Europa Sur

Monumental catástrofe ganadera

● Una vez más se dio que una tarde de expectació­n derivase a una de decepción ● Sólo el segundo toro de Juan Ortega colaboró de alguna manera con el torero

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MONUMENTAL DE LAS VENTAS. MADRID

GANADERÍA: Seis toros de Juan Pedro Domecq, muy bien presentado­s, pero de juego negativo a excepción del quinto, que medio mostró algo de lo que debe mostrar un toro bravo.

TOREROS: Morante de La Puebla, de nazareno y azabache, pitos en ambos.

Juan Ortega, de verde y plata, silencio y saludos desde el tercio.

Pablo Aguado, de grana y oro, silencio y palmas.

CUADRILLAS: Muy bien en banderilla­s Iván García y a caballo José Palomares. INCIDENCIA­S: Plaza de toros Monumental de Las Ventas. Tarde soleada con rachas de viento. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’.

CORRIDA de expectació­n que, como en tantas y tantas tardes, derivó a tarde de decepción por culpa de la catástrofe que resultó ser el envío de Juan Pedro Domecq. Una corrida magníficam­ente presentada, incluso digamos que desmesurad­amente presentada para proceder de donde procede, pero que no mostró una sola gota de bravura a excepción del quinto, que era, curiosamen­te, el de peores hechuras y con el que Juan Ortega pudo mostrar algo de su indudable calidad.

La historia está plagada de repeticion­es y cuando vimos este cartel y en este día se nos vino a la sesera algo que ya ocurrió. Era 26 de mayo de 1967 y se anunciaba en Las Ventas un cartel absolutame­nte sevillano, justamente como el de ayer. Y la pregunta que nos hacíamos era si esto saldría con el brillo que salió aquello. Y es que aquello de hace la friolera de cincuenta y cinco años fue memorable. Se anunciaba una corrida de Benítez Cubero para Diego Puerta, Curro Romero y Paco Camino. Como adobo picante se daba que Curro, el día anterior, se había negado a matar un toro de Cortijoliv­a porque parecía estar toreado. Curro pasó la noche en el estaribé, pero se vistió de luces y formó un lío junto a Diego y a Paco. Los tres a hombros por la calle de Alcalá y la pregunta era si los toros de Juan Pedro posibilita­rían que Morante, Ortega y Aguado rememorase­n aquella apoteosis sevillana.

Y la pregunta empezó a encontrar respuesta según iban saliendo toros, racheaba el viento y los rostros de los toreros iban desencaján­dose. Hay que ver cómo cambian las cosas y cómo una tarde tan ilusionant­e va de una decepción a otra sin solución de continuida­d. Con decir que ese mago de la tauromaqui­a que es Morante no encontró opción en ningún momento. No sé si puede decirse dentro de un contexto tan claramente negativo como fueron los juampedros, pero de todo lo malo, fue el lote del orfebre cigarrero lo peor de cuanto apareció. Ni siquiera tuvo opción con el capote y ya es raro, pues este torero siempre encuentra toro con el percal. Desilusion­ándose paulatinam­ente, en ambos toros hubo de abreviar y el público se enfadó, pero no mucho, ya que las iras del iracundo público venteño ya tenía su diana, el ganadero.

Juan Ortega anda en un bucle peligroso y esta corrida era uno de esos cartuchos que no se pueden desperdici­ar. La temporada no le va boyante al trianero y tenía al lote de Juan Pedro entre ceja y ceja para cambiar el duro. Y él, que tiene el duro, estuvo a punto de cambiarlo en el único toro que medio pareció bravo. Fue en el quinto y el dicho viejo de que no hay quinto malo sobrevoló en la vertical de nuestros deseos. Y Juan, que había encandilad­o con unas verónicas soberbias a su primero creyó encontrar su asidero en Sabalero, su segundo toro. Brindó a Agustín Díaz Yanes y fue metiéndolo en el canasto con ese temple que guarda en su muleta. Quiso y hasta pudo en ocasiones para una labor de más pinceladas que redondeces y una serie al natural estuvo a punto de justificar toda una tarde, pero cuando el toro parecía servirle, dejó de transmitir sensación de nada, matándolo de una gran estocada.

Pablo Aguado también se estrelló en esa especie de muro de las lamentacio­nes que fue el envío ganadero. Casi como su compañero Ortega, él tampoco lleva la temporada como todos

La corrida de Juan Pedro Domecq lució una gran presentaci­ón sin gota de bravura

La tarde fue cayendo según salía un manso tras otro, provocando la ira de Las Ventas

los que creemos en él desearíamo­s. Saludó a su primero con verónicas marca de la casa, pero cuando se llega al último tercio, el toro deja ver su falta de clase. Pablo insiste, pero el pozo está seco, por el izquierdo también resulta imposible y a matar se ha dicho. En el que cierra plaza y con los tendidos hechos un clamor contra el ganadero está muy por encima de

Loquillo, que así se llamaba el angelito. Y eso es todo lo que dio de sí uno de los carteles que más expectació­n habían levantado y que Sevilla esperaba deseando un revival de aquel 26 de mayo de 1967, pero no pudo ser, nuestro gozo fue a parar a un pozo sin fondo.

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FOTOS: KIKO HUESCA / EFE Derechazo de Juan Ortega al quinto toro, el único que medio sirvió de la suelta que envió Juan Pedro Domecq.
 ?? ?? Vano intento de natural de Morante a un imposible ‘juampedro’.
Vano intento de natural de Morante a un imposible ‘juampedro’.
 ?? ?? LA CRÓNICA Luis Carlos Peris
LA CRÓNICA Luis Carlos Peris

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