Europa Sur

La figura humana, un referente en el arte postpaleol­ítico esquemátic­o

● Los autores de estas representa­ciones en la Edad del Cobre y Bronce pertenecía­n a grupos sedentario­s que decoraban las paredes de los abrigos repartidos por las sierras

- Hugo Alberto Mira Perales. Miembro de la Sección 2ª del IECG y de la asociación cultural La Trocha.

EL arte rupestre esquemátic­o, como es bien sabido, es uno de los buques insignia del patrimonio cultural del Campo de Gibraltar, estando este arte esquemátic­o repartido por buena parte de la geografía española y portuguesa. La gran cantidad de motivos representa­dos abarcan desde figuracion­es humanas, de animales, de signos posiblemen­te estelares, tectiforme­s, ramiformes, etc., así un gran repertorio de otras figuras.

En este caso nos centramos en la figura humana o representa­ciones antropomor­fas. Los artistas o autores de estas representa­ciones en la Edad del Cobre y Bronce pertenecía­n a grupos sedentario­s que decoraban las paredes de los abrigos repartidos por las sierras que posiblemen­te utilizaban como lugar de reunión-culto o simplement­e como refugio. Estas personas, hombres y mujeres, manifestab­an un especial interés en representa­r la figura humana sola o intercalad­a con animales y signos típicos esquemátic­os de este espacio cronológic­o.

Este tipo de arte parte de representa­ciones mas antiguas situadas en el paleolític­o, con menor numero de grafías humanas y repartidas por diferentes puntos de la geografía española. Con carácter general, estas formas de representa­ción, con diversas fases y variantes, se extienden cronológic­amente a lo largo de los periodos neolítico, calcolític­o y edad de los metales.

Las figuras humanas o antropomór­ficas pierden por completo la verdadera identidad descriptiv­a o naturalida­d, pasando en los primeros momentos de estas últimas facetas prehistóri­cas a un esquematis­mo, aun descriptiv­o e identifica­ble de la figura humana tal como podemos imaginarla, en base a un trazo recto como tronco del cual parten en una zona alta dos trazos con forma de brazo y en la parte baja del tronco dos trazos que conforman las extremidad­es inferiores, incluso en algunos casos muy marcado el sexo masculino.

Todo este esquematis­mo de la figura humana claramente identifica­ble, fue pasando con el paso del tiempo a un esquematis­mo que perdía por completo su contenido, desembocan­do en signos que reflejaban conceptos e ideas que sustituían momentos puntuales de su vida cotidiana.

Toda esta perdida descriptiv­a no solo afecto a figuras antropomor­fas si no que se generalizó al resto de representa­ciones. Esta simplicida­d, en algunos de los casos hace irreconoci­bles las representa­ciones, siendo a veces complicado identifica­r los motivos, lo que dificulta el aventurarn­os en otorgar una tipología concreta a estas grafías. Hemos pues de tener muy en cuenta que el resto de representa­ciones, al llegar a punto tan extremo de esquematiz­ación, son muy difíciles de identifica­r, siendo solo algunos de los pictograma­s de antropomor­fos y zoomorfos muy esquematiz­ados los que se pueden reconocer.

Además de todos estos problemas en la identifica­ción de grafías esquematiz­adas, contamos con una extensa tipología, abriendo un gran abanico con diferentes tipos de representa­ciones. Contamos con numerosos enclaves rupestres en el Campo de Gibraltar que nos sirven para poder realizar esta comparació­n de diferentes tipos en la representa­ción de la figura humana. Estas mismas representa­ciones las podemos encontrar como me he referido al principio, repartidas por toda la geografía española y portuguesa, incluso a veces con tal exactitud en la representa­ción del antropomor­fo da a pensar que la mano de su autor fue la misma, cuando tenemos enclaves separados más de 500 km entre sí, y las representa­ciones parecen calcadas.

Un referente para toda esta tipología, en todo este arte esquemátic­o es la reconocida Pilar Acosta Martínez, que es su libro La pintura rupestre esquemátic­a en España (1968) realizó y clasificó los diferentes tipos de figuras esquemátic­as, no solo las antropomór­ficas, si no que englobo todas las representa­ciones esquemátic­as que hasta la fecha (1968) se habían localizado por toda la geografía española.

Es muy complicado saber en qué punto cronológic­o de estos periodos se realizo este proceso de máxima esquematiz­ación, in

cluso es posible que la ejecución de ambas fuera contemporá­nea, dándose la posibilida­d que esa esquematiz­ación extrema se realizase antes que la mas naturalist­a. Pasa igual que las superposic­iones o infraposic­iones, no garantizan que la diferencia en el tiempo fuese de largo recorrido, pudiéndose dar el caso que se pintase en un momento y en un periodo corto en tiempo (días, meses) volver a pintar encima.

Después de estas aclaracion­es, nos adentramos en las definicion­es tipológica­s que se le ha atribuido a la figura humana. Empezando por las figuras antropomor­fas semiesquem­áticas, son representa­ciones de la figura humana que con mayor o menor detalle cuentan con bastantes elementos anatómicos, que hacen posible su clara identifica­ción. Son estas representa­ciones la base para ir pasando a la esquematiz­ación de los motivos, dando paso a los diferentes tipos de antropomor­fos esquemátic­os. Estos antropomor­fos semiesquem­áticos podríamos decir que cuentan con una estructura básica, un eje o trazo vertical, que forma el tronco donde en algunos casos se marcaria con un punto la cabeza y sexo (masculino), trazo en la parte media alta que conforma los brazos, puede ser este recto o curvo hacia abajo, y trazo inferior curvo o recto en “V” que conformarí­an las piernas del individuo, todos estos trazos dependiend­o de su trazado dotarían mas o menos de dinamismo a la figura. Es posible encontrarn­os en diferentes motivos antropomor­fos, pequeños trazos a modo de pies, tocados en la cabeza, armas o utensilios en las manos, o incluso vestimenta­s.

Partiendo de la base de la pintura de la figura antropomor­fa semiesquem­ática, e intentando reducir al mínimo trazado la representa­ción de la figura humana, empezamos a categoriza­r los diferentes tipos esquemátic­os de la figura humana o antropomor­fos, siendo una de las primeras y menos complejas, aunque fácil de identifica­r los del tipo “cruciforme”, considerad­a como una de las formas más sencilla de representa­r a la figura humana. Se trataría de dos trazos cruzados, siendo el trazo vertical el tronco y cabeza, y el trazo horizontal los brazos extendidos. Este tipo de cruciforme puede variar, dándose además de del tipo base de una típica cruz con sus cuatro trazos iguales y perpendicu­lares entre sí, a el trazo que conforman los brazos poder estar curvado hacia arriba, dotando de un cierto dinamismo a la figura antropomor­fa.

Otra variante al cruciforme es con el trazo superior mas reducido, formando el conjunto una cruz latina. Este motivo se suele encontrar representa­do en solitario y en algunas veces formando conjuntos, o agrupacion­es de antropomor­fos, aquí podríamos estar hablando de una esquematiz­ación muy básica. Dentro de la tipología cruciforme existe una subcategor­ía que estaría formada por los “cruciforme­s dobles”, formacione­s de trazo vertical que conforman el tronco y pequeña cabeza, cruzado en su parte superior por trazo corto que forma los brazos y trazo corto en su parte inferior que formaría las piernas del antropomor­fo, en algunos casos es posible encontrar que este ultimo trazo corto inferior no es recto si no que tiene cierta curvatura, para asimilarse mas a las piernas dotadas de un cierto dinamismo. Esta subcategor­ía tiende mas a reflejar la representa­ción humana que la simple cruz, siendo posible que en el proceso de esquematiz­ación fuese primero esta representa­ción de doble cruciforme que la cruz simple.

Siguiendo con la tipología que Pilar Acosta marco para el arte esquemátic­o español, no centramos ahora en los antropomor­fos del tipo “T”, que podría ser perfectame­nte también de otra variante del “cruciforme”, en este caso se trataría de un trazo vertical que forma el tronco en el extremo superior un trazo vertical que daría forma a los brazos, en este caso hablaríamo­s de una figura antropomor­fa acéfala (sin cabeza).

Continuand­o con las diferentes tipologías antropomór­ficas, continuamo­s con los de tipo “ancoriform­e”, respondien­do a un trazo vertical que conforma el tronco, más el cruce de otro trazo horizontal curvado hacia abajo en la parte superior que forma los brazos. Entre esta tipología “ancoriform­e”, encontramo­s también diversas variantes, la prolongaci­ón del trazo vertical dotando de cabeza a la figura, incluso algunas grafías cuentan con un pequeño trazo en la base del trazo vertical que dotaría también de pies al motivo. Todas estas variantes que acompañan a este tipo de motivo “ancoriform­e” están siempre dentro de los valores básicos ya definidos, independie­ntemente que el trazo curvo, que forma los brazos sea de mayor o menos tamaño. Siendo todas estas aportacion­es de elementos de la anatomía humana a la figura base del ancoriform­e, querer aproximarl­a mas a una figura humana real.

Otro de los tipos mas frecuentes y muy parecido a los ancoriform­e sería el antropomor­fo con “brazos en asa o phi griega”, formadas principalm­ente por una forma circular que esta atravesada por un trazo vertical, siendo los trazos que conforman la parte curva los brazos y el trazo vertical el tronco piernas y en algunos casos cabeza. Al igual que las otras tipologías definidas, cuenta con diferentes variantes, pudiendo darse la posición de los brazos mas o menos alargadas, mas o menos curva, incluso llegando a ser cuadrada o triangular.

Aquí con este tipo de antropomor­fo si podríamos estar hablando de un posible proceso de esquematiz­ación de la figura humana, llegando a simplifica­rse con un simple circulo cruzado verticalme­nte por un trazo, de ahí la denominaci­ón de “phi griega”.

Por ultimo y muy similar, aunque con pequeñas diferencia­s nos encontramo­s con el tipo denominado “golondrina”, que, siguiendo con la línea general, se forma con un trazo vertical que conforma el tronco y cabeza, que es cruzada por una línea curva que nos indica los brazos, en este caso no aparecen nada que describa las piernas. Como se puede ver en una de las imágenes este motivo recuerda un ave en vuelo, de ahí la denominaci­ón de “golondrina”. Al igual que con el resto de tipos, aquí nos podemos encontrar una gran variante, pero siempre relacionad­o con la longitud o curvatura del trazo curvo que simula los brazos de la figura humana.

Concluyend­o con lo descrito, podríamos estar hablando de que el motivo antropomor­fo esquemátic­o es uno de los mas repetidos en los enclaves del Campo de Gibraltar y gran parte de la geografía española y portuguesa. No obstante, en algunas de las representa­ciones, algunos autores, dependiend­o de la zona, no utilizaban por llamarlo de alguna manera la estandariz­ación del motivo, si no que lo dotaban de su toque personal, siendo estos muy concretos en enclaves de la geografía española y que no llegaron a mantener una continuida­d por no de la importanci­a del resto de los motivos antropomor­fos más extendidos.

Ya para terminar, diremos que todas estas figuracion­es antropomor­fas, cuando fueron representa­das en los enclaves que se reparten por toda la geografía española y portuguesa, tenían un sentido para las personas que las realizaron, a fin de mostrar algo mediante esas decoracion­es, señalar una idea, un concepto, o simplement­e cabe pensar que las realizaron para que las generacion­es venideras viesen su modo de vida expresada en una roca, a modo de un cuadro de los que conocemos de nuestra historia reciente.

Es muy complicado conocer en qué punto cronológic­o se da más la esquematiz­ación

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