ESPIARÁS AL ENEMIGO
GASTAS menos que Portugal en espías”. Tiene su lógica, porque el gasto de un país en inteligencia –así se denomina al espionaje institucional– tiende a aumentar con el tamaño del mismo, y sobre todo con el número y el poder de los enemigos que dicho Estado tenga. Escandalizarse por que las autoridades espíen a quienes desean socavar la estabilidad del sitio en el que vives, trabajas u obtienes servicios públicos y prestaciones sociales y de seguridad nacional resulta más hipócrita que ingenuo. Si el país en cuestión tiene un poder judicial digno, o sea y por ejemplo, capaz de encausar y condenar a cientos de políticos corruptos, tal postura es sospechosa.
Dicen que el apoyo de la inteligencia de Estados Unidos a España a cambio del compromiso del Gobierno en la Guerra del Golfo fue lo que finiquitó a ETA. Otras consecuencias fueron que este país fue objeto del terrorismo yihadista,… y que el independentismo vasco de parabellum mutó en pacífico. Morir
matando, por una causa que acabó siendo mafiosa y , en un país reconocido internacionalmente como de los más democráticos. “¡Es que el mundo es una mierda, oiga!”. Pues sí, pero vivir en España es vivir en libertad más que en mayoría de los estados del planeta. Tan libre de expresión y voto, que los que piden “que rueden cabezas” por las escuchas forman parte del Gobierno, o son esenciales para que el PSOE rija en un Parlamento del que forman parte por imperativo legal. Qué different es Spain.
Si unos políticos en el poder autonómico catalán huyen de la Justicia o la ignoran con sobrada insolencia, tras dar un golpecillo de Estado cínico y organizar una sospechosísima red de comandos de lucha callejera, algo habría que haber hecho para defenderse de ese ataque –a la postre, inútil–, que pudiera haber estado apoyado por un Putin que no desea ningún bien a la Unión Europea y, por ende, a España. Que las escuchas fueran autorizadas por la propia Justicia no debe llevar más que a congratularse de que el Estado –el Gobierno, dicho en corto– hiciera sus deberes. Que el espionaje telefónico con el Pegasus –perverso invento– haya alcanzado al presidente Sánchez debe movernos a reconocer que tenemos enemigos interiores, pero también al otro lado del Estrecho. Y a permitir que la Justicia haga lo que tenga que hacer sin tanto golpe de pecho de salón. Mientras sigue la barbarie en Ucrania y la crisis energética nos contrae, aquí se habla y se habla de que el rastreo de los que se alían contra el sistema legal vigente es una muestra de lo que poquísimo democráticos que somos. Por Forges, “País...”.