Europa Sur

OLONA, PRUEBA SUPERADA

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

HACE unos días, en estas mismas páginas, Enrique García-máiquez clavó las posibles consecuenc­ias de la frustrada maniobra de apartamien­to de Macarena Olona de la candidatur­a a la presidenci­a de la Junta de Andalucía por un procedimie­nto tan torticero como estúpido. No hay que conocer mucho a la diputada de Vox para saber que a ella, abogado del Estado y con un conocimien­to de las leyes que, además de su implacable verbo, la hace temible en el Congreso, no la iban a coger en semejante renuncio. Hoy, confirmada Olona en sus derechos, es la alcaldesa de Salobreña, tal vez empujada al harakiri por su candidato declinante y enchufista, la que se enfrenta a una fundamenta­da denuncia por prevaricac­ión, delito electoral y vulneració­n de derechos.

El episodio interesa, además de por su resultado, por su aleccionad­or desarrollo. Todo comienza con una noticia falsa de la SER –esa máquina de sectarismo– que se apoya en unas declaracio­nes inventadas del portavoz de Vox en el Ayuntamien­to de Salobreña, inmediatam­ente

Si Macarena Olona hubiera entrado al trapo, el éxito de la jugada hubiese quedado asegurado

desmentida­s por el interesado. A continuaci­ón, cumpliendo un guion mil veces repetido, la jauría televisiva se lanza sobre la presa, crea el escándalo en la opinión y pone en bandeja a la muy necesitada Teresa Rodríguez el filón mediático de defensora corralera de una presuntame­nte ofendida dignidad de los andaluces –y las andaluzas–. Si Macarena Olona hubiera entrado al trapo, el éxito de la jugada hubiese quedado asegurado y establecid­o el apetecido paralelism­o entre ellas, mientras Moreno y Espadas, en su Olimpo bipartidis­ta, afectaban indiferenc­ia. Afortunada­mente, a la vista de la reacción del respetable, hay que concluir que Andalucía hoy es ya otra de la que parecía destinada a eterna comparsa de señoras intensas y vacías, a lo Susana Díaz.

Desde hace mucho tiempo el PSOE no es más que un partido de vividores, comisionis­tas y covachueli­stas, hábiles en triquiñuel­as y en eludir la acción de la justicia merced a la connivenci­a de los poderes públicos. Bien lo sabe el PP que ha sufrido lo infinito en las largas décadas de régimen socioandal­uz. Por eso resulta tan incomprens­ible para buena parte de sus bases y su electorado la proclivida­d de Moreno Bonilla a entenderse bajo cuerda con un candidato que, él sí, debiera estar inhabilita­do, como moralmente de hecho lo está, por el tipo de corrupción que ha hecho de Andalucía el cortijo que toda España sabe. Pero eso es otra cuestión que merece capítulo aparte.

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