Europa Sur

CONÓCETE A TI MISMA

- FRANCISCO SILVERA

LEO la publicidad de una universida­d que se jacta de hablar sólode“Business”; no ponen tilde en “sólo”. Entiendo su mensaje, “Haga como yo, no se meta usté en políticas”; estando donde hay que estar de forma natural (que en lo íntimo es porque Dios quiere, y a ti no), ¿para qué perder tiempo en cosas de fracasados?

Pienso en el montón de tías feministas (malcriadas abortistas borrachas) a las que he dado clase y que son médicas, abogadas, profesoras, periodista­s, mujeres con todas sus circunstan­cias, y me cuesta creer que los discursos de Ayuso no merezcan el vómito (de ideas) mayor que arrojar se pudiera sobre alguien; por contra, los veo enteros y hay entusiasmo y aclamación popular, desde el inicio con su ironía sobre la “perspectiv­a de género ecorresili­ente empoderada”, los ataques crueles a sus compañeros en retiro, reivindica­ndo la Cultura frente a quienes construyen un país de rencorosos y perdedores (la suya vence), no al nacionalis­mo, no al populismo, no al comunismo, no a la fábrica

Oigo a ese vicepresid­ente de Castilla y León, hablando como recién salido de un confesiona­rio con Maciel

que diseña una sociedad acomplejad­a sino a la que se crece como el toro en el castigo (¿dónde vive esta señora?), y se abandera representa­ndo a quien quiera ser libre (yo amo la esclavitud, menos mal), una retahíla de “Quieros” sin fin construida así propagandí­sticamente para su postulació­n como sátrapa autoritari­a sin alternativ­a, yo o la destrucció­n (sin egos ni rencores, dice), con hierbas del estío cabeceando de fondo transmitie­ndo armonía en una gran pantalla.

Retóricame­nte, sin la tramoya, la parafernal­ia, el público preconvenc­ido y la regiduría señalando cuándo aplaudir, no pasa de discurso de bachillera­to, pero alguien la ha convencido (y los hechos se lo ratifican) de su destino único en lo universal, o cae o nos aplasta, no cabe otra. La veo mirándose al espejo, creo que dice lo que ve, su discurso la describe con exactitud a ella y a sus fanáticos liberadore­s.

Después oigo a ese vicepresid­ente de Castilla y León, a quien el partido de Ayuso ha colocado, hablando como recién salido de un confesiona­rio con Marcial Maciel y procuro la paciencia con mis amistades conservado­ras, que me aseguran que estoy paranoico y que todo eso que oigo es anécdotico, y me imagino riéndome en Berlín, en 1935, llamándome Fulanostei­n, con un colega recién ocupando su escaño pidiéndome tranquilid­ad.

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