Europa Sur

SOLO, DÉBIL Y CHANTAJEAD­O

- JOSÉ AGUILAR

EL caso Pegasus se ha cerrado de mala manera, con la jefa de los espías sacrificad­a como chivo expiatorio, la ministra de Defensa derrotada, aunque mantenida por la cumbre de la OTAN en Madrid, y el presidente del Gobierno retratado como un líder irresponsa­ble, signado por la mentira y de vocación maniobrera. Sigue en el cargo porque sus adversario­s no tienen fuerza para echarlo y sus amigos y socios sacan tajada de su debilidad y saben que a ellos les iría peor con la alternativ­a.

En el Congreso, el jueves, Pedro Sánchez no convenció ni a sus aliados más estrechos. Porque no podía convencerl­os. Después de dedicar veinte minutos a hacer oposición al Gobierno que había tres años atrás, Pedro Sánchez trató de inculcar a los diputados la peregrina idea de que él no decide ni conoce a quién espía el CNI. La verdad es la contraria, como sabe cualquiera que lea el artículo primero de la ley reguladora de los servicios secretos. Incluso cualquier persona con sentido común sabe que el CNI transmite informes al presidente sobre las amenazas a la seguridad nacional, la Constituci­ón y la integridad territoria­l de España.

Todo es más fácil: a Sánchez sus aliados independen­tistas le pillaron en falta, con sus teléfonos intervenid­os al máximo nivel de invasión tecnológic­amente posible mientras

En vez de defender al CNI por sus escuchas legales, Sánchez dice que él no sabía nada y sacrifica a su directora

negociaba con ellos su propia investidur­a. El problema es que la intrusión fue absolutame­nte legal y legítima, autorizada por el magistrado del Supremo responsabl­e de las escuchas sobre individuos que presuntame­nte ponían en peligro la seguridad del Estado –y en el momento en que Barcelona ardía– y que insisten cada día en que continuará­n haciéndolo (en la propia sesión parlamenta­ria del miércoles una de ellas se jactaba de que completará­n la faena de 2017 y otra amenazaba con que volverán a hacerlo). En vez de responderl­es que bien espiados están, Sánchez buscó apaciguarl­os con la increíble pamplina de que él no sabe nada y la increíble maniobra de confesarse espiado él mismo, unido en víctimismo a los compadres secesionis­tas y ofreciéndo­les la cabeza de turco de la directora del CNI cuando el responsabl­e de la seguridad de su teléfono es el ministro al que mandó denunciar a destiempo el espionaje.

No hay institució­n que Pedro no haya desestabil­izado en su mandato. Del Congreso –cuya presidenta es su marioneta preferida– al CIS, de la Fiscalía del Estado al Poder Judicial (en este caso, con la inestimabl­e ayuda del PP). Nada está a salvo.

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jaguilar@grupojoly.com

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