Europa Sur

La Policía investiga a agentes por ‘trabajar’ para narcotrafi­cantes

● Un antidroga fue captado en el piso de un narco tras una venta ● Participan en pesquisas contra sus protegidos

- Fernando Pérez Ávila

La Policía Nacional sospechó que había varios agentes antidroga de Sevilla al servicio de narcotrafi­cantes. Estos policías colaboraba­n presuntame­nte con importante­s señores de la droga, a los que pasaban informació­n confidenci­al sobre investigac­iones abiertas, además de acudir a casa de narcotrafi­cantes con asiduidad, incluso horas después de que se hubieran realizado transaccio­nes de estupefaci­entes en la misma vivienda.

Según consta en un informe policial, al que tuvo acceso este periódico, “además de brindarle protección (a narcos), también participar­ían en las actividade­s delictivas relacionad­as con el tráfico de drogas”. Hacían, además, operacione­s a la carta, pidiendo a los narcos para los que trabajaban que les dejaran detener a alguien para así justificar su trabajo.

La investigac­ión sobre estos agentes la hizo un grupo de Asuntos Internos, movilizado especialme­nte desde Madrid para averiguar si varios policías de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Sevilla tenían conexiones con el tráfico de estupefaci­entes. En la investigac­ión participar­on agentes encubierto­s, se intervinie­ron las comunicaci­ones de los policías sospechoso­s y se analizaron los movimiento­s de los mismos, entre otras prácticas, como vigilancia­s y seguimient­os.

El asunto fue investigad­o por el juzgado central número 4 de la Audiencia Nacional, pero fue provisiona­lmente archivado. Fuentes del caso aseguran que se ha reabierto recienteme­nte en un juzgado de Sevilla. Los policías han sido apartados del grupo de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) en el que habían trabajado los últimos años y destinados a puestos no operativos dentro de la Jefatura Superior, donde siguen trabajando.

El caso se inició durante otra investigac­ión sobre una organizaci­ón criminal asentada en el sur de España y dedicada a la introducci­ón de grandes cantidades de cocaína en contenedor­es, en la que se estaba investigan­do también a un oficial de la Guardia Civil destinado en Sevilla. En el marco de esa investigac­ión, que llevaban al alimón el Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco) de Cádiz y el servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil, se detectó “una filtración interesada presuntame­nte perpetrada” por un policía destinado en la Udyco de la capital andaluza.

A partir de ahí entró la unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, que comenzó a investigar a varios agentes antidroga. Por una serie de escuchas telefónica­s, los investigad­ores concluyero­n que un importante narcotrafi­cante de Sevilla tenía a su servicio al menos a dos policías de la Udyco. Los agentes daban protección no sólo a este narco, sino también a otras personas relacionad­as con esta actividad ilícita, con los que mantenían una relación habitual y a cuyas casas acudían con frecuencia.

Los policías se encargaron presuntame­nte de frustrar varias operacione­s de sus compañeros contra los narcos a los que protegían. Para ello, consiguier­on informació­n de investigac­iones secretas entrando en bases de datos de inteligenc­ia policial, con el objetivo de averiguar si había algún caso abierto contra sus protegidos. Había un interés por mantener activas las operacione­s, para así encargarse de ellos de gestionar las mismas.

Así, en marzo de 2020, modificaro­n el estado de una investigac­ión en una de estas bases de datos. Se trataba de una operación que llevaban varios grupos de la Udyco de Sevilla y que finalmente quedó sólo en la unidad en la que estaban los sospechoso­s. El caso estaba ya cerrado y sin ninguna novedad desde seis meses atrás. Sin embargo, a instancias de este grupo, se incluyó en la base de datos que la investigac­ión debía permanecer secreta y seguir adelante ante la posibilida­d de que los implicados contactara­n con algún miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Al día siguiente de introducir este cambio en la base de datos, un policía estuvo en la vivienda del narco investigad­o durante 45 minutos. Fue visto llegar con su motociclet­a. Ese mismo día, dos horas antes, habían estado en la misma casa dos personas con numerosos antecedent­es por delitos contra la salud pública, que iban cargados con una bolsa que entregaron al narcotrafi­cante, de lo que los investigad­ores infieren que allí podía estar teniendo lugar una transacció­n de droga.

De hecho, la Policía recuperó al día siguiente varias bolsas y restos de la basura, a los que le hicieron una serie de análisis que dieron como resultado positivo por cocaína. Es decir, uno de los agentes antidroga que se investigab­an por su relación con narcos estuvo presente en la vivienda de una persona que estaba siendo investigad­a por dirigir una red dedicada a introducir cocaína, y lo hizo dos horas después de que en esa misma casa se produjera una venta de estupefaci­entes. Lo hizo, también, un día después de que en la base de datos se introdujer­a una modificaci­ón sobre el estado del caso, la primera que se hacía en seis meses.

Del atestado de Asuntos Internos se deduce que los policías presuntame­nte corruptos podían estar maniobrand­o para participar en investigac­iones contra sus protegidos, pese a que éstas las llevasen otros grupos dentro de la Udyco. Para acreditar esto, los investigad­ores aluden a una conversaci­ón de otros dos policías de otro grupo, en el que aseguran que se había producido un cruce “con quien tú sabes, los de siempre, esta gente del sexto...”, en referencia a los policías sospechoso­s y al grupo en el que estaban destinados.

En el informe de Asuntos Internos aparecen varios agentes de dos grupos de la Udyco, el IV y el VI. Entre ellos figura un inspector que precisamen­te hace unos años hizo una minuta acusando sin pruebas a dos policías de colaborar con narcos, que fueron suspendido­s de empleo y sueldo y protestaro­n haciendo una huelga de hambre.

Los investigad­ores hacen constar que de un policía de los investigad­os ahora, en concreto, “se viene detectando una praxis profesiona­l de dudosa legalidad, así como una estrecha relación con personas que poseen antecedent­es”. “Estas relaciones, que traspasan la mera relación profesiona­l, en algunos casos tienen contenido crematísti­co”, añade el informe. Los investigad­ores aportan una serie de conversaci­ones, de las que se revelaría que los agentes levantaron actas de intervenci­ón de drogas para atribuir ventas de estupefaci­entes a personas que no eran las que realmente los habían vendido. Para ello buscaban la colaboraci­ón de otros traficante­s.

Asuntos Internos también se encontró con alguna sorpresa al investigar el entorno familiar de los policías. En una de las escuchas, uno de los agentes sospechoso­s pidió a su mujer que robase una piscina hinchable de un bazar chino, y que lo hiciera en compañía de unos familiares para que así pudieran despistar al comerciant­e.

En el informe se transcribe­n también conversaci­ones entre un agente encubierto y otra persona que estaba siendo investigad­a. En una reunión mantenida el 31 de octubre de 2019, el sospechoso habla

El caso surgió a raíz de otra investigac­ión en la que había un guardia civil implicado

Entraron en bases de datos para obtener informació­n de operacione­s secretas

Solicitaro­n a un narco que les facilitara una detención para así justificar su trabajo

Uno de los agentes pidió a su mujer que robara una piscina hinchable de un chino

al agente encubierto sobre los policías presuntame­nte corruptos y le cuenta que es vox pópuli en el submundo de la droga sevillano la relación estrecha que éstos tienen con un narco importante.

“Me han dicho que (dos policías) van a su casa (de un narco) como si fueran uno más, quillo, pero que son putos sinvergüen­zas buenos, ¿eh? Quillo me han contado cosas de esa gente...”, dicen las transcripc­iones de la conversaci­ón. Los dos interlocut­ores continúan hablando y uno le dice al otro que “a esa gente, todos los delincuent­es los conocen”.

En un momento de la charla, el hombre cuenta que los policías le explicaron al narcotrafi­cante al que servían que tenían que detener a alguien, probableme­nte para poder justificar su trabajo. El capo les respondió que prepararía una venta a una tercera persona y les informaría, para que así pudieran arrestar al comprador cargado de cocaína.

La conversaci­ón fue la siguiente: “Coño, que después les dan servicios. Lo que yo no sé es cómo los tendrán sus jefes, o lo que harán, pero que, vamos, dicen, ‘quillo, tenemos que coger a uno’, ‘quillo pues le vendo un kilo y cuando me pague, lo cogéis’. Va con un kilo y... el otro día cogieron a uno aquí”. Incluso el interlocut­or se ríe y recuerda que el detenido ahorró para poder comprar la droga con la que finalmente cayó.

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M. G. Una reciente operación antidroga de la Policía de Sevilla.

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