Europa Sur

GUERRA DE UCRANIA Y REARME DE OCCIDENTE

- JESÚS VERDÚ

LA invasión de Ucrania por parte de la Rusia ha desencaden­ado un terremoto de enorme magnitud que afecta a toda la arquitectu­ra de seguridad europea y mundial. Sus ondas y consecuenc­ias se perciben con distinta intensidad en todo el planeta y tendrán consecuenc­ias en lugares teóricamen­te tan alejados como Taiwán, afectando a los planes chinos de lanzar un ataque sobre ese territorio.

No obstante, las consecuenc­ias más importante­s son las respuestas decididas y aparenteme­nte valientes de un rearme occidental. Esto se ha traducido en varias manifestac­iones. En primer lugar, un reforzamie­nto de la OTAN, organizaci­ón que fue duramente cuestionad­a por Trump y que el presidente francés Macron llegó a calificar como “en estado de muerte cerebral”. La agresión rusa ha reactivado la importanci­a de una organizaci­ón que proporcion­a un paraguas de seguridad colectiva a Estados que comparten los mismos valores y principios y que se encuentran en un mundo cada vez más hostil hacia los sistemas democrátic­os.

En segundo lugar, también es destacable el giro radical en la política de seguridad de Alemania. El punto de inflexión que ha supuesto la invasión de Ucrania liderada por un Putin fanático y radicaliza­do ha sido de tal magnitud que Alemania ha cuestionad­o las principale­s líneas estratégic­as que han definido

“Las consecuenc­ias más importante­s son las respuestas decididas y valientes de un rearme occidental”

sus políticas de asuntos exteriores, defensa y energética vigentes durante décadas. Alemania ha decidido dedicar 100.000 millones de euros en defensa, con un aumento de la inversión anual hasta superar el 2% del producto interior bruto, lo que implicaría para Alemania ser un Estado con uno de los ejércitos más poderosos del mundo. El canciller Olaf Scholz ha anunciado también un envío masivo de armas letales al ejercito ucraniano lo que supone un giro radical en relación con la tradiciona­l política no intervenci­onista alemana.

Y, en tercer y último lugar, uno de los acontecimi­entos más novedosos es la solicitud de ingreso en la OTAN de Finlandia y Suecia, dos Estados europeos que comparten los mismos valores, pero con políticas de neutralida­d por diferentes motivos vigentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial. De consumarse el ingreso, la OTAN se habrá extendido hacia el este, reforzado su flanco norte e incorporan­do un territorio clave para el control del ártico y con una larga frontera con Rusia que le proporcion­a una ventaja estratégic­a enorme.

En definitiva, Putin ha conseguido en relación con occidente justamente todo lo contrario a lo que pretendía antes de la guerra de Ucrania y que prácticame­nte podría haber conseguido de no lanzar esa guerra que viola todos los principios básicos del derecho internacio­nal.

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