“La crudeza de los palos del flamenco se parece al ‘techno’ más oscuro”
● La cantaora y el músico se alían en ‘Tercer cielo’, una aventura en la que comparten sus “ganas de jugar” y llegan al entendimiento desde sus diferentes registros ● El disco sale hoy a la venta
Asevera de forma poética nuestra compañera Carmen Camacho, al describir certeramente el disco de Rocío Márquez y Santiago Gonzalo, aka Bronquio, que la emoción se une con el pensamiento, la memoria con el deseo, en un paraíso tan frágil como rico. La obra se llama
Tercer Cielo y hemos hablado con sus autores de todo lo referente a su concepto, desarrollo y conclusión.
–¿Por qué tiene este nombre y cuáles son los otros dos cielos?
–(Rocío) Con tercer cielo nos referimos no solo a un estado sino también a un lugar o, mejor dicho, a un
no lugar entre el edificio y el campo, que puede ser un local, un terraplén, un no lugar que te deja todas las posibilidades de juego y no tiene posicionamientos tan firmes ni códigos tan marcados, cualidades tan claras en los otros dos cielos. En este trabajo hay mucho de búsqueda de permiso por parte de cada uno, de ganas de juego y de encontrarnos. El primer cielo es el que uno mismo se permite, en el que uno se da cuenta de que no se trata de si el flamenco es permisivo o no, si es abierto o no, sino del permiso que tú mismo te das. El segundo cielo es lo que te llega de fuera, lo que te va devolviendo la gente, lo que se va creando más allá de lo que tú proyectas. Cuando has pasado por el primero y el segundo y lo que tienes ya son ganas de jugar y divertirte, llegas al tercer cielo.
–Me interesa conocer la interacción de sus dos mundos; los referentes flamencos de Bronquio y los electrónicos, disonantes, de
spoken word, de Rocío. ¿Han aplicado esos referentes en el disco?
–(Bronquio) Yo escuchaba flamenco, pero de una forma muy tangencial. No es que escuchara poco, sino que lo hacía con el oído de un oyente, no de un músico, y todas las referencias que verdaderamente he volcado en el disco me han llegado a través de Rocío. Ella me ha dado la llave y el conocimiento del alma de los distintos palos; me los ha mostrado hasta que he acabado entendiéndolos de verdad. Antes, con mis preferencias y mis gustos, apenas conocía un tres por ciento de lo que conozco ahora, tanto de nombres como de la manera de entender el f lamenco.
–(Rocío) Ha sido un proceso paralelo; los dos hemos ido de la mano
Elementos muy primitivos del flamenco de siempre encajan perfectamente en la electrónica más pura”
descubriendo lo que el otro nos iba mostrando porque, aunque él tenía interés por el flamenco y yo por el mundo de la electrónica, nunca nos habíamos sumergido en sus profundidades como ahora. A mí me llama mucho la atención que este mundo es una fantasía, que en él se multiplican las posibilidades, que puedes conseguir cualquier sonido que imagines. Y a nivel vocal amplía la paleta de una forma en que de pronto te ves con veinticinco mil colores más de los que pensabas que tenías. Él filtra y toquetea mi voz hasta un punto de no identificarme en ella; normalmente nos llevamos toda la vida intentando identificarnos en algo en lo que nos hemos reconocido y a mí eso no me interesa mucho, la verdad; lo he hecho algún tiempo, ahora veo otras posibilidades que me fascinan. En ese nivel vocal he comenzado a escuchar mucho a Fátima Miranda y a Diamanda Galas, que me vuelcan el mundo vocal hacia otro lado mucho más experimental y creo que ahí el flamenco tiene una gran cantidad de nuevas posibilidades. Y si a eso le unes que la electrónica te va abriendo puertas de par en par, tenemos ya el parque de bolas a tope.
–A la hora de poner en común sus dos mundos, ¿qué ha primado entre ustedes, el respeto o el desafío?
–(Bronquio) Van de la mano, pero sin respeto no hubiese habido disco. Yo he tirado mucho de y ruidos, pero nunca me he sentido en un posicionamiento vertical, sino que era el diálogo lo que impulsaba la efervescencia del proyecto. Sentía que íbamos de la mano en pasajes sonoros que son complejos a nivel de lectura y ejecución, pero en todos, desde los más sencillos a los más raros, siempre hemos sido uno durante la producción y la construcción; luego, ya en las mezclas, cada uno tenía sus referencias y hemos tenido que llegar a entendimientos. –(Rocío) Ese ha sido el único momento en el que ha habido choques. Cada uno lo veía de manera muy distinta y nos dimos cuenta de que los dos íbamos a tener que ceder, que estábamos muy alejados y cada uno tenía que soltar parte de lo suyo para llegar a un punto intermedio, algo que en el proceso creativo no ocurrió nunca y hubo entendimiento al cien por cien.
–En el disco hay textos de autores muy actuales, Carmen Camacho, Luis García Montero, Macky Chuca, 41V1L; también de Unamuno, Lorca, San Agustín. Sin embargo, solo aparece el nombre de un maestro clásico del flamenco, Antonio Mairena…
–(Rocío) Está la canción popular que recuerda el cante de Mairena y también la debla. No ha habido una única forma de relacionarnos con las letras, por eso es tan variado el elenco. También nos hemos tirado nosotros a la piscina y hemos escrito alguna cosilla; uno decía algo y eso nos llevaba a otro lado e íbamos probando. También hay muchas letras que han mudado bastante. La labor de pulir todo el fondo literario ha sido de Carmen Camacho, que ha hecho el enorme trabajo que a
nosotros nos daba miedo, porque no queríamos que si la parte musical nos había salido tan redonda, ahora la parte de las letras se nos cayera. Pero estamos muy felices con su trabajo y el asesoramiento de Juan Diego Martín y Emilio R. Cascajosa, los directores artísticos. Todo adquiría vida; estaba probando una base y yo empezaba a cantiñear por encima algo que había leído en un poemario recientemente y se me venía a la cabeza, y funcionaba. El primer tema, Paraíso, por su temática, pedía esa frase de Unamuno; o teníamos muchas ganas de hacer un guiño al 22, por lo del Concurso de Cante Jondo de Granada, por su centenario, e hicimos la adaptación del discurso de Lorca. Orígenes muy diversos, pero al final todo tenía mucho que ver con esa libertad y el alejamiento de los códigos del tercer cielo. –(Bronquio) La elección de los escritos de Luis y Carmen, sin restarles ni un ápice de importancia a ellos, ha sido también porque sus libros los estábamos leyendo en ese momento y los teníamos muy a mano, de la misma forma en la que yo he usado instrumentalmente referencias de sonidos que estaba escuchando en esos días, por lo que nos ha salido un trabajo muy de presente, que teníamos muy a f lor de piel. –¿La música ha seguido un ritmo acorde al patrón de los palos flamencos? ¿De dónde ha sacado Bronquio los samples de palmas, de guitarras flamencas? ¿Ha sido un trabajo de investigación o ya lo tenía en su sangre jerezana? –(Bronquio) Todos los había escuchado, los identificaba, pero todavía no sabía escribirlos en midi, en partituras, y he aprendido a construirlos. Hay fuentes de todos lados, cajas de ritmos,
sampleos de discos que tenemos y de youtubes que Rocío me ponía, verdiales de por aquí, coros de por allá; los cogíamos, y les poníamos unos loops. Los dos estamos en una contemporaneidad muy especial a nivel conceptual y nos gusta samplear, pero también hemos echado mano de percusiones e instrumentos que estuviesen grabados especialmente para la propia canción y hemos contado con Los Mellis, de Huelva, con los que estuvimos grabando palmas y jaleos en los Estudios Bola, de Gines, en lo que fue toda una experiencia. Tenemos un amigo en Barcelona, Xoan Sánchez, que ha grabado las percusiones; le pasábamos las bases y unas indicaciones y le dábamos libertad. Una vez recogidas las pistas de todos los músicos de estudio, yo las trataba como suelo hacer con los elementos de la música electrónica, pero necesitábamos en algunos cortes esa tímbrica humana, por eso la biblioteca es tan amplia. –¿Hay algún palo flamenco que se preste mejor al tratamiento electrónico?
–(Bronquio) Todos se prestan bien, pero cada uno transmite una cosa totalmente distinta. Por ejemplo, los verdiales te llevan directamente a un tema ravero, porque tienen unas BPM y una velocidad leñeras, son como sevillanas hardcore; tanto era el subidón que al final metí el sonido de una moto de Jerez. La bulería, al tener el compás de doce tiempos, para una persona acostumbrada al 4x4, aunque sea festiva, llevarla al ordenador es algo complejo, sobre todo si no la tienes interiorizada; por eso, para mí la bulería se prestaba a hacer algo más oscuro, como Exprimelimones, con sonidos más misteriosos. Pero en general todos los palos se prestan; no solamente los ritmos en sí, sino que la cualidad física y la crudeza del sonido que tienen los palos del flamenco tiene mucho que ver con el techno más oscuro. El corte
más limpio es un tema techno estándar, pero tiene unos taconeos que suenan a Berlín; y no hay nada que pueda ser más de Jerez que esos taconeos. Me he dado cuenta de cómo elementos de palmas, incluso de cajones, elementos muy primitivos que se usan en el flamenco de siempre, encajan perfectamente en la tímbrica y sonoridades de la electrónica más pura. Y ese ha sido un descubrimiento que pienso seguir desarrollando.
–Después del primer adelanto con Un ala rota, el segundo y definitivo para la promoción del disco ha sido De mí, la pieza más cercana al terreno que pisa Rosalía. ¿Ha sido algo buscado expresamente? Porque está teniendo un éxito arrollador.
–(Rocío) Algo así ha sido, porque la canción la ha elegido la compañía discográfica, no yo. Es un tema más digerible que otros.
–(Bronquio) Tuvimos una reunión y ellos, con todo el sentido del mundo, dijeron que querían sacar una cosa que se escuchase en la radio. Nosotros defendíamos Prefiero la muerte o los verdiales de Niña de sangre y nos decían que esos dos temas están muy bien, pero que eso no vende, que eso no lo iban a poner en la COPE; en cambio De mí, al ser una rumba, con los acordes típicos en la menor sol fa mí, ya tiene el ritmo y la melodía hechos al oído cultural de la gente, además de tener una letra tan sencilla y bonita como la melodía. Y por eso la eligieron. –Al acabar La leyenda del tiempo,
Camarón le dijo a su productor, Ricardo Pachón, que aquello estaba muy bien, pero que para el próximo volviesen a las guitarras de palo. ¿Usted, Rocío, ha sentido lo mismo?
–(Rocío) Pues fíjese que Camarón también decía que creía que no le habían entendido, que tenían que volverlo a escuchar. Ahí había un gozo por encontrar otras maneras y un genio como fue Camarón, o como lo fueron Morente y otros grandes del flamenco, compartían esa necesidad de ensanchar el campo. Y es algo que ha estado desde el principio y lo seguirá estando, igual que seguirá estando quien lo critique, y todo está bien. Yo disfruto tanto de un recital tradicional como de una propuesta como la de El Niño de Elche, en el otro extremo, y me parece muy positivo para el género en sí que convivan en las mismas programaciones y que como artistas comuniquemos que no hay una única manera de sentir la misma cosa. Yo fui alumna de José de la Tomasa y aprendí mucho con él, aunque me llevé mucho tiempo para cantar las seguiriyas, a pesar de que cuando volvía a mi casa de las clases me pasaba la tarde escuchándolas en las voces de La Niña de los Peines, Agujetas, Mayte Martín; intentaba irme de polo a polo para ver qué es lo que podía ir más conmigo y qué recursos en mí tenían más resonancia. Cuando acababa el curso y yo pensaba que no estaba preparada para cantarlas,
José me dijo que ese día no me iba de allí sin hacerlo y me dio el consejo más bonito de mi vida: “por lo que yo te conozco, tú no eres persona de levantarte y pegar un portazo cuando te enfadas, sino que miras para abajo y tus ojos brillantes ref lejan que estás en tu mundo; no intentes, entonces, cantar como si tu manera de enfadarte fuese la del portazo, que tú no te expresas así; mira a ver cómo sientes esto y comunícalo como lo sientes”. Al final de eso tratan el arte y la vida, de que cada uno dé lo que tenga, porque no todos tenemos lo mismo y no todos tenemos que comunicar lo mismo, ni tenemos el mismo discurso; afortunadamente, si no, esto sería un tostonazo infumable. Por eso aplaudo mucho y celebro que cada uno se permita hacer lo que en cada momento sienta.
-A Rocío ya asumimos que los puristas del flamenco la van a crucificar. ¿Cree que con usted, Bronquio, harán lo mismo los de la electrónica?
–(Bronquio) Sí, me va a pasar; pero no porque me junte con el flamenco, que es verdad que el purismo ahí es mucho más evidente y está más estandarizado, pero en la electrónica también hay puristas y ya me han criticado. Cuando estoy haciendo música tomo recursos de todos lados de manera inconsciente, de muchas culturas, de muchos países y me han criticado por la poca definición que encuentran en determinados temas que saco. Con esto seguro que va a pasar igual; me dirán “¿quién eres tú para samplear a Lole en El
canto del niño?” ¿Y quién eres tú para prohibírmelo? Me da igual, porque visto lo visto, que te critiquen es buena señal. –(Rocío) Esa es una enseñanza de lo que ha hecho Rosalía; antes nos daba miedo que nos dieran caña y ahora casi que es buena noticia: si no tiene críticas malas es que el disco no es bueno.
–Poco después de la aparición del disco tendremos su presentación en directo en el Teatro Central de Sevilla, el 2 de junio, abriendo la programación de Flamenco viene del Sur…
–(Rocío) ¡Ay, qué nervios! Estamos muy ilusionados, porque LHAURA RAIN el disco ya está cerrado y ahora se abre el directo, que está resultando otra experiencia, si no totalmente distinta, pero casi. Los dos teníamos claro que nos apetecía mucho acompañar escénicamente la propuesta musical y vocal que tenemos. En el escenario estaremos los dos solos, ocupando el espacio de una forma diferente a como lo hemos hecho hasta ahora y nos hemos servido de Antonio Ruz y Roberto Martínez para la dirección escénica y vestuario. Será otro salto a la piscina muy divertido.
–(Bronquio) Benito Jiménez, de Los Voluble, también está haciendo la iluminación y el sonido. Estoy muy contento con todo el equipo, pero cuando me preguntan siempre le cito porque admiro mucho a Los Voluble y todo lo que han aportado a Sevilla. Ese toque macarrilla que tiene Benito le viene muy bien a nuestro montaje.
Una enseñanza de Rosalía es que antes nos daba miedo que nos dieran caña, ahora casi que es buena noticia”
A nivel vocal, la electrónica es una fantasía. Te da una paleta con miles de colores inesperados”