La Policía investiga a agentes por ‘trabajar’ para narcotraficantes
● Un antidroga fue captado en el piso de un narco tras una venta ● Participan en pesquisas contra sus protegidos
La Policía Nacional sospechó que había varios agentes antidroga de Sevilla al servicio de narcotraficantes. Estos policías colaboraban presuntamente con importantes señores de la droga, a los que pasaban información confidencial sobre investigaciones abiertas, además de acudir a casa de narcotraficantes con asiduidad, incluso horas después de que se hubieran realizado transacciones de estupefacientes en la misma vivienda.
Según consta en un informe policial, al que tuvo acceso este periódico, “además de brindarle protección (a narcos), también participarían en las actividades delictivas relacionadas con el tráfico de drogas”. Hacían, además, operaciones a la carta, pidiendo a los narcos para los que trabajaban que les dejaran detener a alguien para así justificar su trabajo.
La investigación sobre estos agentes la hizo un grupo de Asuntos Internos, movilizado especialmente desde Madrid para averiguar si varios policías de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Sevilla tenían conexiones con el tráfico de estupefacientes. En la investigación participaron agentes encubiertos, se intervinieron las comunicaciones de los policías sospechosos y se analizaron los movimientos de los mismos, entre otras prácticas, como vigilancias y seguimientos.
El asunto fue investigado por el juzgado central número 4 de la Audiencia Nacional, pero fue provisionalmente archivado. Fuentes del caso aseguran que se ha reabierto recientemente en un juzgado de Sevilla. Los policías han sido apartados del grupo de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) en el que habían trabajado los últimos años y destinados a puestos no operativos dentro de la Jefatura Superior, donde siguen trabajando.
El caso se inició durante otra investigación sobre una organización criminal asentada en el sur de España y dedicada a la introducción de grandes cantidades de cocaína en contenedores, en la que se estaba investigando también a un oficial de la Guardia Civil destinado en Sevilla. En el marco de esa investigación, que llevaban al alimón el Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco) de Cádiz y el servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil, se detectó “una filtración interesada presuntamente perpetrada” por un policía destinado en la Udyco de la capital andaluza.
A partir de ahí entró la unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, que comenzó a investigar a varios agentes antidroga. Por una serie de escuchas telefónicas, los investigadores concluyeron que un importante narcotraficante de Sevilla tenía a su servicio al menos a dos policías de la Udyco. Los agentes daban protección no sólo a este narco, sino también a otras personas relacionadas con esta actividad ilícita, con los que mantenían una relación habitual y a cuyas casas acudían con frecuencia.
Los policías se encargaron presuntamente de frustrar varias operaciones de sus compañeros contra los narcos a los que protegían. Para ello, consiguieron información de investigaciones secretas entrando en bases de datos de inteligencia policial, con el objetivo de averiguar si había algún caso abierto contra sus protegidos. Había un interés por mantener activas las operaciones, para así encargarse de ellos de gestionar las mismas.
Así, en marzo de 2020, modificaron el estado de una investigación en una de estas bases de datos. Se trataba de una operación que llevaban varios grupos de la Udyco de Sevilla y que finalmente quedó sólo en la unidad en la que estaban los sospechosos. El caso estaba ya cerrado y sin ninguna novedad desde seis meses atrás. Sin embargo, a instancias de este grupo, se incluyó en la base de datos que la investigación debía permanecer secreta y seguir adelante ante la posibilidad de que los implicados contactaran con algún miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Al día siguiente de introducir este cambio en la base de datos, un policía estuvo en la vivienda del narco investigado durante 45 minutos. Fue visto llegar con su motocicleta. Ese mismo día, dos horas antes, habían estado en la misma casa dos personas con numerosos antecedentes por delitos contra la salud pública, que iban cargados con una bolsa que entregaron al narcotraficante, de lo que los investigadores infieren que allí podía estar teniendo lugar una transacción de droga.
De hecho, la Policía recuperó al día siguiente varias bolsas y restos de la basura, a los que le hicieron una serie de análisis que dieron como resultado positivo por cocaína. Es decir, uno de los agentes antidroga que se investigaban por su relación con narcos estuvo presente en la vivienda de una persona que estaba siendo investigada por dirigir una red dedicada a introducir cocaína, y lo hizo dos horas después de que en esa misma casa se produjera una venta de estupefacientes. Lo hizo, también, un día después de que en la base de datos se introdujera una modificación sobre el estado del caso, la primera que se hacía en seis meses.
Del atestado de Asuntos Internos se deduce que los policías presuntamente corruptos podían estar maniobrando para participar en investigaciones contra sus protegidos, pese a que éstas las llevasen otros grupos dentro de la Udyco. Para acreditar esto, los investigadores aluden a una conversación de otros dos policías de otro grupo, en el que aseguran que se había producido un cruce “con quien tú sabes, los de siempre, esta gente del sexto...”, en referencia a los policías sospechosos y al grupo en el que estaban destinados.
En el informe de Asuntos Internos aparecen varios agentes de dos grupos de la Udyco, el IV y el VI. Entre ellos figura un inspector que precisamente hace unos años hizo una minuta acusando sin pruebas a dos policías de colaborar con narcos, que fueron suspendidos de empleo y sueldo y protestaron haciendo una huelga de hambre.
Los investigadores hacen constar que de un policía de los investigados ahora, en concreto, “se viene detectando una praxis profesional de dudosa legalidad, así como una estrecha relación con personas que poseen antecedentes”. “Estas relaciones, que traspasan la mera relación profesional, en algunos casos tienen contenido crematístico”, añade el informe. Los investigadores aportan una serie de conversaciones, de las que se revelaría que los agentes levantaron actas de intervención de drogas para atribuir ventas de estupefacientes a personas que no eran las que realmente los habían vendido. Para ello buscaban la colaboración de otros traficantes.
Asuntos Internos también se encontró con alguna sorpresa al investigar el entorno familiar de los policías. En una de las escuchas, uno de los agentes sospechosos pidió a su mujer que robase una piscina hinchable de un bazar chino, y que lo hiciera en compañía de unos familiares para que así pudieran despistar al comerciante.
En el informe se transcriben también conversaciones entre un agente encubierto y otra persona que estaba siendo investigada. En una reunión mantenida el 31 de octubre de 2019, el sospechoso habla
El caso surgió a raíz de otra investigación en la que había un guardia civil implicado
Entraron en bases de datos para obtener información de operaciones secretas
Solicitaron a un narco que les facilitara una detención para así justificar su trabajo
Uno de los agentes pidió a su mujer que robara una piscina hinchable de un chino
al agente encubierto sobre los policías presuntamente corruptos y le cuenta que es vox pópuli en el submundo de la droga sevillano la relación estrecha que éstos tienen con un narco importante.
“Me han dicho que (dos policías) van a su casa (de un narco) como si fueran uno más, quillo, pero que son putos sinvergüenzas buenos, ¿eh? Quillo me han contado cosas de esa gente...”, dicen las transcripciones de la conversación. Los dos interlocutores continúan hablando y uno le dice al otro que “a esa gente, todos los delincuentes los conocen”.
En un momento de la charla, el hombre cuenta que los policías le explicaron al narcotraficante al que servían que tenían que detener a alguien, probablemente para poder justificar su trabajo. El capo les respondió que prepararía una venta a una tercera persona y les informaría, para que así pudieran arrestar al comprador cargado de cocaína.
La conversación fue la siguiente: “Coño, que después les dan servicios. Lo que yo no sé es cómo los tendrán sus jefes, o lo que harán, pero que, vamos, dicen, ‘quillo, tenemos que coger a uno’, ‘quillo pues le vendo un kilo y cuando me pague, lo cogéis’. Va con un kilo y... el otro día cogieron a uno aquí”. Incluso el interlocutor se ríe y recuerda que el detenido ahorró para poder comprar la droga con la que finalmente cayó.