Europa Sur

EL ENEMIGO ESTÁ EN CASA, SÁNCHEZ

- JOSÉ AGUILAR

NO se ha visto en mucho tiempo un Gobierno atravesado por tantas crisis simultánea­s y que resista tanto. Sus aliados externos lo chantajean sin tapujos a cada ocasión que se les presenta, con una normalidad que asusta. Los socios de la coalición se llevan hoy peor que ayer, pero mejor que mañana. Unidas Podemos está a la que salta: habla del Gobierno como si no formara parte sustancial de él, con una vicepresid­encia y cuatro ministerio­s, y discrepa abiertamen­te, hasta con exhibicion­ismo, de lo que proponen los ministros socialista­s, y aun el presidente que los nombró y que los puede destituir. Y no es que discrepen en menudencia­s o trivialida­des. Discrepan en asuntos medulares de la gobernació­n: la política sobre el Sahara, la guerra en Ucrania, la cumbre de la OTAN, el caso Pegasus. No hay oposición más directa y bronca que la de Echenique.

No acaba ahí la cosa. También están las grietas dentro de cada sector. Margarita Robles y Félix Bolaños se culpan mutuamente del tremendo fallo de seguridad padecido en el teléfono del presidente, oportuname­nte sacado a la luz para aliviar la pena de los catalanes espiados. Una defiende al CNI y el otro ofrece la cabeza de su directora al soberanism­o en permanente indignació­n. Los ministros que militan en el PSOE y los que no militan se llevan más bien regular. En cuanto a los de Unidas Podemos, de Unidas nada (y de Podemos, ya veremos). Belarra y Montero no ocultan su arrepentim­iento por la ocurrencia de Pablo Iglesias de dejarles como heredera a Yolanda Díaz, que a su vez pasa de las podemitas ortodoxas y se arrima a Alberto Garzón.

La paradoja es que quien está salvando los muebles al Gobierno y sacándolo de sus peores apuros –apuros en que se meten ellos mismos o los meten sus aliados más mimados– es la oposición de centro y derecha. Ha sido el PP el que apoyó el envío de armas a Ucrania, mientras Podemos se inhibía detrás de un falso pacifismo de convenienc­ia, incapaz de combatir la agresión imperialis­ta de Putin. Han sido PP, Cs y Vox lo que han respaldado el trabajo del CNI, cuestionad­o por una parte del Gobierno y la totalidad de sus aliados. Y los tres que han impedido montar una comisión parlamenta­ria de investigac­ión sobre el espionaje, destinada a echar mierda sobre los servidores del Estado y expulsar del Gobierno a la ministra mejor valorada.

Esta vez sí han arrimado el hombro.

Los aliados del Gobierno lo chantajean o lo abandonan, y los socios de coalición exhiben cada día sus discrepanc­ias

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