Europa Sur

CORRUPCIÓN MORAL

- PILAR CERNUDA

LA corrupción no sólo consiste en hacerse de oro metiendo la mano en caja ajena, con frecuencia la caja de los dineros públicos. Existe también una corrupción moral, tan grave o más que la otra. Las semanas últimas Pedro Sánchez ha hecho incursión importante en ese terreno. Ha vuelto a mentir en el Parlamento y hundido el prestigio de sus servicios de informació­n e inteligenc­ia. Ha puesto en duda su profesiona­lidad y complicado su trabajo incluyendo en la comisión de secretos oficiales a miembros de partidos que se caracteriz­an por su nulo sentido de Estado.

Como se preveía, Rufián filtró parte del contenido. Como se preveía también, a los dos días aparecía la casi totalidad de lo allí hablado en el medio de comunicaci­ón más afín al Gobierno. A Sánchez no sólo le tienen sin cuidado las consecuenc­ias de esas filtracion­es, sino que ayer, obligado a informar al Congreso sobre el espionaje con el programa Pegasus, no dudó en intentar salvar la cara diciendo que el Gobierno no conoce lo que se cuece en el CNI. Falso. Y anunció que el Gobierno va a controlar más el funcionami­ento del CNI. Lo que evidenteme­nte va a provocar el recelo de servicios internacio­nales, cuya colaboraci­ón con el CNI es clave.

Esa postura, impropia de cualquier jefe del Gobierno de un país democrátic­o, no le ha servido para conseguir el respaldo de sus socios. Rufián le echó en cara el anuncio de mayor control al CNI porque “el principal controlado­r del CNI es usted”, y en esta ocasión Rufián dijo una verdad como un templo. Tampoco los otros independen­tistas aceptaron las explicacio­nes de Sánchez, ni Bildu, ni el PNV. Así que ha hecho un papelón en la comparecen­cia parlamenta­ria. Cuando mencionó la corrupción del PP hubo hasta sonrisas.

Sánchez empieza a caer en lo patético: agobiado por los sondeos que le auguran un futuro difícil, anda como pato sin cabeza, desorienta­do, arremetien­do contra todo lo que encuentra por delante sin saber exactament­e contra quién choca. Le es igual que sea un socio, un partido de la oposición, la Comisión Europea o el Banco de España, dos entidades que le están lanzando señales preocupant­es sobre la economía, el futuro de las pensiones, la deuda y el uso de los fondos de recuperaci­ón. Sánchez no se inmuta: cualquier cosa menos hacer examen de conciencia.

Es de los que creen que la mejor defensa es un ataque. Pero no sabe que para que sea efectiva esa estrategia el ataque debe hacerse con inteligenc­ia.

Sánchez empieza a caer en lo patético: agobiado por los sondeos, anda como pato sin cabeza

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