Europa Sur

VOX COMO TABÚ

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

HAY una corriente de opinión bien intenciona­da que sostiene que es mejor no criticar a Vox, porque esto supone aumentar su victimismo. Se cita, como argumento de fuerza, que la irrupción del partido de Santiago Abascal en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 se debió al empeño que puso Susana Díaz en alertar el temor a la extrema derecha.

Desde entonces, Vox ha concurrido a dos elecciones más en Andalucía, las dos generales de 2019, y en una de ellas dobló el resultado de diciembre de 2018 y casi empató con el PP. Sus electores andaluces son consciente­s

y saben qué representa este partido, y lo han seguido votando, por lo que no caben tantos remilgos. Esta corriente es la que, a la inversa, dejaba que en Cataluña los independen­tistas aprobasen mociones, leyes de desconexió­n y todo tipo de tropelías con el argumento de que si se les censuraba cada día habría más soberanist­as.

Por entonces se culpaba a Mariano Rajoy de ser una fábrica de generación de independet­istas, cuando fue su cautelosa actuación lo que terminó por enfadar a una parte de la derecha que sí vio en Vox a un partido valiente. No cobarde, por usar sus términos.

No provocar, no alentar. Eso es lo que habría que hacer. De este modo, casi se ha dejado pasar que Macarena Olona trucase su empadronam­iento en Andalucía o se criticase

Si PP, PSOE o Podemos hubieran enviado a un candidato como a colonias, le caerían los misiles que Putin tira al Donbás

al PSOE porque la alcaldesa de Salobreña actuó cuando el propio dirigente de Vox que le ha dado esa coartada de alojo confesase que lo que es vivir, vivir, no vivía allí.

Si PP, PSOE o Podemos hubieran enviado a un candidato a la Presidenci­a de la Junta de Andalucía como a las colonias, le habrían caído titulares y sermones de tertulias como los misiles que Putin les regala cada día a los habitantes del Donbás. Sin piedad.

Un ejemplo, a Javier Arenas se le criticó porque, cuando Rajoy perdió sus primeras elecciones, las de la sucesión de Aznar, el olvereño regresó a Andalucía como jefe de la oposición, aunque carecía de acta para estar en el Parlamento andaluz. Olona sí, se puede permitir hasta el payasismo.

Y digo colonia porque Vox se opone a las autonomías, aunque no duda en extraer de éstas sus beneficios políticos y económicos, como bien han demostrado el presidente de las Cortes de Castilla y León y el vicepresid­ente de su Junta. Ni hace caravana electoral ni convoca a los medios, lo que le sirve a su director de campaña para acusar a los periodista­s de boicot. Claro, es mejor estar callado y reírle las gracietas.

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