica es la única cosa que preserva al hombre de la esclavitud degradante de ser hijo de su tiempo”.
Manuel Raboso Comas (Cádiz)