Europa Sur

DESPRECIO A LA POLÍTICA

- JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA Ex presidente de la Junta de Extremadur­a

ANTES de la muer te de Franco y durante la transición española, la dedicación a la actividad política constituía en la mayoría de los casos un ejemplo de dignidad, valentía y altura de miras. En la mayor parte de los casos, el compromiso acompañaba a quienes se dedicaron a esa actividad. La cosa ha ido enredándos­e de tal manera que ahora esa dedicación –absolutame­nte necesaria para que la democracia exista– es sospechosa. Lejos de dar brillo, lo que hace es empañar la imagen. Antes, la familia aconsejaba no dedicarse a la política porque resultaba una actividad peligrosa para quienes habían vivido en sus carnes el fracaso de la II República y el terror de la dictadura. Ahora, las familias vuelven a aconsejar la no dedicación porque aparece como una actividad vergonzosa a los ojos de muchos ciudadanos.

Hace unos años, en un debate televisado, organizado por un prestigios­o medio de comunicaci­ón entre los candidatos a presidente del Gobierno, el conductor del debate preguntó como última e importantí­sima cuestión por el sueldo que pensaban ganar los que aspiraban a llegar a la Presidenci­a del Gobierno. Llegó el tío Paco con las rebajas. Ninguno de ellos fue capaz de decir que ganarían bastante menos que el director del medio que organizó el debate. Muchísimo menos.

Así que a nadie debería extrañarle el hecho de que profesiona­les prestigios­os que tuvieron inclinacio­nes sociales o políticas y que podrían contribuir a mejorar la calidad de la democracia y el brillo de las institucio­nes hayan prefer ido seguir con su fama al margen de la política, porque si se comprometi­eran con ella les ocur r irá lo siguiente: nada más entrar perderían la condición de ciudadanos respetable­s para pasar a la condición de individuos sospec hosos. Saldrían de la política institucio­nal a los cuatro años si lo hacen mal y a los ocho si lo hacen bien (ya saben, lo de la limitación de mandatos). Nunca entenderé las razones que animan a los defensores de esa propuesta. Confunden la educación con el tiempo. Quien no tiene en su código de conducta quedarse con dinero ajeno, no lo hará nunca por mucho tiempo que permanezca en una responsabi­lidad. Y viceversa, quien esté dispuesto a robar no tiene que esperar a la tercera legislatur­a para quedarse con lo ajeno.

Como les exigirán dedicación exclusiva, no podrán seguir trabajando en sus especialid­ades por lo que les resultará casi imposible volver a la cirugía, o a la abogacía, o a la ingeniería o a tantas profesione­s que no permiten ausencias prolongada­s salvo que se esté dispuesto a perder el sitio ganado profesiona­lmente. La dedicación exclusiva les hará sospec hosos y les obligará a enseñar los bolsillos cada mañana y a que los enseñen los cónyuges, los hijos, los suegros y los tíos lejanos.

Y esa sospecha le acompañará toda la vida. Una absurda ley del gobierno Zapatero, (Ley 10/2010 de 28 de abril) exige a los bancos que demuestren de dónde procede el dinero que tiene en su banco el político en activo y el que lo estuvo, y los familiares del que está activo o del retirado, que identif iquen a sus clientes y clasif icarlos en función de su nivel de riesgo de blanqueo en bajo, medio o alto. La documentac­ión que debe estar actualizad­a es la siguiente: IRPF, vida laboral, nómina o contrato de trabajo (en caso de asalariado­s), recibo de autónomos, IVA en caso de realizarse, estudiante­s, deberán apor tar cer tificado del centro de estudios dónde cursen su enseñanza o en su caso la matrícula, personas sin actividad y que no hagan declaració­n de la Renta o no puedan presentar otros documentos, acreditaci­ón de la procedenci­a de los ing resos, (concesión de ayudas, ingreso mínimo vital, herencias…).

A nadie le debe gustar figurar entre los sospec hosos de blanqueo de capitales o de financiaci­ón del terrorismo. A ver cómo le explica el político en activo o el retirado a sus hijos o a sus hermanos (a los que se le piden también esos datos por ser familiares de políticos) que tú no tienes nada que ver con esas f iguras delictivas, que ni siquiera has viajado nunca a Venezuela o no conoces a Maduro ni a nadie de su entor no y que no te has reunido con ningún enviado de Putin. Y a ver cómo se conjuga la protección de datos con el envío a tu asistente personal en el banco que a su vez lo pasará a instancias superiores sin saber dónde y en qué manos acaba esa informació­n confidenci­al.

No me extraña que la política se haya conver tido en una máquina de repeler profesiona­les de alto nivel.

Quien no tiene en su código de conducta quedarse con dinero ajeno, no lo hará nunca por mucho tiempo que permanezca en una responsabi­lidad. Y viceversa

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