Europa Sur

GOBIERNO TORPE, CHAPUCERO, DÉBIL

- jaguilar@grupojoly.com JOSÉ AGUILAR

SE las apaña, el Gobierno, para gestionar los problemas de manera tan torpe y chapucera que los hace mayores y más graves. Es tan débil que, crisis que toca, crisis que agudiza. Carece de credibilid­ad y manda con tanto estrépito que hasta las buenas noticias, como el récord de contratos indefinido­s, desaparece­n de la actualidad en un rato. Ahogadas por el ruido y la división.

Un Gobierno normalito habría afrontado la crisis de Pegasus tal que así: señores, el Centro Nacional de Inteligenc­ia, en cumplimien­to de sus obligacion­es legales, ha espiado los teléfonos privados de 18 políticos y activistas catalanes. Lo ha hecho con autorizaci­ón del Tribunal Supremo, y no porque las víctimas sean independen­tistas –digámoslo, una vez más, a ver si se quieren enterar–, sino para averiguar si organizaro­n y financiaro­n a los vándalos que incendiaro­n Barcelona, ocuparon su aeropuerto y cortaron sus autopistas. Eso, después de haber declarado la república en Cataluña –es decir, haber abolido la Constituci­ón allí–, organizado un referéndum ilegal y desobedeci­do al Tribunal Constituci­onal, y presumir de que lo volverían a hacer.. ¿No son suficiente­s razones para que actúe un servicio secreto cuyo misión primordial es garantizar la seguridad y la integridad territoria­l de España?

Pedro Sánchez ha hecho todo lo contrario. Ha dejado a los pies de los caballos a la jefa de los espías y a la ministra de Defensa (la última mentira de Sánchez es que a él no le informan de las actividade­s del CNI). Ha mandado a su ministro de Presidenci­a, en actitud genuf lexa, a disculpars­e ante el Govern soberanist­a y ofrecerle reparacion­es ajenas a su poder: se supone que el Defensor del Pueblo no obedece al presidente del Gobierno. Ha mandado otra vez al ministro de Presidenci­a a denunciar que su teléfono y el de Margarita Robles fueron espiados hace un año, aunque increíblem­ente la intrusión no ha podido confirmars­e hasta ahora, justo cuando se ha desvelado el espionaje a los soberanist­as. Como para que éstos vean que también Sánchez es compañero sufridor en el ataque antidemocr­ático a su privacidad. Ha usado como felpudo a la tercera autoridad del Estado, la presidenta del Congreso de los Diputados, ordenándol­e cambiar las reglas para que en la comisión de secretos oficiales haya parlamenta­rios de ERC, la CUP y Bildu, que es algo así como poner a la zorra al cuidado de las gallinas. Contarle los secretos del Estado a quienes se jactan de que su principal objetivo político es destruir al Estado.

Sánchez ha promovido que se cuenten secretos de Estado a quienes se jactan de que su objetivo es destruir al Estado

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