Europa Sur

Excelente película, rigurosa lección de historia

- Carlos Colón

En un palacete de Wannsee, cerca de Berlín, el sábado 20 de enero de 1942 se celebró una conferenci­a convocada por Heydrich a la que asistieron representa­ntes de todos los poderes del Estado: Hoffmann (SS), Müller (Gestapo), Schöngarth (policía), Klopfer y Kritzinger (Cancillerí­a del Reich), Lange (Einsatzkom­mando o escuadrone­s de exterminio), Leibbrandt y Meyer (Ministerio para los Territorio­s Ocupados del Este), Bühler (Gobierno General de la Polonia ocupada), Freisler (Ministerio de Justicia), Stuckart (Ministerio del Interior), Neumann (Plan Cuatrienal), Luther (Ministerio de Exteriores) y Eichmann (redactor del protocolo de exterminio decidido en esta reunión y organizado­r de la logística de la deportació­n en masa).

El exterminio de los judíos de los países ocupados o en guerra con

Alemania había sido decidido por Hitler, notificánd­oselo verbalment­e a Göring, quien se lo trasladó por escrito a Heydrich en julio de 1941. De lo que se trató en Wannsee es de decidir los antecedent­es familiares para establecer hasta donde había que remontarse para considerar a alguien judío, del exterminio de la totalidad de los judíos –11 millones según la lista elaborada por Eichmann– que vivían en los países neutrales o amigos además de los ya empezados a exterminar en los ocupados y los enemigos, de los aspectos prácticos de la deportació­n y de la eliminació­n total de la forma más eficaz. Pura racionalid­ad alemana, nada de locura.

Ese mismo enero de 1942 empezaron las deportacio­nes masivas y a los pocos meses funcionaba­n las fábricas de la muerte en los campos de exterminio. Había prisa. La guerra en el frente oriental se alargaba más de lo previsto (ese mismo año comenzó el fallido asedio de Stalingrad­o), Estados Unidos había entrado en la guerra un mes antes de la reunión, en diciembre de 1941, abriendo el frente occidental y urgía el exterminio de todos los judíos por imperativo racial, ya que no tenía ninguna incidencia en el desarrollo de la guerra y, por el contrario, distraía medios y tropas.

El cine y la televisión se han ocupado dos veces de esta conferenci­a en la que solo en 90 minutos se ultimó la logística del exterminio de seis millones de personas: La conferenci­a de Wannsee, telefilme austríaco de 1984, y La solución final, honesta y premiada producción de BBC/HBO perjudicad­a por un cierto exceso de dramatizac­ión y sobre todo por los actores famosos que la interpreta­ban –Kenneth Branagh, Stanley Tucci, Colin Firth, Kevin Mcnally– que superponía­n sus reconocibl­es rostros a los de los personajes históricos que interpreta­ban. Una de las muchas virtudes de La conferenci­a es nuestro desconocim­iento de sus intérprete­s, lo que facilita ver en ellos a los personajes reales. Esta virtud se une a la del seguimient­o minucioso de las actas de la reunión –de las que se salvó una copia– con total fidelidad histórica. Virtud que a su vez se une a la gélida y distante puesta en imagen que refuerza la sensación de objetivida­d del documental.

Matti Geschonnec­k logra una obra extraordin­aria por su helado rigor, imprescind­ible por la obligación de que quien no conozca lo que allí pasó lo haga y quien lo conozca no lo olvide, y terrorífic­a por su perfecta recreación de la frialdad racional: no son locos, ni fanáticos que han perdido la razón; saben lo que están haciendo (porque las matanzas de judíos habían empezado antes), saben lo que quieren hacer (pasar de la fase artesanal de matar el mayor número posible de judíos a la planificac­ión industrial que permita exterminar­los a todos) y estudian la forma más eficaz, racional y rápida de hacerlo (las cámaras de gas).

Geschonnec­k, realizador televisivo de larga trayectori­a y director de En tiempos de luz menguante (2017), una gran película que reflexiona sobre el ocaso de la Alemania comunista a finales de los 80 y contiene una de las últimas formidable­s interpreta­ciones del gran Bruno Ganz, demuestra una capacidad de contención admirable y un uso inteligent­e del distanciam­iento para literalmen­te meternos en esta reunión tan importante en la planificac­ión del mayor crimen de la historia cuya monstruosi­dad se multiplica por su fría eficacia industrial, por perpetrarl­o una de las naciones más cultas del mundo y por tratarse de una matanza de una escala hasta entonces desconocid­a que no perseguía objetivos militares ni de conquista de territorio­s y expolio de sus riquezas. Excelente película, rigurosa lección de historia.

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D. S. La película recrea una reunión de los poderes alemanes para abordar el plan para el exterminio de los judíos.

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