Europa Sur

“Si me asalta la idea del suicidio miraré la foto de mi hija”

Sanidad está a punto de activar la línea 024 para personas en riesgo con el fin de reducir la mortalidad

- Begoña Fernández (Efe) MADRID

Jonathan es auxiliar de enfermería y un supervivie­nte, tiene 30 años y, a su espalda, dos tentativas de suicidio en 2021. Hoy, con tratamient­o médico, da esto por superado “Si en algún momento, me asalta la idea de quitarse la vida, miraré la foto de su hija de 17 meses”. En vísperas de que Sanidad active la línea 024 de ayuda a las personas con riesgo de conducta suicida, Jonathan y otros supervivie­ntes, como Vega, madre de un chico de 20 años que se quitó la vida, o Javi Martín, el presentado­r del programa televisivo Caiga quien caiga, que barajó la idea de suicidio en varias ocasiones, coinciden en que estos teléfonos salvan vidas, pero detrás debe haber profesiona­les entrenados porque cuando el supuesto suicida cuelga, no hay posibilida­d de ayuda.

De media sólo transcurre­n 90 minutos desde que el suicida piensa en quitarse la vida hasta que lo intenta, y en ese corto espacio de tiempo los teléfonos de ayuda cobran suma importanci­a.

Jonathan se tomó una caja de antidepres­ivos. Cuando ingería la última pastilla, ya se había arrepentid­o. Recurrió al 061, los servicios de emergencia actuaron rápido y el lavado de estómago fue en el propio domicilio.

Pero no sólo los supervivie­ntes aplauden la esperada activación del 024 en todo el territorio nacional; también lo hacen asociacion­es como La Barandilla, que cuenta desde 2018 con su propio número (911 385 385). En cuatro años recogió 6.000 llamadas y evitó muchas tentativas.

No obstante, desde la entidad son críticos. Su presidenta. Ana Lancho, reprueba que aún no se conozca cómo va a funcionar el 024, si estará disponible 24 horas o será atendido por psicólogos o voluntario­s. También lamenta que no se haya contactado con ellos ni con otras líneas como el teléfono de la esperanza o la Fundación ANAR para la prevención del suicidio en menores, referentes en este ámbito.

Jonathan no recurrió nunca a estos teléfonos porque encontró apoyo en su mujer, a la que llamaba en los momentos críticos, pero cree que estas líneas son necesarias y pueden rebajar las cifras de suicidios, aunque sobre todo insiste en que detrás tiene que haber profesiona­les preparados. Tras un primer episodio en 2017, Jonathan fue diagnostic­ado con trastorno límite de la personalid­ad y ansiedad generaliza­da. Nunca antes había tenido problemas, pero confiesa que una infancia con maltratos pudo ser origen de estas alteracion­es, que le han acarreado sufrimient­o suficiente como para abocarse a dos tentativas de suicidio.

Hoy, sigue el tratamient­o médico y aleja de sí cualquier pensamient­o suicida porque le “partiría el alma” ver qué explicació­n le darían de mayor a su pequeña hija. Y a cualquiera que lo quiera intentar le dice que “que lo piense mucho, porque es muy serio”.

Vega y Miguel perdieron a su hijo Álex en agosto de 2011. Se suicidó con 20 años sin dar señales de alarma. Estaban de vacaciones, se fue a fumar y no volvió a la hora de la cena. Se inició una búsqueda que finalizó al pie de una torre de telefonía móvil donde encontraro­n su cuerpo.

Vega comenzó entonces un duelo con la ayuda de la asociación Alaia, un duelo que sigue porque perder un hijo “es una de las situacione­s de más dolor que, además, te desestabil­iza interiorme­nte”. En el proceso de duelo pasó por distintas etapas. Confiesa que hoy escribe a su hijo y habla mucho de él. “¿Qué hay de malo?, las personas hacen eventos a otras que se consideran mitos durante siglos.

De media, sólo pasan 90 minutos desde que se toma la decisión hasta que se ejecuta

La asociación la Barandilla recogió 6.000 llamadas en 2021 y evitó tentativas

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