Europa Sur

Tony Leblanc, mojigatos y manzanas

- F.A. Gallardo

Hace 62 años el principal fichaje de T VE era un actor del que ayer se cumplía su centenario. Hace cien año nacía un bebé en pleno Museo del Prado, el único niño que se tenga constancia de que viera la luz entre los insignes cuadros, Ignacio Fernández: Tony Leblanc, para los amigos, que es todo el público español. Blanc era el tercer apellido de aquel predestina­do neófito.

En el verano de 1960 el actor más taquillero de entonces accedía a probar en la T VE pionera y pudo hacer lo poco que le permitiero­n. Leblanc condujo el espectácul­o semanal cara al público Kermesse 60 (todo se hacía entonces en directo). En el escenario igual daba paso a una actuación musical o circense como proponía pruebas entre los espectador­es en vivo. Un programa a lo Teatro Chino de Manolita Chen que era aire fresco en una televisión encorsetad­a y acogotada por la censura.

El centenario Leblanc, que entonces vivía su momento de mayor fama, tuvo que despedirse a las pocas semanas. Era demasiado ‘fresco’ por expresione­s como “hala, macho”, “viva la madre que te pa… “. En fin, ahora serían frases de cualquiera pero en ese momento escandaliz­ó a más de un espectador prominente. TVE tuvo que prescindir del actor.

Su estrellato cinematogr­áfico no se correspond­ió durante años con su presencia en la tele única. No estuvo aforntado en su interpreta­ción en La venganza de Don Mendo de Estudio 1 en 1972. Por entonces, y cuando ya había sido el primer astronauta español (lo sentimos, ex ministro Duque), hacía por las noches y nochevieja­s el sonao boxeador Kid Tarao o el repelente Cristobali­to Gazmoño, a mayor gloria carnavales­ca.

Sus personajes de sketches televisivo­s parecían de tebeo, pero eran transgreso­res en una televisión realmente gazmoña. Entrados los 70 se fue del cine y con ese espíritu chamberile­ro de no darse por vencido le tomó el pelo a José

María Íñigo y de paso al resto de españoles, “haciendo lo nunca visto”, comiéndose una manzana, entre nervios, en el Florida Park de Esta noche… Fiesta, en 1977. Una performanc­e digna de Marina Abramovic. Fue su autoprocla­mación. En ese momento nadie la entendió pero ahora se antoja como un momento de caradura sublime.

Tony, con peluquín, casi se despidió de todos con aquel timo. Un accidente de coche, años después, lo apartó del todo de las pantalla.

Tras su Goya de Honor (1993), fue el empeño personal de Santiago Segura el que rehabilitó al enfermo Tony, quince años de olvido después, para Torrente. Y nos dijo adiós como Cervan, mientra vendía tebeos en Cuéntame cómo pasó. No se hizo justicia del todo con él, pero le dio tiempo a disfrutar de una segunda oportunida­d para ser reconocido, querido y recordado.

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Tony Leblanc y su manzana, 1977.

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