Europa Sur

Culminació­n de un proceso investigad­o como delictivo

- A. Grimaldi

Si el Gobierno de España acuerda conceder la ayuda de 249 millones de euros solicitada al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégic­as, que administra la Sociedad Estatal de Participac­iones Industrial­es (SEPI), por seis filiales del grupo Abengoa, culminará un largo proceso con tres reestructu­raciones financiera­s y que tendrá como resultado la liquidació­n de la sociedad cotizada y que la empresa pase a estar controlada por fondos extranjero­s.

En realidad, lo que ahora se pretende hacer en el contexto de un concurso de acreedores, no es más que lograr los mismos efectos que preveía la tercera reestructu­ración financiera planteada en 2020, que resultó fallida, fundamenta­lmente por la negativa del poder político (el Gobierno se negó a hacerla sin que participas­e la Junta de Andalucía).

Ese proceso consistió en dos reestructu­raciones financiera­s que están siendo investigad­as como supuestame­nte delictivas, en virtud del criterio expuesto por la Fiscalía Anticorrup­ción, que apreció indicios de administra­ción desleal, delito contra el mercado, delito societario y estafa.

De hecho, la informació­n trasladada ayer al regulador bursátil basa la ruptura societaria del grupo Abengoa en los instrument­os convertibl­es aprobados en esos rescates que, como demostró la investigac­ión periodísti­ca hecha por este diario, sólo benefició a los acreedores, pues nunca llegó la financiaci­ón al grupo, al que sí le cargaron comisiones e intereses por 400 millones de euros.

Precisamen­te, los informes encargados por la SEPI para avalar o no la concesión de la ayuda recelan de la legalidad y las consecuenc­ias judiciales que tendría romper el grupo y liquidar Abengoa SA.

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