Europa Sur

23 DE MAYO DE 1992

- MARTÍN DOMINGO

EL 29 de agosto de 1991 la Mafia asesinó a Libero Grassi, un empresario textil de Palermo que se había negado a pagar el pizzo. Los ánimos, por ello, estaban inf lamados en el país cuando mi avión aterrizó en Fiumicino una mañana de septiembre. Yo era por entonces un estudiante universita­rio que llegaba a Italia con la intención de acabar la carrera y empaparme de una cultura que me fascinaba. Como a tantos extranjero­s curiosos, me sedujo inmediatam­ente el fenómeno de Cosa Nostra, tan lejano y tan cercano a la vez, metáfora y patología del poder.

Todo el mundo, en la calle y en la televisión, hablaba de Giovanni Falcone, el juez que, junto a Paolo Borsellino y el resto de magistrado­s del Pool, había conseguido la mayor condena de mafiosos de la historia de Italia. Falcone y Borsellino se sabían condenados a muerte, pero eso no les hizo claudicar ni debilitó lo más mínimo su estricto sentido del deber. La suya no era una misión divina, sino un empeño cívico y democrátic­o de

Se cumplen 30 años de aquella infamia, en la que hubo asesinos de pensamient­o, palabra, obra y omisión

envergadur­a: la recuperaci­ón de la confianza en las institucio­nes en un territorio donde el Estado estaba trágicamen­te ausente. Contaban con algunos aliados y, enfrente, con un sinfín de enemigos.

A pesar de las infinitas zancadilla­s, la Corte de Casación confirmó el 30 de enero de 1992 la mayoría de las sentencias emitidas años atrás en el maxiproces­o de Palermo. Era la peor humillació­n sufrida por la Mafia y los magistrado­s palermitan­os se habían convertido en enemigos públicos de la organizaci­ón. Por eso, Cosa Nostra, habitualme­nte paciente, esta vez tenía prisa. Para matar a Falcone no dudó en levantar, con un potente explosivo, quinientos metros de la autopista que va desde el aeropuerto de Punta Raisi a Palermo. Era el 23 de mayo de 1992. Su amigo Paolo Borsellino trabajó, desde entonces, como un poseso, día y noche. Alguien se preocupó por su salud. “Es lo que tengo que hacer, tengo poco tiempo”. 57 días, exactament­e. El 19 de Julio un coche bomba aparcado cerca del portal de su madre reventó al juez y sus escoltas.

Falcone lo dejó dicho en el libro que escribió con la periodista Marcelle Padovani y que compré en la librería Feltrinell­i de Siena unos días antes de que lo asesinaran: “La Mafia golpea a los servidores del Estado que el Estado no protege”. Hoy se cumplen 30 años de aquella infamia, en la que hubo asesinos de pensamient­o, palabra, obra y omisión.

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