SÁNCHEZ, DE RAMA EN RAMA Y UP A LO SUYO
La primera pregunta es si Pedro Sánchez va a poder seguir agarrándose de rama en rama lo que queda de legislatura –incluida la presidencia de turno de la UE en el segundo semestre de 2023– o si en algunos de esos saltos al vacío terminará cayendo. La crisis con ERC, que tiene trece diputados en la Carrera de San Jerónimo, es clave para el impulso legislativo. Se ha comprobado que no son imprescindibles, pero a cambio de un permanente andar por la cuerda floja. El Ejecutivo no puede seguir jugando a la ruleta rusa en cada envite, como ocurrió la semana pasada con el decreto de ayudas para paliar los
efectos económicos y sociales de la guerra de Ucrania.
Y esta primera cuestión es difícil de resolver. A su favor, unos presupuestos aprobados –y prorrogables– y una concertación no organizada de partidos extraña, inédita y heterodoxa que apoyan al Gobierno del PSOE-UP por el temor a que Vox alcance el poder de la mano del PP. Saben lo que les espera con un gobierno de derechas. Sin embargo, esa no es la única mala noticia: UP se desmarca ya de las acciones y decisiones del Gobierno y vota en contra de sus propuestas con suma naturalidad: cada vez ganan menos permaneciendo en el gobierno, su ADN sigue siendo “combatir” a la derecha desde fuera de las instituciones, lo que posiblemente les dé mejor réditos electorales que permanecer en el Ejecutivo. Ya no estamos en la etapa de aquellas discrepancias internas que se explicaban, e incluso se entendían en algunos casos, por las notables diferencias entre socialistas y podemitas. Ya no. Las relaciones
han entrado en otra fase. Belarra, Montero y Echenique pegan golpes de timón cada día comprometiendo la acción del Ejecutivo.