Dos orejitas y una cornada en un ambiente festivo de día del patrón
● Curro Díaz y Álvaro Lorenzo tocaron pelo y Ginés Marín sufre una cornada grave
FERIA DE SAN ISIDRO EN MADRID
GANADERÍA: Cinco toros de la ganadería de El Parralejo, aceptablemente presentados y de juego desigual. Destacaron el extraordinario primero, el más completo de un envío en el que sobresalieron también el buen quinto y el templado sexto. Con “guasa” y malas ideas el tercero y sin raza ni entrega el cuarto. El segundo fue un sobrero de José Vázquez, basto y descastado
TOREROS: Curro Díaz (sangre de toro y oro): media caída con derrame (ovación); bajonazo (silencio); y gran estocada (oreja en el que mató por Ginés Marín) Álvaro Lorenzo (gris plomo y oro), que sustituía a Emilio de Justo: pinchazo, estocada ligeramente atravesada y descabello (silencio tras aviso); estocada (oreja tras aviso) Ginés Marín (purísima y oro): casi entera desprendida (ovación en el único que mató)
INCIDENCIAS: En cuadrillas, buen tercio de varas de Juan Francisco
Romero en el primero y Lipi saludó tras banderillear al cuarto. La plaza de toros de Madrid registró un aforo de tres cuartos de entrada (18.496 espectadores según la empresa) en una tarde espléndida. PARTE FACULTATIVO:
En la enfermería fue intervenido Ginés Marín de: “cornada en tercio medio del muslo derecho con orificio de entrada por cara anterior y de salida en cara lateral, y dos trayectorias: una de 25 cms que alcanza anillo inguinal y contusiona arteria femoral, y otra transversal de 20 cms que lesiona el recto anterior. Pronóstico grave”
Dos orejitas, una para el espada de Linares Curro Díaz y otra para el diestro toledano Álvaro Lorenzo, no reflejan en su justa medida las francas opciones que brindaron tres de los cinco toros que lidió ayer en la plaza de toros de Las Ventas la ganadería de El Parralejo, en una corrida en la que el tercer espada, Ginés Marín se llevó la peor parte al sufrir una grave cornada.
El primer matador en tocar pelo fue Álvaro Lorenzo en el quinto toro de la suelta, un astado de mucha clase al que el matador de toros toledano toreó, sin embargo, con demasiadas precauciones, o, lo que es lo mismo, despegado y sin redondear ni una sola serie por mucho que lograra ligar los muletazos. Pero eso en la plaza de toros de Madrid ya no importa. La gente quiere justificar el remonte de su entrada que ha pagado y si con eso hay que dilapidar la exigencia que requiere la primera plaza de toros del mundo, bienvenido sea.
El caso es que aquello fue una sucesión de pases y más pases, pero sin fibra, sin “tragarle” al toro ni una sola vez y siempre por las periferias. Pero, ya está dicho, el grueso de los tendidos del coso madrileño se volcaron con el diestro, también en la ejecución de unas bernadinas finales que dieron paso a una buena estocada. Cortó la reseñada oreja, pero, quede dicho, el toro era de dos trofeos.
Aprovechando la inercia festivalera del rumbo de la tarde isidril, el espada linarense Curro Díaz le cortó también una orejita al sexto de la tarde por una faena de escaso poso y en la que estuvo por debajo de la noble y templada condición del de El Parralejo, al que, eso sí, mató de un gran espadazo.
Pero es que antes, en el toro que abrió plaza, Curro Díaz ya había sorteado otro toro de lío gordo, el más completo de los tres buenos que echó la ganadería de los campos onubenses, y con él Curro Díaz no se entendió, más pendiente de componer y de buscar ese toreo desmayado para empalmar los pases en corto y a modo de carrusel, que de ponerse de verdad y hacer el toreo por derecho.
La peor parte de la tarde se la llevó Ginés Marín, que resultó herido a las primeras de cambio por un tercero de la tarde que tuvo “guasa” para dar y regalar, un toro que se venía cruzado en las bruscas oleadas que pegaba. En una de esas oleadas se echó al torero a los lomos, cazándole de forma certera en el muslo derecho.
La sangre en la taleguilla de Ginés Marín advertía que el pitón del toro en su viaje había calado al torero, pero el hombre siguió dispuesto en el ruedo venteño, apostando, incluso, por un toro cuyas aviesas intenciones iban a más, como la propia hemorragia que sufría el torero. Tras dar muerte al astado y recoger una merecida ovación del público, el torero pasó herido y por su propio pie a la ser atendido en la enfermería sin volver al ruedo para torear a su otro toro.
Estos fueron los únicos momentos destacados de la corrida de toros del día del Patrón, pues por fin Curro Díaz no pudo redondear nada con un cuarto toro, segundo de su lote, que no tuvo clase y que se quedó a la defensiva en la faena de muleta, ni tampoco hubo precedente para Álvaro Lorenzo con el manso y deslucido toro sobrero de la ganadería de José Vázquez que hizo de segundo de la tarde.
Destacaron tres astados de los cinco lidiados de la ganadería de El Parralejo